El enredo calderonista

Ricardo J. García Martínez

La violencia orquestada por la Secretaria de Trabajo a los trabajadores de Luz y Fuerza del Centro en la Huelga Nacional del Sindicato Mexicano de Electricistas y la represión con los trabajadores mineros en Cananea, los asesinatos a jóvenes estudiantes en Cd. Juárez y lo ocurrido a dos alumnos de posgrado en el Tecnológico de Monterrey, es una prueba más del espíritu errático y de embrollo dictatorial del gobierno federal.

Felipe Calderón busca a toda costa limpiar la imagen sucia de presidente ilegítimo utilizando al Ejercito mexicano, abusando de un pueblo bonachón que cree que se le está defendiendo genuinamente de la delincuencia  y apoyándose en líderes sindicales aviesos y grupos de poder con intereses económicos que le apuntalan con alfileres una reputación indigna por su actuación embustera y enredosa en la conducción de un país que parece ser que sus intelectuales no reaccionan y olvidan episodios sanguinarios que el nuevo usurpador repite fotográficamente.

Las falacias de Calderón en miles de anuncios mediáticos salta al oído pues engaña adulando al mexicano, en forma cursi, de que es un carro de frutas o un mural de Tamayo .

Instituciones como el Tecnológico de Monterrey han sido engañadas por una política mentirosa, enredosa  y encubridora que esconde y roba información como es el caso de la identidad de los alumnos asesinados. Su Rector, el Ing. Rafael Rangel Sostmann reacciona tardía y débilmente ante el allanamiento de sus instalaciones y asesinato irresponsable de alumnos de esa casa de estudios, producto de una política cínica y violenta sin resultados palpables. 

Ya pasaron 100 días y pasaron otros 100, y seguirá el tiempo su inexorable camino sin resultados en la seguridad que merecemos los mexicanos.

Estamos en un país supuestamente libre y soberano, con economía neoliberal pero paradójicamente con ciudadanos que le piensan para moverse en su territorio, angustiados y esquilmados. No hay esperanza que nuestro país y sus instituciones vuelvan a ser respetadas, al actuar blandenguemente y sin crítica contra el presidente, quien urde una imagen para su beneficio frente a los ciudadanos, quienes caen en el ardid al creer que ésa es la actuación correcta contra la delincuencia y los problemas de estado.

La camarilla de secretarios y subsecretarios se embolsa sueldos altísimos, sólo por poner una cara de bobalicones cortesanos aspirantes al poder. Muchos han dejado el barco federal por ineptitud e ineficiencia, otros entienden la podredumbre y el berenjenal en que se encontraban colaborando.   

Las instituciones educativas y empresariales no han presionado junto con la  ciudadanía para revocar un mandato falaz, que pierde poco a poco terreno de  ciudades y regiones ante la delincuencia, al mantener al país arrodillado como lacayo ante Estados Unidos, origen del narcotráfico, pero envalentonado golpeando a trabajadores del SME y de Cananea, embrollando a la ciudadanía con información mentirosa en radio y televisión, y empobreciendo a la clase media con alzas energéticas caprichosas e impuestos desproporcionados.

Las instituciones educativas, empresariales y civiles tienen la palabra. Paralelamente, el ejército y la marina deben volver a la cordura y salirse del enredo calderonista.

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