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16 de agosto de 2010
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¡Liberen a María!

Francisco Veloquio 

En días pasados del presente mes de agosto volvió aparecer el tema sobre la legislación de las drogas en nuestro país. Esta vez ha sido el presidente Felipe Calderón quien ha puesto en la mesa de discusión dicha problemática. Sin embargo, como siempre ha sucedido en reiteradas ocasiones, el tema de la legalización pasa primero por los filtros de los voceros que están a favor de la prohibición.

 

Lo que sí llama la atención es la promoción de la discusión en torno al uso y consumo de la marihuana. Es en este sentido que la Suprema Corte de Justicia declaró inconstitucional el artículo 199 del Código Penal Federal por discriminar, al tratar como delincuentes a fármaco dependientes detenidos en posesión de drogas para su consumo personal. Es decir, hay inquietud en superar legalmente la situación del usuario delincuente para pasar al usuario enfermo (adicto).

 

Cuando realmente urge una verdadera reforma sobre la posible desaparición de la figura del narcomenudeo que aplique en términos de protección al usuario con fines medicinales o bien para el ocio y el entretenimiento. Se reconocen sus posibilidades a futuro, pues la reforma del año pasado (20 de agosto 2009) señala que el beneficio para la no discriminación del usuario delincuente y usuario enfermo será resuelto bajo las normas vigentes al momento de la detención, no existiendo motivos penales para ello.

 

Pero hoy por hoy no se promueve las necesidades de cultura e información de los involucrados en las detenciones policíacas y a los usuarios que consumen marihuana. La Suprema Corte de Justicia no sólo debe evitar juzgar a los adictos, sino que también no debe de juzgar a los usuarios ocasionales y pronunciarse a favor de la despenalización y protección del mismo, en el sentido amplio de una política de salud publica, desde el nivel federal hasta el municipal, pues en muchos casos aún no existe respeto y hay mucha ignorancia en hacer valer las resoluciones logradas hasta ahora.

 

El caso concreto son las cantidades permisibles, que en muchos casos son desconocidas tanto por usuarios, policías y opinión pública. Es por este motivo que presentamos las diez preguntas más frecuentes que se hacen en torno al uso de la marihuana. 

 

¿Qué es la cannabis?

La cannabis (cannabis sativa indica) es una planta herbácea anual de la familia del cáñamo (cannabis sativa) de cuyas florescencias femeninas se obtiene la marihuana y el hashish. La marihuana (hierba) se compone de hojas y de flores secas. El hashish (chocolate) es obtenido de la resina de la planta. Su aspecto es el de una pasta más o menos dura, el color varía del marrón al negro.

 

Estas sustancias contienen cantidades variables de THC (sustancia activa de la cannabis). Fumado o ingerido son las formas habituales de consumir cannabis. Diferentes tipos de cannabis producen sus propios efectos, desde sedativo a estimulante. La tecnología también ha contribuido a desarrollar nuevas formas de cultivo para potenciar la semilla del cáñamo, como es el caso del cultivo hidropónico.

 

¿Quién consume cannabis?

La cannabis es utilizada desde hace miles de años, por razones medicinales, sociológicas, religiosas y por sus propiedades psicotrópicas. Numerosas personalidades y ciertos hombres políticos han reconocido haber fumado cannabis. Por lo tanto no existe un perfil tipo del usuario de cannabis. Se estima que en Europa consumen cannabis un mínimo de 20 millones de personas, pero esta cifra se dobla para Latinoamérica por ser un continente de jóvenes, además de poseer tierras fértiles para su cultivo natural. Existe en la actualidad plataformas y movimientos sociales y políticos que reclaman terminar con la doble moral y la hipocresía con la que ha sido tratado el tema de la legislación.

 

¿Desde cuándo se utiliza la cannabis?

El cáñamo es utilizado desde tiempos bíblicos. Hay quienes aseguran que fue traído a América desde China en el siglo IV. En Europa y casi todo Latinoamérica su uso era ampliamente aceptado hasta los años treinta del siglo pasado, hasta que fue prohibida por motivos económicos. Es decir, abandonar el cultivo del cáñamo, para dar lugar a la economía naciente del algodón. Estados Unidos fue el país promotor de dicha prohibición.

