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25 Mayo 2011
 


 

Échate un gas
Tomás Corona

Monterrey.- Aunque a veces la utilizas para alguna pachanga, tu casa ha permanecido sola desde hace varios años, pero siempre has procurado pagar a tiempo los recibos correspondientes a los servicios para evitarte broncas. Un día descubres que cortaron el gas y, entre desconcertado y encabronado, acudes a la dependencia particular correspondiente, Gas Natural, a reclamar la anomalía.

Durante el trayecto te das cuenta de que nunca habías pensado porque chingaos concesionaron el servicio de gas a una empresa privada y española pa’acabarla de joder; te da rabia pensar cómo nos encajaron la uña y se llevaron (se siguen llevando) el poco dinerito que tenemos; además, ¿por qué te cortaron el servicio estando el recibo pagado?

Había sólo dos o tres gentes y aun así la espera fue larga. Después de una hora y media y una serie de infructuosos diálogos con diferentes y parsimoniosos empleados, nadie supo las razones del corte. Aunque puedes comprobar fehacientemente que es un error de la poderosa empresa, la única solución a “tu problema” es pagar la reconexión. Tu mujer, que te acompañaba ese día, es de armas tomar, alza la voz, reclama, discute, echa madres…. amenaza, con no pagar, con demandar…

Haga lo que quiera. Le responden. Salen echando chispas por la irrefutable injusticia. ¿Para qué demandar si sabes que nadie te va a hacer caso y la maldita burocracia carcomería tu espacio-tiempo? Tal vez la Profeco… No, definitivamente no, con tantas preocupaciones, apenas tienes tiempo para vivir. Pasan los días. Te atrapa de nuevo la rutina y aquel engorroso asunto queda pendiente entre las múltiples actividades de tu agitada vida. Le restas importancia al problemilla y aunque quieres olvidar el entuerto, el gusanito sigue allí, socavando tus sienes cuando de repente lo recuerdas. Cuchillito de palo y estrés gratis.

Pasa el tiempo, una extraña llamada hecha desde México activa de nuevo el problema. Tú la atiendes, te dicen que si pagas el adeudo por el servicio la reconexión será gratuita, te condonarán el costo. ¿Adeudo por el servicio? Pero si hace meses que no tienes gas, no entiendes absolutamente nada.

Amablemente, una chilanga te explica que se cobra una cuota mínima en el rubro: “cargo por servicios” por el hecho de estar conectado y respaldado por la empresa, en caso de robo del medidor o en otros casos. Entiendes menos cada vez.

Pero si no tengo gas en la casa, por qué voy a pagar. Replicas. Ya le expliqué señor… México lindo y jodido, qué le vamos a hacer.

A escondidas de tu mujer, según tú para darle un gustito, vas y pagas la cuota exigida para subsanar el problema. ¡Oh, sorpresa! Por haber transcurrido casi cuatro meses desde el corte del servicio, debes pagar el doble de lo que te dijo la chilanga.

Les dice que me llamen en caso de tener alguna dificultad. Te había dicho ella. Sí cómo no, hasta crees que lo iban a hacer. Pagas el doble, no era mucho (si te hubieras tardado un poco más sería el triple) y presupones que, para tres días después, la llama de la estufa brotaría azul y flamante durante la cocción de los ricos guisos en la próxima reunión familiar que se avecinaba, la cual se celebraría en la casa sola, y tu esposa se pondría feliz. Craso error….

Pasan quince días y nada de la reconexión. La fiesta fue frustrante, el amigo que te iba a prestar un tanquecito de gas te quedó muy mal, los platillos medio fríos, a pesar del apoyo de la vecina, y quedaste mal con tu necia tía empeñada en tomar café cada cinco minutos, ella sí que sabe cómo hacer sentir mal a la gente con sus alevosos comentarios: que si eras rico, que qué descuido, que para qué la invitaban, que qué fea comida fría… a tal grado que estuviste a punto de mandarla a la chingada.

