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PRESENTACIÓN DE LA QUINCENA N° 74

MAR, NOCHE, CORAL DE ESTRELLAS

 

El pasado miércoles 20 de enero de 2010, en la Biblioteca Central Fray Servando Teresa de Mier, presentamos el número monográfico 74, dedicado a la maestra Coral Aguirre.  La noche estuvo cálida como pocas de este mes y la luna estaba tan feliz que no podía ocultar su sonrisa. Muchas gracias a quienes nos acompañaron: Ismael Vidales, Marlen Ramos, Mario Anteo, Vidal Medina, Jaime Villarreal, Leticia Damm, Tomás Corona, Aidé Cavazos, Jessica Nieto, Marcelo de la Rosa, Julio César González (El Porvenir y El Tren), Rubén Eduardo (Revista Comala),Tanya Ventura, el equipo de La Quincena, entre otros asistentes. Infinitas gracias a todos.

tejaEl llamado a las emociones comenzó apenas tomó el micrófono nuestro maestro de ceremonias Alfonso Teja. Él demostró su profesionalismo al acudir al evento, no obstante que tiempo atrás había tenido una diferencia de opiniones con Aguirre. Al iniciar su presentación, lo primero que hizo fue un acto de aprendizaje y humildad, al expresar sus disculpas a nuestra homenajeada. Previo al suceso, ellos habían intercambiado correos electrónicos donde restablecían su vínculo amistoso. La lección quedó clara: es importante ser profesional, pero es determinante ser un excelente ser humano. Gracias a Alfonso Teja por esa muestra de humanidad que nos brindó esperanza de crecimiento y aprendizaje para todos. No basta hacer las cosas prácticas, hay que pugnar por hacerlas cálidas.

dulceDulce María González –quien también participa en el monográfico, autora de “Mercedes Luminosa”, “Encuentro con Antonio” y “Los suaves ángulos”- fue la primera presentadora de la noche. Con su punto de vista íntimo hizo mención de cómo y cuánto había disfrutado los textos. Elogió la selección de los mismos. Subrayó la falta de la faceta musical de Coral y señaló que se tocó muy poco su parte aguerrida. Destacó el trabajo de La Quincena y Kultur en la difusión del trabajo de escritores locales.

Jorge Rodríguez (autor de “La nuez vana” y “Martín Calavera”) fue el presentador externo y el segundo participante de la noche. Queríamos un punto de vista objetivo, distante. El no conocer a Coral le ofrecía una perspectiva diferente y la compartió con nuestros lectores. Alabó la pluralidad del contenido y el balance de las plumas que participan en él, citó frases de cada artículo en su ponencia y acrecentó el interés por leer todos los textos.

Finalmente, Fernando J. Elizondo (perteneciente al taller de La Mancuspia y autor de “El metodicón”)  abordó la presentación por medio de un texto consistente en seis puntos de vista desde los cuales presentó una parte de ese cristal que significa la existencia de Coral. Su obra, su vida, sus amigos, su carácter. Su amistad.

Al terminar la exposición de Elizondo, Coral tomó la palabra y mientras en la pantalla se proyectaban fotografías, ella misma nos fue narrando una a una esas postales visuales llenas de emociones y sentimientos. Hablar de la muerte cuando se tiene una vida como la de Coral implica un postulado de Virgina Woolf: “Abrazar la vida tal cual es y verla en la cara”. Ahí estuvieron sus alumnos, sus críticos, sus amigos, sus conocidos, sus lectores, pero sobre todo estuvieron sus recuerdos y sus esperanzas. Sabemos que seguirá haciendo cosas interesantes porque si no, “se aburre”. Enhorabuena, Coral.

De música de fondo tuvimos milongas y tangos y al finalizar nos cobijamos todos bajo los acordes de “Los pájaros perdidos”, interpretada con maestría por Eugenia León. Gracias a Horacio Garza por el sonido y la música. Gracias a Juanjo, por las fotografías.

