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1116 3 Agosto 2012

 

Lo que le falta a Medina
Hugo L. del Río

Monterrey.- Chava Portillo es un gran amigo de hace muchos, pero muchos años. En tanto colega, respeto, además, su profesionalismo, su experiencia y su inmediata capacidad de respuesta. Tiene razón: en política raramente concordamos.

Me dice Chava que Rodrigo Medina no es del todo culpable del desastre en que ha hundido a Nuevo León: recibió de Natividad una herencia maldita.

Vamos, vamos. Don Lázaro Cárdenas fue una imposición de Plutarco Elías Calles, pero cuando el fundador del partido de Estado habló de más, el michoacano lo expulsó de México.

Y vaya que aquello era riesgoso.

El señor Cárdenas no fue títere de nadie ni se dejó manipular por los poderes que lo llevaron a la Presidencia. El joven Medina podría leer esta historia y reflexionar un poco.

A Hamlet le queda bien eso de “ser o no ser”, pero en el ejercicio de la autoridad ese tipo de dudas no son aceptables.

RM ya lleva casi tres años en palacio: ¿qué no es tiempo más que suficiente para exorcizar a los demonios del sexenio anterior?

Pero Natividad tampoco es el único negro a quien le arrojamos la pelota para que se caiga al agua.

Papá Medina ha ejercido más influencia y autoridad en el gobierno que su hijo. Don Humberto le metió a Enrique Laviada con calzador, indiferente, al parecer, al daño que le hace a su hijo con ese tipo de desplantes.

La conclusión es obvia: hay funcionarios que se desempeñan con decoro y los hay que dejan una larga cauda de malos recuerdos. Pero unos y otros tienen carácter y temple: precisamente lo que le falta a Medina.

Pie de página
Mis disculpas a los dos o tres lectores que aún me quedan. Me equivoqué al pronosticar que la abogada María de Jesús Aguirre sustituiría a doña Cristina Díaz. Es  mi error y de nadie más. No hay justificación ni explicación que valga. Fallé y eso es todo.

 

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