Tenemos que arreglar pronto ese asunto del gas, gordo, uno cree que estas cosas no hacen falta y ya ves… Aseveró tu esposa. Y mientras tú calladito, por aquello de la pinche reconexión fallida, y ya pagada.

Uno de esos lunes, embalsamado por la güeva, con el recibo de la cuota mínima pagado y temeroso por la reacción de tu mujer, acudes a Gas Natural a reclamar de nuevo. ¡Qué raro! No había nadie. Quizá porque transcurría la media mañana. Te vas directamente hasta la ventanilla donde te atiende una flaca mal encarada y le explicas “tu problema”.

Oiga, es que ya pagué y me dijeron que… Te interrumpe groseramente y con un dejo de diva tercermundista, te dice: Es que no hemos recibido ninguna notificación de México, señor. ¿Qué no es la misma empresa? Recalcas.

No, ellos son un servicio jurídico externo que se contrata para los clientes morosos.

¿Jurídico…? ¿Morosos…? ¡Ah caray! ¿Y usted no puede solicitarles una notificación por Internet o un informe mensual de reportes, o algo así?
No señor, ellos son otra empresa y déjeme decirle algo, si transcurre más tiempo va a tener que pagar de nuevo el servicio y también la reconexión.
Pero, ¿cómo es posible? Si aquí está mi recibo pagado… y se supone que la reconexión iba a ser gratuita… Ya lo sé señor, pero no me aparecen datos en la pantalla  sobre su reconexión, mire… Hace girar el monitor. Ves con desgano el montón de datos.  Si quiere hable otra vez a México…

Insistes, con argumentos válidos, derrochando paciencia y tolerancia, pero todo es inútil. Enrojeces, te pones verde, azul, morado, todo es inútil… ¿qué se puede o se debe hacer en estos casos? Chin… Sales echando madres, rayos y centellas.

Le cuentas a tu mujer. Intenso drama familiar. Que por qué no le dijiste, que ella hubiera arreglado todo sin problemas, que la falta de comunicación, que la escasez y tú regalando dinero. Empequeñeces en cada nueva acometida. Recuerdas a tu amiga la chilanga, quien te había dado un número telefónico, intentas contactarla pero al parecer se volvió invisible.

Tu mujer llama, ¡qué suerte!, después de muchas peripecias y horrendas máquinas contestadoras, le responde otra tipa. Pobrecita. Tu mujer se desquita con ella y la despedaza a puras cachetadas con guante blanco: que se “echan la pelotita” uno a otro, que el servicio es pésimo, el vil engaño del que son víctimas los usuarios, la clase de país que tenemos, que si los contratan para engrandecer el problema, que son unos rateros, entre otras linduras. La tipa proporciona un número telefónico para llamarle en caso de que no hagan válida la gratuidad de la reconexión, que ni era tanto dinero, pero el abuso y la desvergüenza se tornaron descomunales.

Vas de nuevo a Gas Natural acompañado por tu mujer. Decidieron que dejarían que les escurriera la manteca para no caer en la desesperación ante la reinante ineptitud de los empleaduchos de la susodicha empresa. Mal día, la fila es infinita, afortunadamente hay dos lugares vacíos entre las hileras de sillas azules. La sarta de argumentos y pláticas entre las personas que esperaban sentadas su turno para deshacer los tremendos líos en que estaban metidos fue horrísona, ¿por qué seremos tan agachones los mexicanitos y los nuevoleoneses? Somos un mar de quejas que nos ahoga sin remedio pero no hacemos nada para solucionar nuestros problemas…

Fíjese, yo pague el recibo en el HEB, se los traje y no me lo quieren hacer válido y me amenazan con cortarme el gas, quieren que lo vuelva a pagar otra vez, imagínese…

Nombre, señor, yo estoy peor, estos desgraciados se llevaron el medidor de mi casa y todavía me siguen cobrando el gas, de eso hace ya tres años.

