HABÍA UNA VEZ
Rebelión de los gobernadores priistas
Everardo Hernández Medrano

atamoros, Tamaulipas.- Actualmente, el Revolucionario Institucional gobierna 19 de las 32 entidades del país, sin tener que rendirle cuentas a nadie ni andar preguntando o pidiendo permiso para tomar decisiones o endeudar a sus entidades, por lo que los  mandatarios han aprovechado esa independencia e influencia a lo largo de esos once años de panismo y de no tener mandamás priista en Los Pinos para constituirse en un gran poder electoral, libres del asfixiante centralismo.

Lo que han visto y escuchado con mucha preocupación, los gobernadores priistas en los últimos días, es que el precandidato Enrique Peña Nieto, es autoritario, arrogante, encerrado en su grupo político del Estado de México, muy patrimonialista, reacio a negociar con otras expresiones políticas y dispuesto a aplastar a sus adversarios o competidores, como sucedió con el grupo del senador Manlio Fabio Beltrones, con el que muchos gobernadores simpatizaban.

En Saltillo, Coahuila, luego de la toma de posesión de Moreira II al gobierno del Estado,  cuatro gobernadores del norte del país tuvieron un intercambio de opiniones en privado sobre los beneficios o perjuicios de apoyar a alguien que mañana podría convertirse en su verdugo.

-Esos del Estado de México no son de fiar -dijo un gobernador norteño.

En el aeropuerto de Ramos Arizpe, Coahuila, un gobernador que esperaba abordar su avión para regresar a su entidad, manifestó su malestar por la actitud autoritaria de Peña Nieto que --antes de ser ya reclama que se le rindan y le besen la mano como si ya fuera el  Gran Tlatoani.

-¿Para qué queremos un jefe en Los Pinos, si  así estamos a toda madre? -dijo uno de los jóvenes gobernadores en tono jocoso y bravero- los panistas nos dan todo el dinero que les pedimos.

-¿Viste? -dijo otro- este buey de Peña Nieto ya se siente presidente y hasta nos ve con altivez, como si fuéramos parte de sus ayudantes o lame botas chilangos.

-Sí -dijo el de más edad- Televisa y las empresas que hacen encuestas a modo le han dado una falsa certeza de que ya ganó, pero su triunfo va a depender de nosotros, así que abusados -les advirtió a sus colegas- no vayan a entregar en mazorca -en referencia al dicho campirano de que  por una mala negociación venden el maíz  barato sin desgranarlo- como hizo Humberto Moreira al entregar senadurías y diputaciones a la Gordillo y al Niño Verde ¿A cambio de qué?

-¿Acaso a alguno de nosotros nos tomaron en cuenta para regalar senadurías y diputaciones a esos partiditos buenos para nada?-preguntó otro en tono muy molesto al tiempo que saltaba a la plataforma para abordar su avión.

El malestar de algunos de los gobernadores surgió luego de que algunos de los improvisados y arrogantes personeros de Enrique Peña Nieto, se han dirigido a ellos en forma altanera, poco comedida y respetuosa, no invitando sino dando órdenes, no pidiendo, sino exigiendo algo a lo que no están acostumbrados: sumisión total. 

En la estructura interna del PRI, los mandatarios estatales son hoy la fuerza que impone las condiciones, pero  el Grupo Atlacomulco del Estado de México no está dispuesto a reconocer ese poder autónomo e independiente, sino a que se sometan sin negociación. Exigen la rendición incondicional de su fuerza ¿A cambio de qué? Se preguntan indignados.

Actualmente los gobernadores del PRI  son capaces de designar a sus sucesores, alcaldes, diputados locales, magistrados, diputados federales y hasta senadores y esto no ocurría antes, pues cuando el presidente era al mismo tiempo el líder máximo de ese partido, controlaba las ambiciones regionales y de los  grupos, ponía y quitaba gobernadores a su antojo sin contra pesos y a eso es a lo que le temen muchos mandatarios estatales y piensan que estarían mejor con un presidente de la república del PRD o del PAN.

