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1129 22 Agosto 2012

 

De la tiranía de los jueces
Efrén Vázquez

Monterrey.- No resolver las controversias electorales y postelectorales en el ámbito de la política, dejar que por falta civilidad política sean los jueces los que resuelvan el sentido de la voluntad general en forma de definitividad, como ha acontecido en las elecciones presidenciales del pasado 2 de julio y en las del 2006, puede originar que se caiga en el farragoso terreno de la tiranía de los jueces del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.

Con el inminente peligro de que la imagen general de la justicia: familiar, civil, penal, administrativa, penal, etc., quede gravemente dañada, pues suponiendo que las otras ramas de la justicia tengan una buena imagen, éstas serán percibidas por los justiciables a través de la deteriorada imagen de la justicia electoral.  

Vayamos por partes, en Estados Unidos se ha usado la expresión “tiranía de los jueces” para referirse al temor al poder que tienen los jueces (o magistrados y ministros) para declarar la inconstitucionalidad de las leyes. La pregunta que se han planteado es, en términos, ¿cómo es posible que un grupo privilegiado de ancianos juristas, tengan la facultad de declarar nula una ley, creada por el Poder Legislativo? (Véase, entre otros, a J. Roberth H. Dierker H., The Tyranny of Tolerance).

Pero este sentido, que esencialmente tiene que ver con paradigmas interpretativos, no es el que en este artículo quiero dar a la expresión «tiranía de los jueces», sino otro distinto, que tiene que ver con prácticas jurídicas viciadas en materia electoral que se realizan en sistemas políticos decadentes, como el nuestro.        

Hipotéticamente, la tiranía de los jueces en materia electoral, aplicable al caso específico de México de las últimas décadas, es un régimen jurídico de poder absoluto, el cual se ha venido consolidando y perfeccionando desde 1987, año en que se crea el Tribunal Electoral. No  es un poder unipersonal, como en su origen griego fueron las tiranías políticas, sino colegiado. No obstante, todo parece indicar que en los casos difíciles la minoría de este órgano colegiado tirano (en caso de que la hubiere), a través del sistema de corrupción es interceptada para que no se exprese en forma de voto razonado.

En efecto, dado las irregularidades de la elección presidencial del 2012, las decisiones sobre su validez tendrían que ser tomada por unanimidad, para tratar de hacer creer que si todos los integrantes votan en el mismo sentido, queda anulada la posibilidad de error. 

Pero stricto sensu, ¿cuál es el significado de tiranía de los jueces? ¿Todos los jueces son tiranos?

Si un régimen político autoritario tirano es aquél que se funda sólo en el poder, no en el derecho, por analogía, un juez tirano (o un órgano jurisdiccional colegiado tirano) es aquel que sus decisiones carecen de interpretaciones correctas y sólidas argumentaciones, porque éstas no se fundan derecho, sino sólo en el poder. 

Dicho lo anterior de otro modo, en las decisiones de los jueces u órganos jurisdiccionales colegiados tiranos no se expresa la razón, sino sólo el poder que, por un acto de autoridad, cual rey Midas, se convierte en ley. Siendo así, en respuesta a la segunda pregunta, no todos los jueces son tiranos, pues si éste decide conforme a derecho como medio para alcanzar la justicia, estamos ante un juez justo, no ante un juez tirano.

Una pregunta más. ¿Por qué el temor a que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación se muestre, en la su decisión en la que se resolverá el caso de la nulidad de la elección presidencial, como un órgano colegiado jurisdiccional tirano?

En primer lugar porque su presidente, el magistrado José Alejandro Luna Ramos, a pesar de que presume de su experiencia en la judicatura por más de 40, desde mucho antes de la sentencia que aun no se dicta, justo cuando apenas se comenzaban a contar los votos, cuanto ni siquiera había concluido el primero de julio, henchido de prejuicios contra el candidato de las izquierdas, AMLO, quien acababa de anunciar que demandaría la anulación de la elección presidencial, manifestó públicamente que las elecciones se ganan en las urnas, no en la mesa de las negociaciones. 

Y no es todo, el Consejo General del IFE, un órgano administrativo que también cumple funciones jurisdiccionales, a pesar de las denuncias jamás puso coto al excesivo gasto de campaña de EPN; pero eso sí, acaba de imponer una cuantiosa multa a los partidos que postularon a AMLO a la presidencia, por lastimar la buena imagen del PRI, con andar diciendo que hay miles de pruebas contra el fraude electoral. 

Volviendo al punto, ¿qué significado tiene la palabra prejuicio? ¿Por qué es tan grave que un  juez exprese sus prejuicios antes sobre alguna de las partes del proceso, antes de que emita su sentencia? 

Prejuicio quiere decir, un juicio que se forma el juez o magistrados que integran un tribunal antes de la decisión definitiva de un tribunal; es decir, antes de todos los momentos del proceso que son objetivamente determinantes del sentido de la decisión judicial.

Prejuicio es, predecisión. “Para el que participa en un procedimiento judicial ---dice G. Gadamer---, un prejuicio de este tipo representa evidentemente una reducción de posibilidades. Por eso, en francés préjudice, igual que praejudicium, significa también simplemente perjuicio, desventaja, daño. He ahí la evidencia del temor de que la decisión sobre quién ha de ser el próximo presidente de México sea tomada, no por el voto ciudadano, sino por un órgano colegiado jurisdiccional tirano. Y en honor a la verdad, es más fácil que por medio del juego de dados se llegue a la justicia, que por medio de la decisión de un juez tirano.

 

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