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ESMIRNA:
MÁS QUE UN.
EN EL CAMINO
Lorena Sanmillán

culturalogoLa conocí en primer año de secundaria y sigue presente en mis recuerdos. Ella es inolvidable no sólo por su nombre; su particularidad implica todo su ser. La primera vez que la escuché nombrar, pensé que se trataba de un error. Asumía que se referían a ella como Es Myrna. Y así pensé que se llamaba. Después supe que su nombre era todo pegado, similar a una de las siete iglesias que están en Asia, a las que se dirige el ángel de Jehová en el Apocalipsis. Su familia era protestante, entonces el nombre tenía sentido. Esa fue nuestra primera plática.
El siguiente año tocamos juntas en el salón 11. A ella le gustaba mucho Timbiriche, en especial Benny. Sabía las canciones y le gustaba cantarlas. De carácter un tanto serio, era lindo ver cómo sus ojos cobraban expresión si cantaba. Viene a mi mente esa mañana en la que ella transcribía la nueva canción “Mírame” que cantaba Alix. “Soy capaz de mi destino, soy un. en el camino” y nos enfrascamos en una plática acerca de las abreviaturas, pues ella puso el símbolo del punto, en lugar de la palabra. Es difícil precisar cuándo empiezas a ser amigo de otra persona, simplemente empiezas a convivir y ya. Poco a poco esa persona se integra a los significados de tu vida y a veces, como en este caso, aunque le pierdas la pista, se queda en ti para siempre. Inolvidable nuestra excursión al Obispado, en búsqueda de datos sobre la música regional y aquel cumpleaños donde jugamos con una ouija y salimos corriendo asustadas porque la dichosa tabla se movió.
En tercer grado, formamos una planilla para la sociedad de alumnos. La llamamos ATARI (Alumnos Trabajando en el Avance Real de la Institución) y nuestro logotipo era el Ziggy. Ganamos las elecciones y convivimos mucho en la organización de eventos. Alguna vez intentamos bailar “Bazar” de Flans pero mi falta de coordinación me hizo abortar la misión. Nos reuníamos en el foro de la Plinio D. Ordóñez y nos hacíamos llamar las “Irresistibles” en otro claro homenaje a Timbiriche. He pertenecido a muchos grupos durante toda mi vida, también he sido separatista y solitaria; lo cierto es que nunca he tenido un grupo como ése. Los lazos que se tejen a esa edad difícilmente se destejen con el paso del tiempo. Creo que en esos momentos es cuando estamos en más disposición de ser y hacer amigos. Soñar era un constructo que no sabíamos cuánto nos costaría conquistar. La tarea era convivir y compartir, pronto viene a la vida otro verbo: competir.
Todas fuimos a distintas preparatorias y nos perdimos la pista. Salvo algunas esporádicas noticias y un fallido intento por reunirnos hace casi diez años. Cada quién siguió su vida. La nostalgia me hizo buscarla en Facebook. Debido a su nombre singular el asunto fue muy sencillo. Le escribí un mail con más esperanza que aquel ángel a las iglesias de Asia. Respondió. Establecimos contacto de nueva cuenta. La tecnología también sirve para diluir distancias.  Apenas se entera que escribo y tengo un blog. Apenas me entero que es casada y tiene dos hijos. Nos estamos redescubriendo bajo el velo de los sueños compartidos allá y entonces. Pactamos una cita y ahora cuento los días para volver a verla. Reencontrarnos con lo que fuimos veinte años antes. Contarnos lo que hemos hecho veinte años después. Seguir el . y seguido que el destino puso para nosotras. Espero que el reencuentro sea como la canción: ¡Irresistible, fenomenal!

lorenasanmillan@gmail.com
http://lorenasanmillan.wordpress.com

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