Desde aquí, expresamos también nuestro agradecimiento a la licenciada Evangelina González Cabrera, coordinadora de la red de bibliotecas públicas en Nuevo León, quien tuvo a bien facilitarnos el espacio para desarrollar la presentación.  Gracias también a Julio César y Sergio González, que sirvieron de enlace para que esto fuera posible. El espacio determinó la atmósfera intimista de la noche que todos los que estuvimos ahí, disfrutamos. 

Gracias de nuevo. Esperamos contar con su apoyo y su presencia en la presentación del monográfico de enero, el número 75, dedicado al 2010, año del Bicentenario.

Lorena Sanmillán

 

ÁLBUM DE FOTOS DEL HOMENAJE

LA MAESTRA QUE AÚN PREGUNTA POR SUS EMPANADAS

Jorge Rodríguez*

 

jorgeEl domingo por la noche recibí un correo urgente. Dame un tirón, me decía Lorena, y me pedía que la apoyara con la presentación de este número monográfico de La Quincena; por la premura dudé si aceptar o no. Conozco La Quincena, soy lector asiduo de la revista electrónica y sus contenidos, pero no conocía a Coral Aguirre; de vista, tal vez, pero no como para hablar de ella. Junto con la solicitud me llegó la liga a la revista y un archivo con el material electrónico. La duda subsistió. Reconocí a algunos de los colaboradores de la monografía, pero seguía sin saber mucho sobre Coral.

         Sí, había leído algunos de sus correos en el foro de escritores, pero eso no es suficiente para conocer a nadie. Somos escritores, acostumbrados a la ficción, a crear escenarios, a divagar en nuestro universo de historias, de decires y pensares monolíticos y perversos. No, no conocía a Coral. Me la presentaron al vuelo en una junta del gremio y crucé algunas palabras con ella en la última posada. La reconocía por su estampa, por el alboroto de su pelo, por su acento tanguero. Sí, la señora argentina, esa que ha ganado tantos premios, esa que tiene tantos alumnos agradecidos, esa que le quedó corto el apoyo para ir y venir a su tierra, la que luego de tantos años aún pregunta por sus empanadas, la maestra, la maestra Coral, la que muchos mencionan con algo de reverencia. Sí, conocía algunos detalles, me imaginaba otros, pero seguía sin conocerla.

         Dame un tirón, insistía el correo de Lorena, y por dárselo empecé a leer. Me sucedió lo mismo que con otros números de la revista: la información de los contenidos era plural y suficiente. Encontré un balance magnífico entre las diferentes plumas que intervinieron en la confección de este número que nos entrega un amplio panorama del ir y venir de Coral.

