ANÁLISIS A FONDO
El botín que está en juego
Francisco Gómez Maza
Ni democracia ni futuro
La democracia, sólo simulación
iudad de México.- Y qué es lo que estará en juego en las elecciones de primero de julio de 2012. Algunos dirán que la “democracia”. Otros, que el “futuro del país” y así. Lo cierto es que ni la democracia ni el futuro del país. La democracia en México es sólo una simulación. El futuro no existe.
Y el país es sólo una palabra con la que los políticos pretenden asegurar y legitimar la dominación sobre los ciudadanos que nacieron o que adoptaron, y que viven, y la mayoría sobrevive, en un área geográfica determinada.
Tampoco estará en juego en este proceso electoral que apenas comienza la incultura, la ignorancia, de los que se disputan los puestos, los empleos, de “elección”.
Da lo mismo que sea Enrique Peña Nieto, o Andrés Manuel López Obrador, o Josefina Vázquez Mota. Da lo mismo, porque cuando uno de estos próceres sea “elegido democráticamente” por una mayoría de votantes, estos renunciarán a la democracia al depositarla en un solo hombre o mujer y el “gobierno” que éste o ésta, sea el priista, sea el izquierdista o la derechista, encabezará dejará de ser, ipso facto, “democrático” y sólo tronarán sus chicharrones.
Lo que estará en juego pues, como siempre, será de nuevo el botín del erario. La posibilidad sin límites de manejarlo, usufructuarlo, robarlo, al libérrimo arbitrio, sin ninguna posibilidad de que los ciudadanos intervengan en las decisiones de políticas públicas, sin ninguna obligación de rendición de cuentas, sin revocación del mandato. Esto no es de ninguna manera democracia.
Díganme si no.
El hecho de que Peña Nieto, o Cordero, o López Obrador sean un trío de incultos no significa nada, en realidad. Los políticos, salvo raras aves, lo han sido y lo son. La mayoría de los críticos lo somos también.
Pero lo grave es que los mexicanos seguimos creyendo que, por tener 18 años y una credencial para votar con fotografía, el voto cuenta y que nosotros somos los que mandamos a través de la persona que elegimos. Mentira.
Lo que dijimos ayer: en México no existe la menor participación de la población en los gobiernos, sean del PRI, del PAN, o de la izquierda. A lo más a lo que llega este sistema, que se presenta y siempre se ha presentado falsamente como democrático, es a la posibilidad de “elegir” (¿de veras, elegir sin comillas?) a una oligarquía formada por pequeños grupos de gobernantes y supuestos representantes, quienes nos someten y nos roban.
Lo explica magistralmente el doctor Clemente Valdés Sánchez, profesor de derecho constitucional, filosofía y ciencia política en la Escuela Libre de Derecho, en la UNAM, en la UAM, en la Universidad de Cambridge, en la de Liverpool, en la de Glasgow y Sitrling y en la de Poitiers.
Lo primero que se debe distinguir, para evitar trampas y confusiones, es que el gobierno por el pueblo es algo muy diferente de las elecciones o las designaciones que haga ese pueblo de algunos empleados para que ocupen ciertos cargos y, naturalmente, si una comunidad política tiene un sistema democrático en el cual las decisiones fundamentales del gobierno se toman por la mayoría de los ciudadanos, en el momento en que esa mayoría acuerda trasferir el poder de gobernar a una o a algunas personas electas por dicha mayoría, ese gobierno ha dejado de tener un sistema democrático.
En este caso, puede decirse, es verdad, que el pueblo, democráticamente, ha renunciado a la democracia; es decir, que ha renunciado a tener un gobierno democrático y lo ha sustituido por el gobierno de un solo hombre o, lo que es más frecuente en nuestros tiempos, por un gobierno oligárquico manejado por los grandes empresarios, los líderes sindicales o los líderes religiosos; pero, obviamente, el gobierno de uno o de algunos hombres sobre el resto de la población de ninguna manera podemos decir que sigue siendo un gobierno democrático, aunque la población elija al individuo o a los individuos que van a gobernar.
El engaño con el que unos cuantos hombres y mujeres se han adueñado del poder político reside en que han logrado hacerle creer al pueblo que la democracia son las votaciones para elegir a una persona o a un grupo de individuos para que estos gobiernen… Y una vez que la población acepta que la elección de un autócrata o de una oligarquía es democracia, cualquier gobierno basado en una elección popular, aunque sea el más perverso, el más despótico, o el más corrupto, puede presentarse como un gobierno “democrático”.
Así andan las cosas en este México de la corrupción, la impunidad, la violencia, la muerte.
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