LOS INTELECTUALES
Raquel San Martín
"Querer controlar los medios es querer controlar a la gente": Juan Cruz Ruiz
El poder busca opacar la relación de la sociedad con la realidad, dice el escritor y periodista
Se puede mirar el papel actual de los medios, transformados por la tecnología, como un optimista anticipo del futuro. O se puede, dando la bienvenida a Internet e incluso sumándose a sus formas de expresión, señalar aquello que para el periodismo debería ser irrenunciable en cualquier soporte. Esa última mirada, entusiasta pero alerta sobre su profesión, tiene Juan Cruz Ruiz, periodista y escritor español, nacido en Tenerife, hoy adjunto a la dirección del diario El País, de Madrid, del que es uno de los fundadores, y autor de uno de los blogs más populares de ese medio: Mira que te lo tengo dicho .
"El periodismo tendrá que valerse siempre de unos presupuestos intelectuales y éticos que no podrán pensarse tan sólo para recaudar audiencia", dice a LA NACION, y en la lista de cosas que no cambian en la profesión que ejerce desde adolescente, coloca la "tentación" de los gobiernos por controlar a los medios. "Cuando el poder ha querido controlar a los medios es porque ha querido controlar a la gente", sintetiza. Ex editor de Alfaguara, fue quien convirtió en columnistas a muchos escritores, como Juan José Millás y Manuel Vicent, y logró que muchos críticos afirmaran: "En España, la mejor literatura se está haciendo en los periódicos". Acaba de ganar el premio de Ensayo de Tusquets por Egos revueltos, de próxima aparición, en el que cuenta sus anécdotas con escritores.
Autor de una veintena de libros de prosa intimista - Retrato de un hombre desnudo, Ojalá octubre y Muchas veces me pediste que te contara esos años -, amigo cercano de la Argentina, Juan Cruz Ruiz advierte en la confrontación actual del Gobierno local con los medios "esa necesidad que tiene el poder político de hacer opaca la relación de la gente con la realidad". "Pero por mucha bruma que eche, los radares públicos siempre vencen las resistencias", alerta.
-Entre las transformaciones que la tecnología está generando en los medios, ¿cree que la frontera entre periodistas profesionales y "periodistas ciudadanos" va a borrarse alguna vez?
-Mi opinión personal es que la gente acudirá a la red para ofrecer lo que sabe o lo que opina, pero no durará mucho la tentación [que ha existido] de usurpar el papel de los periodistas profesionales. El periodismo exige una serie de rudimentos técnicos, y no sólo tecnológicos, que impiden que la red esté llena de rumores y de elementos que hacen ruido a la información, e incluso a la opinión. La opinión precisa de buena información, y no toda opinión, como dice el filósofo Fernando Savater, es respetable: es respetable la opinión que respeta la información.
-¿Hasta qué punto deberían los diarios responder a las demandas de sus audiencias?
-Hasta el punto en que eso no signifique romper los equilibrios editoriales. Los periódicos representan a sus lectores, pero sobre todo representan lo que ellos mismos [los periódicos] quieren decir, sus fundamentos. No por ganar audiencia hay que romper esas barajas, que son las señas de identidad de los medios, de los tradicionales, de los digitales, de los existentes, de los que puedan existir. Inventaremos cualquier cosa, pero el periodismo tendrá que valerse siempre de unos presupuestos intelectuales y éticos que no podrán tan sólo pensarse para recaudar audiencia.
-¿Deberían los gobiernos sentirse vigilados por Internet, como tradicionalmente lo han sentido por los periodistas?
- Yo creo que el poder siempre ha sido de la gente. Querer controlar a los medios es querer controlar a la gente. Seríamos ingenuos si pensáramos que esa tentación va a ser sustituida por otra. ¿Deben sentirse vigilados? Sí, pero nosotros también debemos sentirnos vigilados por nuestros lectores; nos debemos a ellos, somos los receptores de la opinión pública, y el Gobierno nos teme por ello.
-Leí en su blog que ha aprendido que "lo que le sucede a un periodista no es noticia". Pero muchos blogs, y el suyo también, narran esas experiencias y opiniones personales.
-No somos noticia, claro que sí. Ahora bien, me parece que los blogs son cuadernos de bitácora, como diarios personales, cuando no son estrictamente periodísticos, que muchos lo son. Yo empecé haciendo un blog más personal, pero me di cuenta de que aún es peligroso en la Red hablar de uno mismo, de lo que hace para conseguir lo que publica, etcétera; porque hay gente que utiliza el anonimato como un arma, que entiende que ese flanco está abierto para insultar o para descalificar. Y he decidido hacer un blog más relacionado con lo que veo que con lo que hago. No es noticia que un periodista haga esto o lo otro; es noticia que vea algo y lo cuente. A eso debemos ir, en cualquier soporte.
-Si usted fuera el director de una editorial, ¿seguiría publicando libros en papel o volcaría su negocio a los e-books ?
-Sin duda, ninguna seguirá publicando libros en papel. Seleccionándolos más, editándolos mejor, haciendo más exigente el trabajo con el autor, hasta lograr obras incontestables. Y publicaría e-books, claro; eso es imparable. A mí los Reyes Magos me han regalado un e-book y las obras completas de Marcel Proust, en papel.
-¿Ve un futuro para los diarios en los e-book readers ?
-Sí, creo que ahora el futuro se conjuga con todo. Y estoy encantado de que sea así. Hubo una época en que en el mundo del periodismo y la cultura se decía aquello que Mika Waltari escribía en Sinuhé el egicio : «Así ha sido y será siempre». Lo bueno es que ahora lo que siempre hubo tiene que convivir, y en lucha, con el futuro.
-¿Qué rol cumplen los medios tradicionales e Internet para contar la tragedia en Haití?
-Es sensacional el trabajo que se puede hacer gracias a las nuevas tecnologías en favor de la gente. Haití, desgraciadamente, ha sido una nueva piedra de toque, y los medios son una expresión de la grandeza que representan para aliviar el dolor humano.
-El terremoto y sus consecuencias se han convertido en un tema central en muchos países y medios...
-Sin duda. Viendo más lejos de la urgente necesidad de ayudar, exalta el ánimo, de rabia, que sólo porque se les ha caído el mundo encima uno se entera de cómo vive esta gente. El Roto, el dibujante de El País , escribía hace unos días en su viñeta: «Sin terremoto no somos nadie». Y ésa es la verdadera tragedia humana. Cuando no haya terremotos, la miseria, a cien kilómetros de Estados Unidos, ya no será noticia.
-¿Qué efecto cree que tiene en los ciudadanos un conflicto como el que en este momento sostiene el Gobierno y los medios en la Argentina?
-La sensación es que en la Argentina hay siempre un milagro rondando. Tanta crisis, tanta desesperación, y el país sigue produciendo una extraordinaria riqueza, cultural, periodística, humana. Y en cuanto a esa confrontación, nosotros la hemos vivido en España, en carne propia. Responde a esa necesidad que tiene el poder político de hacer opaca la relación de la gente con la realidad. Pero por mucha bruma que eche, los radares públicos siempre vencen las resistencias.
LA NACION
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