Ahí está la voz entrañable de quien la conoce de tiempo atrás; cito a  Mario Cantú Toscano: “La bahiense por nacimiento y regiomontana por adopción va del teatro a la literatura, una vez más y de regreso, pero en el camino se detiene a oler las flores de la investigación sociológica y disfrutar el paisaje de la crítica literaria (y además gana premios con sus distracciones, cosa que pone verdes de envidia a sus múltiples detractores). Y esto sin mencionar en todas las empresas utópicas que se mete, desde las ‘grillas’ culturales hasta sesudos tratados éticos sobre la teoría de género (que no feminismo) y los derechos humanos.” Ahí está la voz intelectual de quien conoce a fondo su trabajo; cito a Nidia Burgos: “En 1986 Coral Aguirre decidió encarar un serio estudio sobre Sor Juana Inés de la Cruz, personaje que la cautivó desde la infancia. En 1982 había aparecido el enjundioso estudio Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe del mexicano Octavio Paz. En La cruz en el espejo Coral Aguirre supo llevar a lenguaje escénico temas, situaciones y un mundo histórico de difícil resolución. Auxiliada por una escenografía y ambientación sobresalientes, donde los efectos sonoros llegan a protagonizar el clima histórico de aquel casi incomprensible siglo XVII mexicano.” Ahí está la voz de algunos de sus alumnos; cito a Antonio Ramos: “Apenas la primera clase quedamos estupefactos. Algo tenía Coral. Irradiaba una energía terrible y cálida al mismo tiempo. Ese primer encuentro con ella nos alebrestó el ánimo. Coral hablaba sobre los mitos, sobre la construcción de los personajes trágicos, pero también nos hablaba sobre ella, sus lecturas, su largo exilio en Francia. Se disculpaba cuando de la nada aparecían en sus oraciones latinajos, palabras en francés e inglés. “Es que ya no sé ni en qué idioma pienso”.” Ahí están las imágenes que evoca quien ha corrido con ella parte de su vida reciente; cito a Dulce María González: “En la primera imagen Coral Aguirre está sentada a la computadora, trabajando como una loca. Sobre el escritorio hay un cenicero rebosante de cigarros mentolados a medio fumar. No se sabe si lo que escribe es un cuento, una novela, un ensayo o una obra de teatro. Lo que sí es seguro es que se trata de algo importantísimo y complejo, puesto que sobre el escritorio se encuentra apilada una cantidad considerable de libros. Coral escribe, fuma y toma cafecito. Por la mañana bebió su mate acostumbrado. Dice que el mate es lo mejor por las mañanas. Que no sólo te despierta, sino que te pone lúcida.” Ahí está la voz crítica de quien se ha enredado en sus letras y reconstruye el carácter oculto de su universo literario; ahí está la voz de quien exalta su capacidad de análisis y su resolución crítica, ahí está la voz ágil que nos habla de sus avatares y de sus logros, tanto en la Argentina como en este nuestro México.

         Ahí están todas esas letras que nos hablan de ella, con mesura, con pasión, con inteligencia. Luego de leerlas sé que aún no la conozco como ellos, sus amigos, sus compañeros, sus críticos, pero debo admitir que este material me provocó un placer de funámbulo al recorrer paso a paso su línea del tiempo, me dejó un resabio de goce voyeurista, la sensación de haber sido testigo presencial de sus gestas, de sus terrores, de su aburrimiento y de sus momentos creativos.

         Gracias a Lorena, por la invitación. Gracias a Luis Lauro por La Quincena... me refiero a la revista. Gracias a los compañeros que intervinieron en su confección, y gracias a Coral, La Maestra Coral; gracias por tu entrega, gracias por tus rostros, gracias por las empanadas.

 

* Texto leído por el autor en el Auditorio de la Biblioteca Central.
Macroplaza, Monterrey, el 20 de enero de 2010.

 

 

CINCO COMENTARIOS INCONEXOS  SOBRE LAS CORALES
Y UNOS AGRADECIMIENTOS

Fernando J. Elizondo Garza*

 

 

Para la supra ella: Coral Aguirre

 

 

ferI.- Sobre la multidimensionalidad coralina

Los objetos pequeños son fácilmente describibles, los grandes producen múltiples historias todas por demás diferentes, dependiendo del punto de observación.

La Coral es grande, y según el día, el lugar, el clima y la suerte será lo que encontremos: puede ser un rugido como de fiero jet, la suave caricia de bellos vellos, la palabra que subyuga o, ya de plano, el pisotón donde duele.

Después de tiempo de quererla, al leer el número de La Quincena que nos tiene aquí reunidos, me doy cuenta de lo poco que sé de ella y sus múltiples planos existenciales, y me doy cuenta de la grandeza y sabiduría que representa que las personas no hablemos de nosotros mismos en demasía y dejemos espacio al paulatino descubrimiento o simplemente al misterio que tanto necesitamos.

Coral, ¿cuántas eres?

 

II.- De mi pública y dolorosa relación con la coral

Coral y yo tenemos una relación

basada en un rito público cibernético

de mutua agresión

vía correos electrónicos

en el que evocando

espadachines del medievo

tenemos frecuentes escaramuzas

de esas declaradas a muerte y

de las que salimos mutuamente heridos

sangrantes y dolidos

pues como sabios enemigos

jamás mataremos a nuestro contrincante mejor

pues si así sucediese

se perdería la razón de ser

de los duelos de palabras.