Yo tenía una fuga y casi nos morimos por oler el gas varias horas, cambié toda la tubería, me salió un ojo de la cara y todavía tuve que pagar la prueba de “ermetecidá”, pero vengo porque me salió el recibote de cinco mil pesos, ¿se tiraría tanto gas en tan poco tiempo? ¿Cómo ve?

Mi papá no sé qué problema tuvo con la tubería de afuera de la casa y quieren que venga personalmente a firmar no sé qué pero está malito y ya no puede caminar, y ahí lo tiene sin gas.

Yo hablé con un chilango con acento español por un supuesto adeudo de quince mil pesos que tengo, pero no es cierto y me dijo que no era problema de la compañía sino de los usuarios que no quieren pagar y todo lo quieren gratis, yo le menté la madre pero de nada sirvió y me quedé sin gas y con la drogota fantasma y aquí estoy, emproblemado.

Yo sí debo, pero poquito y vengo a ver si me dan chanza de pagar en pagos, es que he tenido muchos problemas familiares, falleció mi mamá, echaron a la cárcel a mi hermano, en fin…

Pero no es justo que abusen, todas esas pendejaditas que te cobran extra en el recibo es la ganancia para ellos, yo vengo a cancelar el servicio y a poner mi tanquecito, aunque batalle, pero al menos así sé lo que gasto.

Nosotros también venimos a cancelar el servicio porque cortaron el gas de la casa, aun estando pagado el recibo, expresó mi mujer.

La otra gente que nos oía afirmaba o negaba a cada nueva queja que brotaba de los labios de aquellos seres unidos por el abuso y la negligencia de aquella compañía extranjera. Si la sociedad civil despertara, pensaba yo, pero cómo, si nuestro deleznable sistema educativo lo único que ha formado es una bola de ignorantes que quizá saben mucho de la vida pero son incapaces de exigir sus derechos, qué tal si todos los quejosos nos uniéramos y demandáramos legalmente a la deshonrosa compañía de gas, otra cosa fuera, pero… se vale soñar.

Nuestro lío con Gas Natural terminó pronto. ¿Va a cancelar el servicio? Dijo el empleaducho, sin siquiera mirarte. ¿Y cuál es el motivo? Negligencia y abuso por parte de la empresa. Respondes categóricamente.
¿Cómo dice? No puedo poner eso, señor. ¿Por qué no? Inquieres. Política de la empresa, no podemos permitir que dañen su imagen. Entonces ponle lo que te dé tu regalada gana, respondes con toda la paciencia que te es posible.

A ver, déjeme revisar… Un problema de reconexión por adeudo, ¿le parece bien? Ya te dije, pon lo que quieras. Muy bien, mire, le van a hablar de México para ofrecerle una opción para resolver su problema.

Una sonora y rotunda carcajada y una cara de what retumban en aquel recinto plagado de injusticia. ¿De qué se ríe, señor? No, de nada, no se molesten, no quiero saber nada de tu corrupta empresa. ¿Es este su número telefónico? Intrigado y con cierto pavor descubres ante tus ojos el número telefónico de tu casa…

¿Y quién te lo dio? Porque mi número de teléfono no está en el recibo, que yo sepa. ¡Ah!, es que tenemos un convenio con las compañías telefónicas para detectar clientes problemáticos, también tengo su celular…

El pavor se convierte en terror al percatarte de la innegable existencia del gran ojo que inexorablemente nos vigila. El trámite es breve, entregas una identificación y recibes un papelucho que supuestamente corta de tajo tu relación con aquella perversa empresa. Tu mujer y tú caminan de regreso sin hablar y el mismo pensamiento te asalta de nuevo. Pinches españoles mercenarios. Si la sociedad civil despertara…

Gramsci, la formación de intelectuales orgánicos y tu cavilación se difumina en el insondable abismo de aquella irrealizable utopía.

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