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8 Noviembre 2010
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La confianza
Samuel Schmidt

Escuchamos con frecuencia que la sociedad debe tenerle confianza al gobierno, porque supuestamente los políticos tienen un conocimiento y entendimiento de la realidad que les permiten tomar decisiones correctas, pero encontramos de manera cotidiana que sucede exactamente lo contrario.

Los políticos toman decisiones erróneas, no miden el efecto de las mismas porque se basan en elementos caducos para entender la realidad, carecen de buenos conocimientos tecnológicos para intervenir en la modificación social y porque sus acciones están motivadas por el egoísmo, o sea que actúan motivados por su beneficio personal, el que anteponen al de la nación.

Llega al extremo la trivialización de la tecnología que Felipe Calderón piensa que llega a la sofisticación porque usa twitter para mandar mensajes. Mientras que su gobierno demuestra carecer de instrumentos para entender la complejidad social y económica lo que les dificulta percibir las transformaciones que se han dado y prevenir las que se darán.

Por supuesto que los gobernantes carecen de capacidad autocrítica, están convencidos que todo lo que hacen está bien hecho y no pueden aceptar que sus errores tienen consecuencias negativas; por eso mismo, fallan al no considerar escenarios negativos o catastróficos. ¿Habrá sido ésta una de las causas que no consideró Obama y que redundó en una derrota brutal para su partido político y potencialmente catastrófica para Estados Unidos y el mundo, esto último debido al peso desmedido de Estados Unidos sobre el mundo?

Un factor extremo es el distanciamiento que tienen los políticos respecto a la realidad. Al gobernar con egoísmo consideran a la sociedad en términos abstractos como votantes y nada más, por eso, la relación con el votante existe solamente en función de las elecciones y no la conducción del país.

Obama decidió que lo importante para sus decisiones era que debían contar con consensos amplios y decidió sacrificar tiempos y procesos pensando más en las elecciones y menos en el impacto social. Tomemos por ejemplo la reforma de salud que fue aprobada reducida para no forzar a los republicanos que defendían los intereses específicos de las aseguradoras. Ahora que perdió la elección se enfrentará al riesgo de que la reforma conseguida con tanto esfuerza sea echada atrás.

El mismo caso es el de sus programas de recuperación económica. No solamente le falló indicar que el pozo en el que se encuentra la economía estadounidense y su impacto en el mundo se debe a la falta de regulación propiciada por los republicanos, así como a pelear en guerras que han sido funestas para la economía y graves derrotas simbólicas porque no han logrado sus objetivos.

Para ser justos hay que mencionar la política migratoria. No solamente los hispanos fueron clave para su victoria presidencial, sino que como se vio ahora fueron clave para lograr triunfos sustanciales como la elección en California. Sin embargo, no solamente no ha presentado una iniciativa seria de reforma migratoria, sino que ha reforzado la capacidad militar en la frontera, y su gobierno ha deportado más mexicanos de lo que hizo su antecesor. El freno de las deportaciones es una decisión ejecutiva, a la que se ha negado, como si las acciones de la migra fueran autónomas del gobierno.

Los gobiernos le han perdido la confianza a la sociedad, piensan que el individuo de a pie es incapaz de entender las complejidades de las grandes decisiones, luego entonces les parece que lo mejor es ignorarlos, mientras toman decisiones que se revelan funestas.

En el libro que está por aparecer, George Bush dice haberse sentido mal al descubrir que no había armas de destrucción masiva en Iraq, luego entonces, sería interesante si se disculpara ante los estadounidenses y el mundo por haber iniciado una guerra insensata que ha destruido la estabilidad de una región del mundo y desquició la economía mundial, si acaso, solamente porque lanzó el precio del petróleo por los cielos, pero entonces tendría que reconocer que benefició a una industria en la cual tiene intereses personales.

Los políticos son por decir lo menos cínicos, mienten con frecuencia rogando que no los descubran y si los descubren, utilizan las herramientas políticas a su favor para evadir el peso de la justicia. Quién puede olvidar la frase famosa de Bill Clinton: “yo no tuve sexo con esa mujer”. Y es que resulta que a los demócratas no les convenía que cayera el presidente porque perderían la próxima elección, lo que finalmente sucedió.

Los políticos son groseros, insolentes, hipócritas, engañan, escudados en que supuestamente ellos sí saben lo que hay que hacer.

Un físico escribió un libro sobre la ciencia que debe conocer el próximo presidente de Estados Unidos y tiene razón, sin conocer la importancia científica las decisiones estratégicas se dificultan, pero antes de eso habría que hacerlos leer aunque sea un libro de ética; ojalá lo entiendan.

 

 

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