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928 15 Noviembre 2011

¿Accidente o atentado?
Mario Clío
 
M
onterrey.-
El helicóptero de Blake Mora no parece estamparse de frente en una montaña. Pareciera que se desplomó o quizás fuera derribado; el mal tiempo es sólo la versión oficial.

Para aceptar la versión de la Presidencia de la República de que el helicóptero de Francisco Blake Mora se estrellara en una montaña, habría que ignorar una serie de situaciones muy claras que saltan a la vista:

1.-La cauda de fragmentos que dejó el percance, que cuyo trozo más grande y reconocible fue la parte del eje del rotor superior, dejó un tallón de 200 metros de longitud, de acuerdo a la misma declaración de Gilberto López Meyer, director general de Aeropuertos y Servicios Auxiliares. En ese trayecto se aprecia que prácticamente se pulverizó el aparato de más de cuatro toneladas de peso. Para haber logrado este efecto físico de tantos metros, el aparato debió colisionar a una velocidad estimada entre los 180 y los 250 kilómetros por hora. La velocidad de crucero de estas aeronaves es precisamente de 245 kilómetros por hora.

Ir volando a esta velocidad no suena lógico, ni si quiera para algún novato, ante una situación con neblina cerrada, como informan las autoridades que había durante esa mañana. La lógica natural de un piloto ante esta situación es “palpar la visibilidad” a poca velocidad. Con mayor razón, si la tripulación ya había decidido cambiar su ruta debido a estas mismas causas, que es común hacerlo cuando se encuentran bancos de niebla. Encontrarse en una zona fuera del itinerario exigía más precaución, sobre todo en el tema de la velocidad. (Si usted amigo lector, condujera su auto por la carretera Monterrey-Saltillo y se encontrara un banco de neblina que le impidiera ver más allá de 100 metros, ¿iría a los mismos 120 kilómetros por hora o bajaría su velocidad?) La única manera de haber dejado un surco con esa longitud es que las mismas hélices hayan trabajado como rueda de carreta, y llevado al helicóptero a esta distancia final, después de su primer impacto, o que la inercia haya sido provocada por la gravedad de una caída libre.

El nivel de impacto y despojos minúsculos, no parecen de una colisión de "panzaso" en vuelo rasante horizontal, todavía menos cuando esa montaña no es pronunciada. (Las mismas autoridades de la SCT mencionan sólo unos 20 grados de inclinación.) Todo indica que fue un desplome desde mayor altura (si se me permite el símil, es algo parecido a una mancha de agua que deja un globo arrojado y reventado sobre el pavimento). Si uno busca fotografías de colisiones de helicópteros en internet, descubriremos que en ninguno de los casos las partículas han sido tan minúsculas como en este percance, y cuando sucede así, es porque en ese caso, el fuego consumió la nave colisionada, pero aquí no hubo fuego. Los percances en helicópteros dejan más del 50% de la nave reconocible.
 
2.- Otro de los puntos ilógicos, se encuentra en el árbol que quedó intacto junto a la mancha que dejaron estas partículas y su zanja. Un helicóptero que surca a baja altura, y pasa tan cerca de un árbol de ese tamaño, con sus hélices antes rebanaría al árbol o sus ramas. A unos metros del tallón de este terreno quedó la cola, a dos o tres metros del árbol intacto. En este caso, curiosamente sus potentes hélices de 15 metros de diámetro aparentemente no tocaron ni una rama. Las primeras tomas aéreas de Carlos Loret de Mola (periodista de Televisa) dan cuenta clara de ello y se encuentran en youtube.
 
3.-Cualquier tractocamión de carga en México tiene habilitados aparatos G.P.S. para monitorear sus cargas; no entiendo por qué un helicóptero en donde ha viajado el propio presidente de México no cuente con equipo de registros de voz y datos que permitan saber las velocidades y trayectorias, sobre todo en los segundos previos de este percance. Eso sería clave para conocer qué pasó.

El problema es que aceptar que el helicóptero haya sido derribado por el lanzacohetes de un enemigo del gobierno, sería dar señales claras de ingobernabilidad en esta complicada recta final del sexenio.
 
Autor del libro Fragmentos de un avionazo.
www.marioclioescritor.com

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