SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO

2010-2011, Año Internacional

de la Juventud

Edilberto Cervantes Galván

Las iniciativas de la Organización de Naciones Unidas tienen la virtud de que buscan establecer consensos a nivel internacional, incluso con la participación de la sociedad civil. Está en curso el proceso para hacer del próximo año el Año Internacional de la Juventud.

Siguiendo esquemas ya tradicionales se han organizado reuniones preparatorias en todos los 192 países miembros, agrupados por continente. En México, en varias entidades de la república se llevaron a cabo, en meses recientes, reuniones similares. El propósito es definir los temas que habrán de abordarse en la ya próxima Conferencia Mundial de la Juventud.

Los asuntos de la juventud han sido materia de políticas y acciones de gobierno desde hace décadas. Se han puesto en práctica diversas orientaciones sobre qué y cómo hacer a favor de los jóvenes, sin que se pueda medir con certeza los resultados alcanzados. Hacer participar a los jóvenes en los programas públicos, lograr atraerlos, se toma como una señal de éxito.

Actualmente existen en el mundo 1 mil 800 millones de jóvenes con edades entre 10 y 25 años. Es la generación de jóvenes más grande en la historia. De allí que se considere la relevancia de perfilar un esfuerzo colectivo global.

La juventud enfrenta la misma realidad de los adultos, pero en una situación de mayor desventaja. Por lo menos en el caso de México, los problemas de la pobreza, de un sistema educativo deficiente, el desempleo estructural y entornos con crecientes niveles de violencia, afectan por igual a niños, jóvenes y adultos.

No se puede decir que la realidad actual es mejor que la que vivieron las generaciones anteriores de mexicanos. Hay signos de que los riesgos que enfrentan los jóvenes para construir su vida son ahora mayores. El pandillerismo es un fenómeno presente en barrios y escuelas, que así como sirve de forma de organización defensiva también desarrolla conductas agresivas, en un contexto institucional y social de exclusión e intolerancia.

La Conferencia Mundial de la Juventud se celebrará en la Ciudad de México la próxima semana, del 24 al 27 de agosto. Hace unos meses, en marzo pasado, el Instituto Mexicano de la Juventud había anunciado que la sede de dicho evento sería Monterrey. Es probable que la destrucción causada por el Huracán Alex haya sido un criterio para el cambio de sede.

El proyecto de Declaración que se emitirá en la Conferencia se integra con 57 líneas de política y medidas a tomar por los gobiernos en la perspectiva del año 2015 y más allá. Algunas de estas líneas de política suenan familiares y otras puntualizan fenómenos recientes.

Por ejemplo, parece sumamente actual la propuesta de: “Impulsar medidas integrales que garanticen la seguridad de los jóvenes, contra el crimen organizado, la violencia física y los delitos contra la salud”.  Junto con la recomendación de “…facilitar el acceso en todos los niveles educativos…y también la permanencia”. Así como  las de: democratizar el acceso a las tecnologías de la información y “proteger el derecho al empleo decente para las personas jóvenes”. También destaca la promoción de una ética de convivencia pacífica y tolerante.    

Mientras, la realidad nacional muestra que la violencia y el Bullying escolares afectan a grandes números de alumnos en la educación básica; que el pandillerismo va en ascenso en los planteles de educación media superior públicos; que en medio del desempleo la generación NiNi es carne de cañón por unos cuantos pesos y que el clima de violencia se ha generalizado.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                            

Si el año próximo, el Año internacional de la Juventud, se empezaran a instrumentar algunas de las líneas de política contempladas en la Declaración, sería muy positivo y esperanzador.

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