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6 Diciembre 2010
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¿Y después del triunfo?
Luis Miguel Rionda

El plebiscito del domingo en Guanajuato capital tiene una trascendencia que los actores involucrados no calibran en su cabal dimensión. Por una parte, el ayuntamiento no ha sabido cobrar conciencia de su inevitable fracaso al buscar imponer una decisión tomada en función de los intereses inmediatistas de sus miembros y del constructor. El cuerpo edilicio se ha ido quedando solo, aislado, criticado y sumergido en una patética paranoia. Los cuatro comités directivos estatales de los partidos que tienen representación en el ayuntamiento han trazado su raya con mayor o menor énfasis. Todos coinciden en que la mejor salida es la actualización consensuada del Plan de Ordenamiento Territorial (POT), definir con claridad las áreas de preservación ecológica, y respetarlas escrupulosamente.

Por su parte, los integrantes de los grupos opuestos al proyecto de urbanización de las faldas de La Bufa no han asimilado que cuando ganen el plebiscito, habrán asumido un compromiso enorme. Deberán demostrar que no sólo saben oponerse a la sinrazón del desarrollismo de corto plazo, sino que también pueden desplegar una clara vocación propositiva. Si evidenciaron un enorme talento para sustentar las razones para el NO, al ganar tendrán que mudar de actitud hacia el positivismo de los síes: qué sí se puede y se debe hacer. Deberán decir sí al desarrollo con sustentabilidad, sí a la visión de largo plazo, sí a la colaboración con una autoridad regenerada de su tozudez obtusa, y sí al trabajo con el resto de la ciudadanía para definir un rumbo deseable a nuestro municipio. En fin, estos grupos, y en particular los cuatro mil miembros de “Guanajuato somos todos”, deberemos avanzar hacia la construcción de una nueva relación de la ciudadanía con sus representantes y gobernantes.

No podemos perpetuar el conflicto. Habrá que desplegar la magnanimidad del victorioso que sabe que un triunfo siempre será efímero, y que ganar una batalla no significa ganar la guerra. Y nuestra guerra debe ser contra el autoritarismo, contra la depredación del ambiente y contra la subcultura del abuso y la corrupción.

El domingo votarán los guanajuateños por el Sí o por el No. Votarán muchos con el entusiasmo del convencido, otros con la inercia del acarreado que vendió su voto, y una cantidad indefinida sencillamente mantendrá su incurable indiferencia al no acudir a las urnas. Pero los que voten habrán cumplido con un deber cívico que les honrará ante sus hijos. Yo auguro el triunfo del No porque los que hemos andado en las calles convenciendo gente nos hemos dado cuenta de que ocho o nueve de cada diez guanajuateños no están de acuerdo con que se sigan poblando nuestros cerros. Todos deseamos que nuestra ciudad continúe siendo la orgullosa urbe que se ve coronada por varias cadenas montañosas de enorme belleza, aunque muy devastadas por la mano del hombre. Todos amamos estos cerros y cañadas, y no queremos que se les meta mano. No queremos ningún parque cultural, ningún auditorio, ningún centro comercial, ninguna calle con los nombres de los regidores actuales, ni mucho menos deseamos esas 900 casas para auténticos catrines poseedores de dos o tres carros por familia.

Cuando ganemos el plebiscito continuaremos nuestra lucha. Ahora para que el área que circunda el acceso Diego Rivera, así como la superficie donde se desarrolla la fiesta de la Cueva de San Ignacio de Loyola y las montañas de La Bufa y Los Picachos sea comprado, expropiado o lo que sea necesario para constituir un área natural protegida, bajo la égida del gobierno estatal o del federal. Consideramos que esos territorios poseen un valor tradicional, cultural y ecológico para todos los habitantes de Guanajuato, además de que permiten preservar los recursos hídricos para  la generación actual y para las futuras.

Y como le hemos perdido la confianza al actual ayuntamiento, demandaremos que en el proceso de elaboración del nuevo POT participen como testigos sociales e institucionales Transparencia Mexicana, Propuesta Cívica, la UNESCO y el ICOMOS.

No estamos en contra del desarrollo ni del empleo. En Guanajuato tenemos un problema urbano muy serio, que los gobiernos municipales han dejado crecer. Tenemos varias colonias con problemas de propiedad y servicios -que terminaremos pagando todos- como La Carbonera, El Edén, Las Bateas, etcétera.  Los asentamientos ubicados en el sur del municipio están creciendo muy rápidamente y en forma desordenada, sin vialidades ni servicios suficientes. Los cerros y montañas que rodean a la ciudad se están erosionando muy rápidamente, con las consecuencias dañinas que conocemos: deterioro ecológico, mala imagen del entorno de la ciudad, peligro de desastres e inundaciones, como los que ya han ocurrido en otras épocas, y que pareciera que se quieren olvidar.

Guanajuato vive y la lucha sigue. ¡Guanajuato somos todos!

* Este texto fue redactado antes de la realización del plebiscito, ayer domingo.

Antropólogo social. Profesor investigador de la Universidad de Guanajuato, Campus León. luis@rionda.net – www.luis.rionda.net - rionda.blogspot.com

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