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1192 19 Noviembre 2012

 

Enseñanza de la ciencia en la secu
José Ángel Pérez

Como profesor de ciencias me siento culpable de la mediocridad que rodea la formación y capacitación de los profesores de ciencias en nuestro Estado.

Monterrey.- La principal característica de la época actual la constituye el acelerado cambio en la sociedad. La ciencia y la tecnología modifican sus paradigmas en espacios de tiempo cada vez más cortos. Las relaciones económicas, políticas y sociales se modifican constantemente generando un ambiente de inquietud e incertidumbre en las actuales generaciones. Esta realidad enfrenta a la escuela básica al reto de enseñar ciencia y tecnología a estudiantes para los cuales, al ingresar a su vida profesional, será obsoleto cuanto hoy aprenden. Incluso algunas de las teorías científicas aceptadas en la actualidad, serán sustituidas por otras más consistentes con la realidad.

Resulta importante puntualizar que una enseñanza que se centra en la inmovilidad, en la memorización de datos y conceptos aislados y en la repetición de recetas no capacita al estudiante para enfrentar con éxito su vida futura.

La educación actual debe focalizarse en el desarrollo de habilidades y actitudes básicas lo más amplias posibles, de tal manera que los estudiantes adquieran la capacidad de adaptarse al cambio y sean promotores de la innovación.

Las anteriores consideraciones nos señalan que la enseñanza de la ciencia en la escuela secundaria deberá orientarse a la formación de habilidades, actitudes y valores que capaciten a los estudiantes para: observar, predecir, medir, clasificar, definir operacionalmente, experimentar, recopilar e interpretar datos, construir e interpretar modelos matemáticos. Una educación de este tipo se centrará en el aspecto formativo y metodológico a la vez que enseñe contenidos básicos.

No debemos ignorar que una sociedad en crisis siempre voltea a ver al sistema educativo tratando de establecer conexiones entre éste y la escuela; en este sentido, existe una fuerte contradicción entre un sistema educativo que sirvió a una sociedad industrial y que ahora se enfrenta al reto de preparar cuadros para una sociedad de la información y la comunicación, en la que el conocimiento es la fuente de poder entre los individuos así como entre los grandes consorcios industriales y comerciales. Un estudiante debe estar formado para exigir participación activa en la toma de decisiones y no solamente para ingresar al mercado laboral a satisfacer el apetito de patrones que exigen gente capacitada para la producción.

Nuestro país deberá enfrentar con decisión el reto de capacitar a los profesores de ciencias con una formación de clase mundial. Es necesario que los mejores profesores tengan poder de decisión para que estas acciones se lleven a cabo. Por tal motivo, nos preocupa y nos entristece la mediocridad en que han caído las Escuelas Normales.

No quiero terminar este escrito sin contarles que hace una semana visité el laboratorio de la Normal Superior de Nuevo León Profr. Moisés Sáenz Garza y con tristeza observé que aún conserva los mismos materiales, prácticas e instalaciones con los que yo estudié y enseñé física hace casi tres décadas. Se dice que ya está terminado el nuevo edificio de ciencias, pero, las paredes no hacen la escuela. Se presume de aulas inteligentes pero quien debe ser inteligente es el profesor y el estudiante.

 

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