582 16 de julio de 2010 |
ORQUÍDEAS EN LA TRINCHERA Entrevista con la Madre Anastasia Roberto Guillén
El día que caiga en la indiferencia, ya estoy cadáver Simón de Betania no es un yonke donde se aplica la eutanasia
Un designio de lo que puede construir la fuerza espiritual es la Casa Simón de Betania, donde la madre Anastasia ha construido una morada para los desahuciados. Pero su convicción por el ama a tu prójimo como a ti mismo, también la condujo a erigir La Casita de los Niños, donde alberga a los pequeñines que padecen sida. Esta es la gran historia de Anastasia Jaramillo Esquivel, una potosina diseñadora de modas que un día de estos decidió tomar su cruz.
¿Cuándo inicia esta casa Simón de Betania? Y ¿de dónde surge esta inquietud por ayudar al prójimo? Esto fue algo que surgió hace 27 años. Digamos que surge de una manera imprevista.
¿Por qué? Porque tuvimos la oportunidad o la circunstancia de encontrar personas que morían en lotes baldíos, en ríos, en cerros y abandonados. Que no tenían apoyo ni físico, ni clínico, ni espiritual de ninguna clase.
¿Cómo empieza esta obra?, ¿quiénes fueron las primeras personas o instituciones que confiaron en usted? Pues yo creo que primeramente Dios, porque pues ni yo creía en mí. Yo no pensé en la magnitud de esto. Pensaba en dos cuartos con salida al baño. Dos cuartos donde yo pudiera tener dos personas atendiéndolas y yo como diseñadora de modas laborando, y así sostener los gastos.
¿O sea que reportaba sus propios ingresos para la obra? Esa era mi idea, esa era mi ilusión, pero me di cuenta que no sólo se trataba de atender a los enfermos, sino que era una cantidad increíble de cosas que había que hacer. Providencialmente, se me ofrece la posibilidad de venir como posesionaria aquí a la colonia Gloria Mendiola y tomar posesión de dos lotes, los cuales se me cambian por cinco lotes juntos. Y yo pensé, pues qué padre, porque voy a tener dos cuartitos, con muchísimo patio, con mucho espacio, y pues nada. Esto se fue complicando cada vez más. Cada vez había más personas enfermas, más necesidades y esto fue creciendo. Ahorita la casa, usted ya la vio. Está una construcción a tres niveles, donde hemos querido dejar una oficinita, una recepción, pero nunca ha sido posible, porque la misma demanda de enfermos nos lleva a ocuparlos otra vez para ellos. No hay espacio para su recreación; no hay espacio para muchas cosas.
Ahorita nos vemos en la necesidad de empezar una nueva construcción en Mina, Nuevo León. Es un proyecto muy bonito, pero muy ambicioso. Por ahora requerimos de 30 millones de pesos. Viendo otros proyectos y viendo otras cosas, aquí, en esta ciudad de Monterrey, que es la ciudad del conocimiento, nos damos cuenta que 30 millones no es nada, pero no los tenemos. Les preguntaba yo a los regidores y diputados, en el día mundial de la mujer –se me invitó a dar una plática– que cuánto iba a costar el estadio, y no en moneda mexicana, en dólares. Entonces yo pensaba, bueno, realmente es ridículo lo que nosotros necesitamos, 30 millones de pesos para que esta obra se haga realidad. Nuestra obra va enfocada a enfermos de cáncer, sida y tuberculosis; personas que quedan como NN en los hospitales y que son canalizados a la casa; personas que ya están muy desahuciadas, que ya están muy graves en los reclusorios y que los familiares piden que sean canalizados a la casa. También nos acercamos. Y esta obra va enfocada a todo hijo de Dios, sin importar credo o religión o preferencia sexual.
¿Hasta cuántos enfermos puede atender la casa Simón de Betania? Albergamos 36, pero a veces, en tiempos difíciles, por ejemplo, de verano, que hay mucha deshidratación con ellos, o muchos problemas diarreicos y cosas de esas, pues a veces hasta 40.
Sabemos que esta casa recibe enfermos de sida en fase terminal. No propiamente terminal, enfermos que ya están desahuciados y personas que ya están en una etapa terminal, pero aunque no sea sida, aunque sean otras enfermedades, pero que ya están muy malitos y que no hay un lugar digno.
¿Qué significa para usted poder disponer de este espacio, para quienes muchas veces no disponen de una morada dónde concluir sus últimos días? Pues para mí es algo muy importante, algo que me ha inquietado y que me inquieta y espero en Dios que no me deje de inquietar, porque el día que yo caiga en la indiferencia, ya estoy cadáver.
Con respecto a este proyecto de Mina, Nuevo León, ¿de qué estamos hablando? Estamos hablando de 80, 100 personas. Claro que no vamos a solucionar el problema. Siempre va a haber enfermos que requieran de medicamento, de atención, del seguimiento que requieren. Pero pienso que si esto se realiza, esto nos permitirá apoyar a más personas, al doble de personas.
¿Cuáles son sus satisfacciones con respecto a una tarea tan noble como ésta de albergar enfermos? Para mí la satisfacción está en el ver a una sonrisa a la persona que está albergado con nosotros, la persona que ya va a morir. O el ver la paz y la tranquilidad en que va muriendo. Para mí esa es la mejor recompensa.
