• Estamos pior y nos pondremos "más pior"
• 250 mil nuevos desempleados en 2009

De acuerdo con el estudio “Perspectivas Económicas 2009”, elaborado por el empresarial y, por tanto, conservador Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, el “Tec”, como le dice la chaviza clasemediera y uno que otro hijo de potentado que se prepara en esa institución, el 2009 será de vacas flacas y espigas secas. Está anunciando, según el encargado del estudio, José Luis de la Cruz, un más fuerte enfriamiento de la economía, luego de anuncios de despidos de trabajadores, la caída de las ventas al menudeo y una pérdida de por lo menos 250,000 puestos

Y es que, siendo el patio trasero de la economía más poderosa del mundo, ahora en plena recesión, quizá peor que la de la Gran Depresión de la década de los 30, en el siglo pasado, que dejó en la calle y sin calzones a muchos empresarios, banqueros, corredores de bolsa, inversionistas y sin posibilidades de sobrevivir a legiones de trabajadores, la economía mexicano no puede sustraerse de los infortunados efectos de la crisis financiera devenida en paro del aparato productivo, lo que significa que las exportaciones mexicanas de materias primas, e inclusive de petróleo y manufacturas se están cayendo, pues no hay mercado del otro lado del río Grande. De acuerdo con el INDOSOC (Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana), integrado por potentados empresarios católicos, un indicador del grado de dependencia de nuestra economía respecto de la estadounidense es el aumento registrado en el intercambio comercial desde la firma del TLC, al grado de que en la actualidad una cuarta parte de nuestro Producto Interno Bruto depende de las exportaciones a Estados Unidos, por lo que una recesión allá frenará seriamente la producción y la exportación acá.
Tampoco hay que olvidar que la crisis hipotecaria en Estados Unidos ha comenzado ya a impactar negativamente la oferta de viviendas, y que una buena parte de los trabajadores mexicanos, legales e ilegales, se ocupa en la construcción, por lo que es muy probable una ola masiva de despidos y una disminución en el monto de las remesas que recibimos, con la consecuente disminución de divisas y el retorno de miles de paisanos excluidos del mercado laboral estadounidense. Entre 2000-2006, según cálculos oficiales, las remesas (el dinero que los mexicanos que trabajan en Estados Unidos envían a sus familias de México) crecieron de 6 mil millones de dólares a 24 mil millones de dólares, un incremento de más de 20% en algunos años. Sin embargo, en el 2007 el incremento fue de menos de 2%. Algunos expertos han señalado que la campaña antimigrante en los Estados Unidos, así como el estancamiento de su economía (la cual ha generado menos empleos), han persuadido a muchos migrantes a no cruzar la frontera de manera ilegal en busca de trabajo; algunos más han optado por regresar a México y otros simplemente trasfieren menos dinero a su casa. El estancamiento económico y la crisis del sector inmobiliario han impactado el trabajo de los migrantes y sus fuentes de ingreso.
De acuerdo con las estimaciones gubernamentales, siempre peinadas, conservadoras, mañosas, 1 de cada 3 migrantes en los Estados Unidos actualmente no manda dólares a sus familiares en México, fenómeno que afecta a unas 500 mil familias en los estados más exportadores de mano de obra.

Pero volviendo a los pronósticos del “Tec”, la previsión de crecimiento de la economía mexicana, representada por lo que los economistas denominan Producto Interno Bruto, que resulta de la suma de todos los bienes y servicios producidos por una economía durante un año, se contraerá 1.5% en el año que ha ya comenzado. A los 30.000 empleos que en esencia se perdieron en 2008 se sumarán aproximadamente otros 250 mi para el presente año. Y a estas pérdidas, hay que agregar que el desempleo en México es un problema estructural – los econometristas no había percibido los efectos de la crisis mundial porque México siempre está en crisis, y lo que crece, lo que se presume hasta el mundo, son los resultados de lo que se llama macroeconomía, que han sido positivos ad ovum, por mandato de los gurúes del Fondo Monetario Internacional, que obligan a sus países miembros a ajustarse el cinturón en el gasto público, particularmente en el gasto social, los salarios bajísimos, que son los más fáciles de recortar para que siempre haya superávit en las cuentas nacionales, lo cual no refleja el comportamiento de la economía, que le pega a los más débiles y vulnerables, que son los trabajadores y ya no digamos los desempleados ni los pobres que nunca han tenido un trabajo formal, que esos ya no la hicieron y están ya acostumbrados a malcomer, malvestirse, malcurarse o morirse de enfermedades curables porque el mito del Seguro Popular no alcanza a llegar para salvarles la vida.

La cifra eterna, y la hemos venido escuchando desde que comenzó la gran crisis de 1982, es que la economía mexicana requiere crear un millón de empleos por año, pero jamás se ha logrado esa meta y el rezago se ha venido acumulando. Los indicadores dicen que aproximadamente un seis por ciento de la Población Económicamente Activa, alrededor de unos 40/50 millones de mexicanos en edad de trabajar, vive en el desempleo y otro tanto en el subempleo de los mercados callejeros. El país, sea lo que fuere, necesita generar por lo menos un millón de nuevos puestos de trabajo al año para poder acompañar su crecimiento demográfico. El gobierno de México anunció el 8 de enero que reduciría los precios de los combustibles y que inyectaría 120.000 millones de pesos (US $10,000 millones) en proyectos de infraestructura para minimizar los efectos de la crisis. Sin embargo, de acuerdo con el experto del Tec, José Luis de la Cruz, el programa de infraestructura del gobierno no va a atender los problemas sectoriales que hay. El experto considera que los incentivos del gobierno favorecen a sectores bien capitalizados como la industria automotriz, pero no cambian el panorama de las pequeñas y medianas empresas, donde se genera el 70% de los empleos. La experiencia histórica en general es que el gasto de gobierno tiene poca incidencia sobre la generación de crecimiento económico.

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