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La poesía inconforme con ella misma, se extiende siempre al servicio de una potencia del conocimiento que la rebasa y la convierte en un simple y sencillo instrumento para la trascendencia, y por supuesto nos indica nuestro lugar, nuestro mejor lugar después de haberla experimentado.
Tal vez por eso, Jorge Cantú de la Garza (Monterrey Nuevo León, 1937-1997) no se limitó a producirla e impulsó proyectos culturales que tuvieron mucha repercusión en Nuevo León. Cantú perteneció al grupo Catarsis, fue becario del Centro Mexicano de Escritores, de 1960 a 1961; fundó y dirigió el suplemento cultural “Aquí vamos”, del periódico El Porvenir; fue titular de la Dirección de Artes Literarias del Instituto para la Cultura de Nuevo León; estuvo al frente del Canal 28 (hoy TV Nuevo León), y por su iniciativa surge el Centro de Escritores de Nuevo León.
ARMAS DE NACIMIENTO
Miro mis armas de nacimiento:
aire de familia,
insomnio pertinaz, silencioso,
arribo tardío, inesperado,
aislado con premura
por asepsia maternal,
paperas, sarampión,
granos en la cabeza,
rejas en la cuna, miedo,
celos, resentimiento,
llanto y soledad.
Todo lo demás es responsabilidad mía
Homenajearlo es recordar que si no se escribe no hay testimonio de existencia. El publicó los siguientes libros de poesía: Celebraciones y epitafios (1984), De vida irregular (1986), Ajuste provisional (1991), La noche por delante (1996); en ese mismo año apareció también, Poesía 1966-1996; y Armas de nacimiento (1998). Entendió perfectamente que la conciencia del registro es una constancia fundamental del ser, y el lenguaje el puente que une lo comprensible con lo inefable.
DE VIDA IRREGULAR
No fuimos personas comunes y corrientes
Durante muchos años tuvimos diecinueve años.
Propensos a la disidencia y al escándalo
ejercimos el desdén hasta la indiferencia.
Hoy, maduros ya, más nunca viejos,
seguimos siendo gente rara.
Nuestra rareza brinda a las gentes de bien
un prisma perfecto en qué mirarse
y seguir siendo, felizmente
personas comunes y corrientes.
Saber dar dirección a las palabras mediante una especie de exorcismo del alma, para que salga todo lo que se lleva dentro, era su especialidad; así, entre la sombra de lo cotidiano, hace sus apariciones la nostalgia, con la idea siempre firme de no borrar los días hablando una y diez mil veces del amor y trazando una azarosa línea que provista de las heridas necesarias detiene el verso en el lugar exacto.
Los poemas de Cantú de la Garza se resisten a caer en el olvido. Dotados de una evidente espontaneidad propagan un discurso con sentido de libertad y fluidez. Detengámonos a saborear el recuerdo agridulce y, en la ambrosía, su certidumbre: la poesía.
Agridulce el recuerdo. Jorge Cantú de la Garza (antología, selección y prólogo de Armando Alanís Pulido), Mantis editores/Conarte, Colección árido reino, 2005, 103 pp.
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