LA SONRISA DEL ABISMO
Roberto Guillén

El trazo de la resistencia no desfila para quien se arrulla con los ruidos multicolores del marketing.
Del Quinto Encuentro Internacional de Escritores hubo alguien que cautivó mi atención: Geroca. Sus líneas ilustraron el cartel del evento.
“Humor” supongo que es el título de su obra, en la que aparece un hombre con un libro en las manos, al tiempo que explota de risa.
El primer impacto nos remite al gesto grotesko con el que Georg Grosz solía trazar la imbecilidad de los capitalistas en su tiempo.
Y aunque  la obra encuentra su intención en el humor del que hablaron los escritores, se trasciende a sí misma y termina por evidenciar la estulticia de los humanos.
El hombre grosziano de Geroca en primera instancia cumple con su cometido. Es un mono que ríe a libro abierto. Las letras lo transportan de la imaginación al humor. Resultado: La Silueta de la Herejía.
El mono que ríe no es un hereje per se, lo es en tanto que refleja la gran herejía sobre la que descansan los cimientos de la civilización: La culpa, y por extensión, la supresión del pensamiento.
“Los hombres con imaginación son muy escasos”, sentenció Stefan Sweig, en sus 24  horas en la vida de una mujer.
Marcel Proust asegura que los mejores amantes son aquellos que están dotados de imaginación. Para el buzo del subconsciente, Sigmund Freud, ”la imaginación es la cavidad hereje. Galileo Galilei, perenne escarnio para las “guillotinas institucionales del pensamiento” y la inventiva.
El mono de Geroca…el hombre que siempre ha estado en peligro de extinción y que jamás será “vaporizado” en tanto exista una locura orwelliana.
El humor es el pedigree de la individualidad. Y ante la tribu, el individuo encuentra en el humor su leit motiv. Y no pocas veces el cadalso.
El hombre grosziano exhibe sin empacho lo empedernido como posibilidad existencial unívoca. En su rígida deformika anatomía se evidencia lo que Nabokov denuncia: “Este mundo es de hierro forjado”.
La obra engarza la lucidez como máxima locura y la idiotez como el top de la cordura.
Al infierno de la imbecilidad corresponde la inasibilidad del espíritu lúdico.
El humor, un efluvio que no admite implementos inquisitoriales.
La colectividad se desangra por copular con su tirano. Nocturnamente claman por un subyugador. (Hay que tener dientes, dijo Bertoldt Brecht.)
El hombre-humor de Geroca es el color del abismo. Gouffre smile. Sabe que sólo existe una manera de revertir el movimiento descendente: el humor.
El ascenso es la mentira violácea con que engordan a la colectividad.
Los standard brain  viven un eterno desfiladero, creyendo que oscilan entre los pétalos de una orquídea, el individuo grosziano niega todo movimiento directriz.
El humor lo abstrae de la penosa  marriage de gravedad. Prefiere flotar. Moliere también prescindió de Mr. Newton. Los esperpentos de su época le arrancaron estas palabras: “Por todas partes veo motivos de sátira, y bien puedo reírme de estos necios”.
De igual manera, el trazo de Geroca es una radiografía de los deseos-chimuelos  barnizados por el neón.
Sosa Cáustica que ennegrece la party.
Su caricatura es un apagón ocasionado por un kármiko gato anodino en el punto efervescente de una orgía, protagonizada por seres eléctricos.
Geroca unplugged
En cada línea nos presenta la esplendida sordidez matutina de la puta…de oro por las noches.
La jijediondez de la estupidez humana por reducir al hombre a una expresión diminuta, lacrimosa y terminal.
El humor es la cruza de un fantasma y un prestidigitador. Flota como un sueño azul.
La mentalité carre, rabiosa ladra por la aniquilación del mito.
Y el humor evoca la infinitud de un estornudo. Es húmedo. De chocolate.
Effrayant.
En el barco ebrio con Rimbaud
Para engullir el tedio.
El ready made que chista.
Geroca, gouffre smile.

Texto publicado en el catálogo del pintor Geroca, coeditado por la UANL y el Café Nuevo Brasil.

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