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1212 17 Diciembre 2012

 

LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO
Interpretaciones van y vienen
Edilberto Cervantes Galván

Monterrey.- El análisis político o de los hechos políticos que se realiza en los medios de comunicación necesariamente se centra en el comentario sobre los hechos del pasado reciente. El tema más recurrente es el de las acciones del poder ejecutivo.

Así aparecen comentarios a favor y comentarios en contra, que acaban definiendo la ubicación política del analista. Es usual que los analistas tomen posiciones, más o menos definidas; en relación con quienes están en el poder político.

Cuando en el año 2000 salió el PRI de los Pinos, no fueron pocos los analistas que cantaron loas a la llegada por fin de la democracia. El régimen nacionalista del PRI se había ido deteriorando a medida que el proceso de la globalización tocaba trompetas al estilo Jericó para derribar las barreras proteccionistas del mercado mexicano. El gobierno de Salinas hizo su lectura y decidió abrir las fronteras económicas, privatizar las empresas públicas, darle autonomía al Banco de México y facilitar la entrada de capitales extranjeros; avanzó hasta donde pudo muy de acuerdo con el llamado Consenso de Washington. En todo este proceso, el presidente priísta sumo al PAN como un aliado apoyador. El PAN dijo en su momento que esa alianza con Salinas o con el PRI era porque el gobierno estaba adoptando una agenda similar a la que por mucho tiempo habían estado promoviendo los panistas.

Después de doce años de gobiernos panistas la agenda de los demócratas no ha avanzado gran cosa. Al igual que durante el régimen priísta, los panistas continuaron con el gradual perfeccionamiento de las instituciones, en particular con la ley electoral y el IFE. Pero no lograron mayor credibilidad. La actuación de Zedillo, de reconocer el triunfo de Fox o la derrota del PRI antes de que el IFE hiciera la declaratoria; la intervención ilegal de Fox en el proceso electoral de 2006, señalada por el TRIFE, y la intromisión clara de Calderón en el proceso electoral de 2012, son muestras de la debilidad de las instituciones electorales.

Ahora con el regreso del PRI a la presidencia, quienes en el 2000 se lanzaron a fondo para ayudar a enterrar el autoritarismo y que coincidían con el dicho de Vargas Llosa de que el México del PRI era la dictadura perfecta, no alcanzan a explicarse, o simplemente lo dejan de lado, el porqué de ese regreso. Lo más que plantean algunos es de que en realidad nunca se fue de Los Pinos. O de que la alianza en torno a las políticas neoliberales define una correlación de fuerzas que prescindió de la presencia del PAN en el gobierno.

El hecho es que a los panistas nadie les ha dado una explicación satisfactoria de que fue lo que pasó. ¿Por qué quedaron fuera de las posiciones de gobierno? En esas en las que se sentían tan agusto que lograron aceptarse a sí mismos como integrantes de una “clase política”.

Para la alianza de las izquierdas resulta difícil explicar los triunfos electorales contundentes que obtiene en el Distrito Federal, Morelos y Tabasco, y el reclamo de compra de votos en la elección presidencial.

A menos de 20 días de la presidencia de Peña Nieto, los analistas tratan de establecer un marco analítico que les permita entender lo que está pasando y acomodar sus tesis ya conocidas en el nuevo entorno político.

Resulta relativamente fácil para algunos tratar de señalar atisbos de autoritarisnmo en la actuación de Peña Nieto o de poner en duda la capacidad y recursos para cumplir con los compromisos del Pacto por México.

Pero hay otros analistas más rebuscados. El caso de Jesús Silva-Herzog Marqués es uno de ellos. Para Silva Herzog la firma del Pacto por México significó la aceptación de Peña Nieto de que las “oposiciones” decidan o que, por lo menos, tengan tanto peso en la decisión como su gobierno y esto no le gusta a Silva- Herzog. Lo que podría tomarse como un esquema de gobierno compartido, dada la correlación de las fuerzas partidistas en el Legislativo y una forma de poner en blanco y negro en dónde hay acuerdo y dónde no, para Silva se trata más bien de que Peña Nieto cayó en una trampa; la trampa del consenso.

Sin embargo, el fondo de la crítica de Silva-Herzog poco tiene que ver con este elemento de gobernabilidad que significa el pacto. Lo que molestó a Silva Herzog fue que con la entrada del PRD se cancelara, –según él, la promesa de reforma energética: “¿Qué necesidad tenía el gobierno de Peña Nieto de firmar un acuerdo que cancelara desde la primera hora de su gobierno la promesa de reforma energética?” “El ánimo reformista de su retórica puede quedar atrapado en esa trampa que suele ser el consenso…” El concepto de gobernabilidad no aparece en el marco analítico de Jesús Silva-Herzog.

Otro analista que parece algo confundido es Luis Rubio. Según el: “nuestro problema es que llevamos siglos dependiendo de autoridades cambiantes [sic] que tienen excesivos poderes y por tanto son incapaces de conferirle certidumbre a la ciudadanía” [otro sic]. Y afirma: “Aquí, como en otros ámbitos, el problema es que no ha habido cambio de régimen: seguimos viviendo bajo el esquema del centralismo cuando todo se ha descentralizado”. Aquí sí que la percepción de la realidad resulta engañosa, ¿de dónde saca Rubio que todo se ha descentralizado? Tal vez se podría decir que todo está suelto, que lo que antes se llamaba los “amarres institucionales” ahora no existen, que la información de inteligencia del estado está dispersa. Pero de allí a decir que “todo se ha descentralizado”. Aquí con Rubio también el concepto de gobernabilidad no aparece en su marco analítico.

 

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