514 12 de abril de 2010 |
Desalojo en La IndustrialCoral Aguirre El viernes por la mañana leí las notas sobre el desalojo en la Colonia Industrial. Observé las fotografías, esa gente con los rostros crispados a causa de su expulsión. Recordé el desalojo nuestro de la casa de Nueva Linda Vista, que habíamos conseguido por traspaso y con un buen sacrificio monetario.
Recordé que nos avisaron del juzgado correspondiente a las 11 am, para tenerla desocupada tres horas después. Al recordarlo, me sentí una privilegiada. Llegaron los amigos, todos con sus carros, una larga fila delante de la casa, los libros, los aparatos electrónicos, las macetas con las plantas, las lámparas y las bibliotecas entre otros muebles menos importantes, todo fue transportado. Y lo logramos gracias a la solidaridad mexicana.
Pero éstos de hoy son pobres, están de más, no sirven socialmente hablando, eso se piensa a la primera, y me espanto. Qué posibilidades han tenido, cuáles garantías, cuánta atención del Estado, son pobres, no están respaldados por ningún privilegio, no tienen derecho a la demanda. Un juez firmó la causa y santas pascuas. El gobierno no se hace cargo. No hay resguardo, ni traspasos, ni la oportunidad de otro asentamiento, ni fondo de ayuda, ni apoyos de ninguna especie. Están huérfanos.
Me viene a la memoria la cartilla de los derechos humanos. Es tan bella, uno la lee y cree que el mundo es armonioso y posible. Derecho a los estudios, al ocio, al trabajo, a la libertad de expresión, a la vivienda…, entre tantos otros derechos que uno recorre con la mirada que termina extraviándose, por la utopía que todo ello representa.
Vuelvo al periódico y la noticia. Toda acción que vulnere nuestras vidas es una violencia indebida. Violencia son los tiroteos en las calles, el Ejército y el narcotráfico enfrentados. Pero también violencia y de las peores es que las leyes, el Estado, el Sistema o lo que fuere, no protejan a su gente. A su pueblo.
Nunca vi a un rico desalojado de esa forma, ni siquiera cuando ha habido fraude, estafas o el mayor de los dolos. ¿Qué representa para los desalojadores esas pobrecitas casas y esos terrenos mínimos?, ¿qué han ganado con el atropello?, ¿quién se hace cargo?, ¿quién defiende la vida de esa gente?
En 1789 se proclamaron los Derechos del Hombre, cuánta miseria desde entonces y cuánto olvido. Como pequeña burguesa que soy, mi desalojo fue uno de los días más negros de mi vida, y sin embargo conté con todos los recursos para rápidamente ser recibida por mis amigos y luego rentar la casa en la que vivo. Me pregunto si esta gente cuenta con los mismos avales y puede de la noche a la mañana rentar una casa, amueblarla, cubrir los gastos que ello implica y seguir viviendo como si tal cosa. O ¿quién se hace cargo? Para compartir, enviar o imprimir este texto,pulse alguno de los siguientes iconos: ¿Desea dar su opinión?
|
|