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1212 17 Diciembre 2012

 

Dictadura perfecta y perfectible
Ricardo García M.

Monterrey.- Aquello que en los noventas dijo el escritor peruano Mario Vargas Llosa peyorativamente acerca de que el PRI era una Dictadura Perfecta, ahora resulta un halago comparado con la horrible pesadilla de dictadura imperfecta del panismo que en doce años demostró ineptitud para traer seguridad, empleo y bienestar social.

Además de darle al ciudadano preocupación continua en su vida diaria, la dictadura inacabada del panismo preservó las desviaciones dañinas del PRI: la prédica demagógica, inexactitud de  estadísticas, conservación de líderes sindicales viciados, monopolios (¿quieren más?) clientelismo, autoritarismo y dedazo, sin obtener tampoco la ansiada justicia social.

Por ello casi 35 millones de votantes le dieron la espalda a la pesadilla perfecta del desempleo, de muertes inútiles de una administración de la ignorancia, una república fallida y mutilada donde en su porción se hacia lo que mandaba un presidente imperfecto que nunca escuchó consejos en Seguridad, Política exterior, Educación y en un olvidado Desarrollo regional ,urbano y territorial  provocando el regreso de un PRI renovado en voz de Pedro Joaquín Coldwell.

Engendrado en 1928 por Calles el Partido Nacional Revolucionario dotó de institucionalidad al presidencialismo y al ejército legalidad. En 1938, con el presidente Lázaro Cárdenas, el PNR fue rebautizado como Partido de la Revolución Mexicana; y en enero de 1946 se transforma en Partido Revolucionario Institucional, sustentado en la “justicia social, democracia y lucha de clases”, una manera de gobernar que otros países latinoamericanos han imitado sin resultados.

Con el PRI se  establecieron instituciones que satisfacen necesidades sociales: IMSS, Instituto Politécnico Nacional, Banco Ejidal, Nacional Financiera, etcétera; de estabilidad social y progreso irrepetibles que nunca se le ocurrirían al inacabado panismo. Otras modernizan la vida de los mexicanos: Conacyt, Infonavit, Banco de Comercio Exterior, Banobras, etcétera.

Pero lo perfecto empieza a verse perfectible, en 1968 el PRI con Díaz Ordaz asesina a jóvenes e intelectuales sangrientamente, quienes luchan por democratizar y pluralizar una dictadura que gobernaba con bota autoritaria. La culminación de  la mutación del gusano en mariposa es en 1982, con De la Madrid, cuando el PRI comienza a desviar su mística revolucionaria para caer en una forma de gobernar y conducir la economía con el dulce encanto de lo neoliberal, más nociva que benéfica (en la mayor parte de la población y en el medio ambiente) haciéndose negocios privados cobijados por el poder público. Esto lo copia el PAN bizarramente del 2000 al 2012, multiplicando las lacras políticas.

El sexenio rediseñado que inicia con el presidente número 66, Enrique Peña Nieto, enfrenta a una sociedad civil politizada, no adherida al ánimo sexenal, en un Pacto llamado “por México”, que refleja una cansada intención ante lo inacabado y lo prometido sin bienestar e igualdad en el progreso económico, reflejado en el permanente aumento de pobreza alimentaria, patrimonial y en acceso a salud y educación.

Arranca el sexenio y toma planteamientos del Movimiento Morena (casi partido político encabezado por Andrés Manuel López Obrador y 16 millones de  seguidores), como son el apoyo universal a la tercera edad,  tren de pasajeros de la capital a Toluca y Querétaro, así como austeridad en el gobierno federal por el exceso de personal con Fox y Calderón. Lo fundamental sigue pendiente:
seguridad para las familias, medio rural próspero para evitar migración, construcción de refinerías,  costos de energéticos adecuados y apoyo  real a las energías alternas, Planeación de un Desarrollo Urbano y Regional normativo de las grandes ciudades, protección al deteriorado medio ambiente de ciudad y campo y Plan Educacional que blinde al país aun en épocas difíciles de inseguridad y económicas.

Solamente las siete maravillas arquitectónicas de la era antigua y moderna no son perfectibles, pero el regreso de la llamada Dictadura Perfecta en el sistema político mexicano, con un pasado  manchado que no ha sido maravilloso, requiere perfecciones con  objetivos superiores dirigidos por personas con dignidad que representen las necesidades de la gente, que supriman privilegios, beneficios personales y oligarquías para verdaderamente transformar a México y su frágil situación social y económica.

 

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