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8 Noviembre 2010
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Por el gusto de vernos (en pantalla grande)
Luis Valdez

Si algo me ha gustado siempre de la Cineteca NL, es el precio de las palomitas. Vale la pena entrar a la sala de cine con tu bolsa y un refresco, y más si vas a ver la película de un amigo (y mucho más todavía si en esa película apareces tú).

El cortometraje “Por el gusto de vernos”, fue filmado en el ahora tradicional Pilo’s Bar, en el centro de Guadalupe. La primera vez que lo visité fue en la presentación del libro sobre la historia de los músicos el Palomo y el Gorrión. El autor es Guillermo Berrones, a quien también me topé en plena filmación.

-Víctor me invitó pero no sé de qué trata esto. Nomás veo que los suben por esas escaleras de madera y regresan todos moretoneados.

Los de maquillaje se esmeraron en hacernos ver a todos con cicatrices y marcas oscuras en el rostro. La mesera (Ximena Peredo) incluso tenía una mordida en el brazo. Recordé la nota periodística de la mesera de El Partenón que fue acosada por un cliente y terminó mordiendo el brazo del tipo. A la semana el cliente regresó con una demanda porque fue al doctor y le diagnosticaron rabia.

A Guillermo Berrones también lo subieron para marcarle sus buenos golpes. Ahí estaban siendo preparados cuentistas serios como Juan Manuel Carreño, cronistas urbanos como Zacarías Jiménez, Gerson Gómez y Genaro Huacal, y traductoras de prestigio como Leticia Damm. El lugar estaba repleto de extras con experiencia y de escritores sin la más mínima idea de lo que tenían que hacer.

Fueron tres domingos de grabaciones en los que compartimos las mismas mesas, la cerveza y cacahuates de utilería, y vimos la manera en que don Rulo, famoso locutor de radio que hace las veces de cupido de empleadas domésticas y rancheros urbanizados, se enfrascaba a golpes y abrazos con su compadre en la historia.

Había indicaciones raras como “hablen pero no platiquen ni hagan ruido” y “tomen cerveza pero no se la beban, porque no es cerveza”, o la que daba más terror: “agarren cacahuates y disfrútenlos, pero tengan cuidado porque son recogidos de los sobrantes nadamás para que se vea real”.

Sí, es emocionante que aunque no alcances un asiento en el centro de la sala, te dispones a disfrutar de la primera película donde aparece tu nombre en letras grandes. Aunque, ah, caray… ¿los extras llevan créditos? ¿Hay memoria en la industria del cine serio para los escritores idos a extras? Tranquilo, relájate, come un poco de tus palomitas. Ya te verás en la pantalla y eso hará que valga la pena la participación.

El maestro de ceremonias presenta a cada uno de los directores (porque también es la presentación de los cortometrajes apoyados para el tema del Bicentenario) y Víctor Olguín (mi director oficial) no llega. Carajo. Sólo faltaba que no alcanzara boleto, o que no lo dejaran entrar por el sobrecupo.

El primer director dice que ojalá le guste a la gente, y que eso es lo que espera, que a la gente le guste su corto. El siguiente es Meynardo Vázquez, un historiador de la UANL, que hizo un documental sobre el inicio de la revolución mexicana en Monterrey; el que le sigue es una metáfora (contemporánea y teibolera) sobre el llamado a tomar las armas en la revolución; el otro, un reflejo del bullying entre niños y la inseguridad social; y finalmente un cortometraje de época.

A éstos, como cortometraje especial, el de Víctor Olguín: “Por el gusto de vernos”, ganador del VI concurso de cortometraje Conarte 2009.

Víctor Olguín llega a la sala cuando van a la mitad de las presentaciones de cada director y alcanza a decirle a los asistentes que su corto trata acerca de…

“No, ni se te ocurra decirles la historia, cabrón”, pensé de inmediato.

-Acerca de las relaciones humanas.

Respiro aliviado. En primera fila, el poeta y cronista Margarito Cuéllar y su esposa Ana. Detrás mío la novelista Dulce María González y el cineasta José Luis Solís. En un extremo Guillermo Berrones y casi al final se sienta Zacarías Jiménez, que ha llegado junto con Aidé Cavazos y Leticia Damm, compañeros del grupo literario Taller Barrio Antiguo.

Fueron buenos cortometrajes, pero aunque sólo se haya visto mi robusta espalda en las principales escenas de “Por el gusto de vernos”, considero que hice una buena actuación. Échense una vuelta a la Cineteca y aprecien mi desgastada camisa beige a cuadros. Como extra, la actuación también es lo mío.

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