 

El arte de sobrevivir es un acto complicado

y nuestros encuentros, no son tan frecuentes

como sería deseable

porque hay que dejar sanar las heridas

y el espíritu, claro, para poder volver así

ágiles y certeros

a la siguiente ronda

de nuestro pacto ritual.

 

Sos una monstruo…

 

III.- Sobre las pasiones que desatan las serpientes coralillo

Creo que Coral nunca será políticamente correcta, y eso porque está más cerca de la verdad que de la moda ideológica. Como todos saben, la sinceridad tiene un costo, pero a la vez es un don que algunos valoramos y aprovechamos. Aunque duela.

Así, no es de extrañarse que invoque rayos y epítetos por doquier y que resulte incómoda a los cómodos.

Además de la claridosidad, hay en ella otras virtudes hirientes a los envidiosos y provocadoras a los francotiradores deportivos, a saber como principales: ser trabajadora hasta la compulsión, ser talentosa hasta sin querer, ser argentina, ser perfecta conversadora, ser eficaz redactora de solicitudes de becas y convocatorias a premios… y dejo de listar, pues creo que con estas virtudes queda perfectamente claro porqué, algunos de sus detractores, la apodan con el nombre de la más bella víbora ponzoñosa mexicana.

 

Coral, te conmino a vengarte.

 

 

IV.- Un tango llamado Coral

Aunque eres una ciudadana del mundo por convicción, y no del universo porque aún no hay civilizaciones conocidas en el cosmos, derramas argentinidad a tu paso.

El tango va contigo, eres el tango reencarnado, salpicas en tu hablar los sonidos de los buenos aires, y eso evidencia las largas raíces que te atan a un suelo y abren las heridas y las nostalgias que los regiomontanos curamos día a día.

La vida nos pregunta muchas veces, ¿dónde quieres estar?

La muerte pregunta una vez, Coral, ¿dónde quieres morir?

 

V.- Corales bajo el sol de Monterrey

 

Cada ventana era sol,
cada cuarto era ventanas.
Alfonso Reyes

 

El apareamiento era de esperarse, las corales necesitan del sol… Monterrey tiene mucho.

El tesón, el amor al trabajo y a sembrar para recoger al mucho tiempo después, es una filosofía de vida que florece en algunos lugares y por más o menos largos periodos de tiempo.

Coral tenía pocas opciones en el mundo… Monterrey fue la que le hablo al oído y le lanzo el canto de las sirenas, ese que sólo escuchan los elegidos y que los demás no pueden percibir y el cual obnubila la razón pues tiene que ver con la intuición.

Aquí Coral es respetada y aquí su trabajo es reconocido, aquí es amada y aquí ella aprendió a dejarse querer.

Qué bueno que estas aquí.

 

VI.- Grande grazie

Hoy hay que reconocer que Monterrey dejó de ser lo que fue para volverse una caricatura manipulada por una nueva generación de políticos y empresarios que han perdido la razón y el pudor, y que han vendido sus blasones al mejor postor.

En medio de ese escenario de malos actores sociales, prevalece un pequeño grupo de personas que no se dejaron llevar por la marea y que continúan dándole conciencia y alegría a los que creemos que evolucionar no implica perder la ética, ni la felicidad.

Coral y La Quincena afortunadamente no se han rendido y siguen siendo motores de ideas. Este número de la revista es un reconocimiento mutuo. Yo espero que se siga rindiendo honor a quien honor merezca y reconozco a La Quincena por su tino y oportunidad: siempre será mejor en vivo que en la muerte.

Angélica Claro Canteros, qué bueno que estés y seas con nosotros, y gracias gigantes, como tú, por haberte reinventado en Coral Aguirre, para el bien de la humanidad.

Besos

 

* Texto leído por el autor en el Auditorio de la Biblioteca Central.
Macroplaza, Monterrey, el 20 de enero de 2010.

 

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Para ver el Album de fotos del Homenaje a Coral Aguirre, clic aquí

 

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