Me he enterado que a veces la casa Simón de Betania ha tenido que ir al Hospital Metropolitano a recoger personas, porque no los reciben ahí… Bueno, eso es muy común; pero en esa ocasión, nos pasa que hubo una persona que estuvo insiste e insiste que el enfermo estaba en el Metropolitano. No teníamos espacio, y yo pensaba que al decir está en el Metropolitano, pues yo pensaba que dentro del hospital. Ya en la cuarta, quinta ocasión que la señora llama, me dice, hermana, es que no está dentro del hospital, porque yo le pedía el resumen clínico para poderlo ingresar con nosotros. Me decía la señora, ¿cuáles son los requisitos? Pues el que el paciente quiera estar internado, un resumen clínico. Sí, pero, ¿cuánto cobran? Le digo, nosotros no cobramos ningún centavo. Lo único que requerimos es que el paciente quiera estar internado y el resumen clínico para poderle seguir atendiendo, ya que Simón de Betania no es un yonke donde llega la persona y se le va a aplicar una eutanasia, sino todo lo contrario. Aunque la persona esté ya muy grave, hay que apoyarla y hay que ayudarla lo más que se pueda en sus días o últimos momentos. Esa es la visión de nosotros.
¿En qué momento decide usted entregar su vida a la causa de Dios? ¿En qué momento decide usted construir un proyecto en el que la gente pueda pasar dignamente sus últimos días? Mi llamado a la vida religiosa – Siervas de la Misericordia del Señor - lo recibo antes de ver lo de los enfermos, pero yo no me daba cuenta o no tenía una idea en cuanto a que era lo quería hacer. Pero poco a poco fui descubriendo esto y me fui dando cuenta de la gran necesidad que hay, no nada más de evangelizar, sino de evangelizar y tratar de vivir el evangelio.
¿Cómo observaría usted el polémico caso de la eutanasia? Pues yo pienso que nadie podemos quitar lo que no damos. Simplemente. Y como cristiana yo pienso que es un deber y un compromiso como hijos de Dios el ayudar y el apoyar a nuestros enfermos, como nos lo ordena el Señor, en su palabra, en la parábola del buen samaritano. Al final nos dice, ve tú, y haz lo mismo. Platíqueme de este lugar donde nos encontramos, “La Casita de los Niños”, ¿cuál es la función de este espacio? La casa de los niños, la función es tener aquí niños con sida y con cáncer o con tuberculosis también; pero separados de los adultos, ya que aparte de que está saturado el espacio de los adultos, pues es otro ambiente el que tratamos de crear, ya que la mayoría de ellos, están todavía ahorita indetectables sus resultados, pero todo esto es una consecuencia de seguir su tratamiento, de cuidar su alimentación, de cuidarlos de las temperaturas. Es otro ambiente, es otra área diferente a la de los adultos.
¿Actualmente cuántos niños alberga este espacio? Ahorita tenemos 14 niños, porque cuatro de ellos son hermanitos de una niña que tenemos chiquita, de cuatro años, contaminada, y sus papás se encuentran con los adultos, el papá y la mamá. Y la idea mía siempre ha sido que el dolor más grande de una madre no es el saber que va a morir, sino el tener que separarse de sus hijos, para atenderse; y también el hecho de que no pueda estar con ellos si se atiende con nosotros.
No es una simple estancia para niños No, no, no… aquí los niños viven, la mayoría de ellos su papá ya murió, su mamá ya murió y ellos quedan aquí con nosotros. Tenemos jovencitas que llegaron niñas de dos, tres años; una que va a cumplir 18, otra que también va a cumplir 18, otra que va a cumplir 15 años, ahora en agosto. Otro niño en silla de ruedas que llegó recién nacido.
¿Entonces La Casita de los Niños es una necesidad que se ha generado por atender a los enfermos adultos? Es una necesidad que hemos visto. El primer niño llegó hace 16 años y pues él ya murió.
Siento una gran admiración por su labor; ¿alguna distinción que le hayan hecho las autoridades por esta noble tarea? Sí, sí, nos han dado reconocimientos, a veces digo, ¿para qué? Pero bueno, sí nos han dado reconocimientos. La medalla al mérito cívico e infinidad de reconocimientos.
Pero ahí está el proyecto de Mina, esperando, esperando Yo preferiría que nos dieran un millón de pesos y no un reconocimiento, para poder, digo, ese sería un gran reconocimiento, porque esto nos ayudaría a seguir sirviendo, al que tanto lo necesita y que no hay quién lo atienda, no hay quién lo sirva. Por ejemplo, aquí vienen personas que van a otras instituciones, con sus recetas también a medio surtir. Menos de la mitad surten y vienen aquí como último recurso para la atención de sus hijos, para la atención de sus madres, y también tenemos nosotros que resolver eso.
Algo más que quiera comentar, ¿qué le falta a la Casita de los Niños para brindar un mejor servicio? No, yo pienso que ahorita estamos bien, gracias a Dios; lo que sí requiere ya es un mantenimiento muy fuerte es la casa de los adultos, necesitamos del apoyo de algún arquitecto, ingeniero, alguien que nos oriente, que nos ayude para ver cómo podemos seguir manteniendo esto en pie, mientras que se termina allá.
¿O sea que enMina ya empezaron el proyecto? Pues nada más está el terreno, está la cimentación, está una capilla en honor del Señor de la Misericordia y pues…
¿Entonces persiste la indiferencia de las autoridades? Se embriagan del poder y se les olvida que cada vez hay más gente que tiene mucha necesidad. Para compartir, enviar o imprimir este texto,pulse alguno de los siguientes iconos: ¿Desea dar su opinión?
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