29 Diciembre 2010
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ANÁLISIS A FONDO Pronóstico: 2011 será mejor, pero que 2010
Pero 2010 nos deja enseñanzas, duras de roer, terribles, dramáticas. Somos violentos. Reaccionamos como el estúpido. No respondemos como el inteligente. Enjuiciamos y actuamos sin pensar. Matamos a diestra y siniestra. No nos importa quien caiga. Cuántos de esos fantasiosos 30 mil ejecutados están involucrados realmente con las bandas de la delincuencia organizada. Nadie puede saberlo. Hubo muchos inocentes, muchos niños, muchos ancianos, muchas mujeres que cayeron. Y el drama de los desheredados. Los millones de pobres que apenas tienen para medio comer, para vestir mal, para vivir apiñados en una vivienda inmunda. Son los “bien acomodados” de la vida; bien acomodados porque para dormir se acomodan como sardinas en el suelo y duermen con “calefacción” humana. Menos mal. Y los que duermen en la calle, como doña Chepita, que tiene su “residencia” en una acera en la calle de Mina, en la colonia Guerrero de ciudad de México, y al amanecer, en mis paseos matutinos, me saluda con una sonrisa sin pedirme nada. Por supuesto que yo tampoco le doy nada por ese temor que siento de humillarla. O como el Chequelo que todas las madrugadas – pasada la medianoche, en realidad me espera para ayudarme a abrir el protón de la cochera y me pide un cigarrillo. Sólo un cigarrillo. Con eso se conforma. Y a quien le he dedicado dos poemas que no me quedaron tan mal porque hasta le gustaron a la Lupita López. Fue un año malo este 2010. Malísimo. Yo quisiera augurar un 2011 pleno de bendiciones. No puedo hacerlo porque todavía no se inaugura. Pero el otro día, escribí en los blogs de Twitter y Face Book: el 2011 será mejor, pero… que el 2012. Lo escribí en tono de broma. Sin embargo, qué podemos esperar. La verdad es que quisiéramos esperar todo bueno. Pero… Uf. Las bandas del crimen organizado, fáctico e institucional, no paran. No descansan, como los políticos que están en estos días en Acapulco, en Cancún, en la Riviera Maya, en la Mediterránea, o en París o Londres, o Miami o California. A mí me daría vergüenza irme de vacaciones, mientras el país se nos deshace entre las manos. Y de ello tenemos millonadas de pruebas. La carestía de la vida corre galopante. Dicen que la inflación, medida por el índice nacional de precios al consumidor, habrá aumentado un 4%, al dar las 12 campanadas del 31 de diciembre al primero de enero del nuevo año. Eso dicen. Pero en la vida real los precios de los productos de primera necesidad están, hoy 28 de diciembre, día de los inocentes… por las nubes. Caramba. Cuando era chamaquito cómo me costaba escribir nubes con “b”. Hasta que mi profesora me puso a escribir cinco planas de “nubes”. Jajajajaja. La marcha de la economía tampoco camina. Los inversionistas mexicanos están prefiriendo invertir en América del Sur. Y dicen que el empleo “repuntará” el próximo año. Cómo lo saben. Por qué dicen mentiras, si es tan satisfactorio hablar siempre con la verdad. Los trabajadores que se ven obligados a dejar sus campos, sus pueblos, sus comunidades, sus ciudades ricas en carencias, por falta de trabajo, aunque fuese mal remunerado, e irse al “otro lado”; a los Estados Unidos de Norteamérica les espera un futuro absolutamente incierto – bueno, el futuro de por sí es incierto; sólo es cierta la muerte, pero también es incierta la hora y el lugar en que ella ocurrirá -; de lo único que estarán ciertos es de que, sin los coge la “migra” – la policía antiinmigrante -, los tratará como criminales, como terroristas, como narcotraficantes y, o los encarcelará o los deportará a México, a llenar por días la cárcel de Tijuana, por mencionar un punto importante de la frontera norte, en donde pasarán las de caí en una jaula de cuatro por cuatro, con un centenar o dos centenares de coterráneos, muy bien “acomodados”. Y así podría seguir llenando cuartillas de esta historia sin fin. Del drama del 2010. Ahora, en estos meses, he llegado a la conclusión que tengo que hacer realidad aquello de Francisco de Asís: “Deseo poco y lo poco que deseo lo deseo poco”. Así que mi deseo para todos es poco. Que gocen de buena salud. Que tengan aunque sea para comer frijolitos con arroz. Que se puedan comprar una prenda de 30 pesitos para salir a enamorar a la novia. O para esperar al novio. Y que se despojen de la violencia y el ruido que hay en la cabeza. Que tengan paz y bien, pues. http://analisisafondo.blogspot.com/
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Lo mejor de todo es que prácticamente se acabó 2010. Los infortunios, los pobres moridos de hambre; la sangre derramada: los miles de asesinados en la guerra del narcotráfico; las muertas no sólo de Juárez, sino de todo el país, con su icono, Marisela Escobedo, joven madre que cargó con la cruz de todas las madres que perdieron un hijo; la corrupción y la impunidad en todos los estamentos de la vida de esta sociedad neurotizada, absolutamente inconsciente, comenzando por el “gobierno”, del cual nadie se hace responsable, hasta el ciudadano que, por evitar molestias burocráticas, tiene que darle una “mordida” (cochupo) al policía de la esquina por no traer la calcomanía de la verificación ambiental, o pasarse un semáforo en rojo; nuestra supina irresponsabilidad ante la vida individual y colectiva, han dejado su estela de confusión, desesperanza, valemadrismo y síndrome de ausencia en la “inconciencia” colectiva, pero son ya el pasado, y el pasado no existe. Sólo disponemos del momento, del hoy, y todos corremos para saciar nuestras ansias de consumidores de chatarra, para “celebrar” la llegada del “año nuevo”. 