En el caso del gobernador de Tamaulipas, Egidio Torre Cantú, quien apenas tiene un año gobernando de manera autónoma, sin contrapesos, se ha mostrado reservado sobre su apoyo electoral a Enrique Peña Nieto y además está muy molesto porque los “lame botas” del ex gobernador del Estado de México, le  exigieron, sin lograrlo, que cambiara la fecha de su primer informe de gobierno para que no coincidiera con el registro del precandidato. Los mandó por un tubo.

Felipe y la bancarización de la indigencia
Muertos de frío y debilitados por su hambre ancestral los habitantes del poblado indígena de Batopilas, Chihuahua, escucharon el pasado primer de diciembre, con la boca abierta por la sorpresa, cómo este presidente había llegado hasta estas montañas para ofrecerles como solución a su pobreza, ¡una tarjeta de débito! No lo podían creer.

-Con la tarjeta se hace la diferencia entre los que tienen dinero y los que no tienen, afirmó convencido el Presidente Felipe Calderón ante los cada vez más sorprendidos miembros de la tribu rarámuris de la helada y árida sierra Tarahumara.

Palabra común entre los financieros, la bancarización pareció no decir nada a los rarámuris que escucharon el exaltado  discurso del mandatario, quien usó sus mayores esfuerzos de predicador callejero  para exaltar las bondades de la nueva era de Oportunidades y conferirle a la tarjeta bancaria la calidad de instrumento milagroso y sagrado para salir de la pobreza.

-¿Este es el Presidente o es gerente de un banco? -preguntó un indígena.

Antonio, un indio rarámuris que aprendió a leer en una escuela religiosa, pensó que el presidente había perdido la razón como los anteriores que los han visitado con las mismas propuestas increíbles e inútiles.

-Cincuenta años de escuchar las mismas promesas y seguimos igual de jodidos -dijo en tono de queja una mujer de edad indefinida.

-No sé -dijo Antonio-, cómo piensa bancarizarnos si aquí ni bancos hay. ¿Para qué nos puede servir una tarjeta aquí en la sierra? ¿Acaso piensa que los mezquites dan billetes?

-A mí me parece que nos está tomando el pelo -dijo Agustín, otro indígena alto de tez muy oscura que estaba sentado en el piso de tierra junto a Antonio, ambos habitantes de Batopilas, el segundo municipio más pobre y rezagado de México.

En primera fila, el secretario de Desarrollo Social Heriberto Félix Guerra se aguantaba las ganas la risa cuando escuchó decir  al presidente:

--La gente pobre cuando necesita un préstamo va al banco y le dicen: ‘¿tú quién eres?, tú no eres nadie, no tienes ni cuenta en mi banco, no tienes cuenta en el sistema’. En cambio, la gente que tiene cuenta en el banco va a pedir un dinerito para una emergencia, que porque se casa la hija o va a poner el nixtamal y le dicen, ah, tú tienes cuenta en el banco, y le prestan.

De la sorpresa, los indígenas pasaron al estupor.

-Se me hace que al presidente le afectó lo frio de la sierra -comentó Agustín con cierto temor en la voz.

Calderón siguió con su tono exaltado de telepredicador y  anuncio con los brazos abiertos en cruz, el programa de bancarización más grande del mundo. Todo eso va haciendo, también, diferencias entre los que tienen dinero y los que no tienen, lo que se llama el acceso a los bancos. Hoy, con esta tarjeta, le estamos dando acceso al banco, por primera vez en la historia de México, a 6 millones de familias, las más pobres del país y ya encarrilado agregó:

--Aquí nadie de ustedes tiene cuenta. ¿Por qué? Porque aquí en Batopilas no hay ni banco, ni teléfono, ni internet, ¿no es cierto?, pero con esta tarjeta ustedes van a poder tener una cuenta en un banco.

Ahí va a estar su dinero, y como aquí no hay bancos, pues les va a durar mucho más porque no lo van a gastar.

Un reportero que cubría la gira presidencial le susurró a su camarógrafo:

-El licenciado Calderón ya está como el candidato del chiste que llegó a una ranchería muy jodida y les pidió el voto a cambio les haría un puente y los campesinos le respondieron ¿Y para que queremos un puente, si no tenemos río?

-Pues, les hago un río primero -les respondió el candidato del cuento.

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