Hace 25 años (un 5 de febrero de 1984) dejó de existir, a la edad de 67 años, Rodolfo Guzmán Huerta, mejor conocido como Santo. Pero la muerte sólo se llevó al hombre detrás de la masacra, porque la leyenda de uno de los verdaderos ídolos de México continúa. El Santo se había retirado de los cuadriláteros hacía apenas dos años, un 12 de septiembre de 1982; o sea que todavía a los 65 tenía fuerzas para repartir golpes, como en 59  películas y haberle puesto sus buenos madrazos a cuanto malandrín se le ponía enfrente, desde el cavernario Galindo y Black Shadow, pasando por Drácula, el Hombre Lobo, Frankenstein y su hija, hasta extraterrestres, científicos locos, Blue Demon cuando era bipolar, sexy vampiras, terroristas a go-gó y nazis necios.

En los años siguientes a su retiro se dedicó a hacer presentaciones donde realizaba actos de escapismo; su última aparición en el cine que fue en1982,  cuando actuó en la película “Chanoc y el Hijo del Santo contra los vampiros asesinos”, en una escena donde le entrega al menor de sus hijos su máscara y nombre para que continúe con la leyenda.

En el DF, en la colonia Morelos, donde se encuentra una estatua del enmascarado de plata, (el famoso agregado a su nombre surgió en 1952, con la aparición de una historieta o comic que lo catapultó a la fama) ahí en la estatua recién pintadita, el Hijo del Santo montó una guardia y estuvo acompañado por Rubén “el púas” Olivares, José Sulaimán y hasta  Lorena Velázquez, pero también de muchísima gente que no dejó de gritar: “¡Santo, Santo, Santo!

El año pasado, Correos de México imprimió una hoja de recuerdo de 17.5 x 17 cm., con 6 estampillas internas de 40 x 40 mm. cada una, y con una perforación 13 de peine; el tiraje fue de 200 mil hojas de recuerdo (un millón doscientas mil estampillas, en 6 diseños diferentes). Las cuales por supuesto fueron la delicia de los coleccionistas, que ahora las venden por Internet hasta en 500 dólares.

Yo nunca lo vi luchar en vivo, pero sus películas son parte de mi niñez. ¿A quién no le compraron aquella figurita de plástico que aunque tenía los brazos abiertos nosotros nos la ingeniábamos para que le aplicara a los otros monitos (la misma figurita nada más que pintada de otro color) su famosa llave de “a caballo”? Años más tarde formé con algunos amigos un pequeño cineclub al que acudíamos divertidos para descubrir  todos los “efectos especiales” de las películas, desde el hilito del vampiro que volaba por el castillo y la cremallera en el traje del monstruo, hasta la arena llena con un público que aunque estaba pintado sobre una madera, no dejaba de gritar; definitivamente, el grupo de rock Botellita de Jerez (parafraseando a Bertolt Brecht) lo resume magníficamente: “Hay hombres que luchan un día y son buenos, hay hombres que luchan un año y son mejores, hay quienes luchan muchos años y son muy buenos, pero los hay quienes luchan todos los domingos, ¡esos son los chidos!”

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