En aquella época surgieron grandes campañas de desinformación que generaron las primeras leyes prohibicionistas.

 

¿La cannabis crea dependencia?

La respuesta es no. La mayoría de los usuarios consumen cannabis de manera social y moderada. Las personas no están más predispuestas psicológicamente a abusar y depender del cannabis que de cualquier otra sustancia. Se depende más tanto psicológicamente como físicamente de sustancias más nocivas encontradas en productos chatarra, aparentemente alimenticia y enlatada.

 

¿Alguien ha muerto a consecuencia de la cannabis?

No, ni uno solo. Se estima que habría que consumir más de un kilo y medio de resina (hashish) para tener una sobredosis, y esto siempre y cuando sea ingerido en una sola toma.

 

¿La cannabis lleva a las drogas duras?

Oímos decir que en un gran porcentaje de los toxicómanos empieza por la cannabis, también podríamos decir que una gran mayoría de estos toxicómanos empezó fumando tabaco y bebiendo alcohol; sin embargo, nadie se atrevería a decir que el tabaco o el alcohol llevan a la heroína. La epidemia de la enfermedad que recorre el mundo, conocida como depresión, y a la que se agregan factores como desencanto, desempleo, frustración y ausencia de felicidad, es la causante de llevar a segmentos de la población, sin importar edades, ni sexo, ni clase social, a buscar más el alcohol y la automedicación, que son los verdaderos problemas, mismas que no sólo llevan a las drogas duras, sino también al suicidio.

 

¿La cannabis genera violencia?

¡Todo lo contrario! El único crimen cometido por la mayoría de los consumidores es el de fumar cannabis. Un informe americano sobre delincuencia y uso de drogas concluye: “hay relativamente menos delitos cometidos por consumidores de cannabis que por el resto de la población”. Este dato toma toda su importancia al conocer sobradamente los estragos que provoca el alcohol, siendo éste el más mortífero de todas las drogas, legales e ilegales; incluso se reconoce que de las 500 mil muertes que ocurren en México, un porcentaje muy alto (90 por ciento) presentaban alcohol en sus organismos.

 

Si se correlacionan las estadísticas de accidentes automovilísticos, con las de venta y consumo de alcohol, nos dará una panorámica dantesca. No hay que ignorar que la prohibición de la marihuana trae como consecuencia la pelea de los cárteles del crimen organizado, por apropiarse del mercado y las ganancias. Incluso, muchos reconocen que la televisión produce más violencia.

 

¿Qué efectos tiene la cannabis sobre la salud?

Un equipo médico de la Universidad de Harvard (USA) declaraba en 1987 que “los efectos nefastos de la cannabis sobre la salud no han sido todavía identificados”. Toda inhalación de humo es perjudicial para la salud, la cannabis (marihuana) es menos nociva que el tabaco y los usuarios tienen tendencia a fumar menos. La cannabis está reconocida como una planta medicinal utilizada para tratar numerosas enfermedades como el estrés, la artrosis, el glaucoma, el asma, la epilepsia, etcétera. Igualmente sirve para devolver el apetito a los enfermos de cáncer y Sida. En tratamientos de quimioterapia y de AZT, alivia los efectos secundarios. En muchos lugares donde no llega la medicina alópata, se reconoce como una medicina alternativa. En los Estados Unidos, principales promotores de la prohibición, existe un debate abierto sobre sus usos médicos entre profesionales de la salud, e incluso solicitan no sólo recetarla, sino reclasificarla en un orden distinto, que reanime el programa de investigaciones médicas de la cannabis.

 

¿Qué podemos decir a propósito de los rumores difundidos acerca del cannabis?

La mayoría de las declaraciones alarmistas, exponiendo graves peligros para la salud, no se apoyan en ningún estudio científico. Los experimentos se realizan sobre animales y se les inyectan grandes cantidades de THC puro. Los métodos y dosis aplicadas no son en ningún caso aplicables al ser humano. Sin embargo, la carrera de producción de medicamentos en los Estados Unidos, como sería el caso del Marinol, como producto a competir con el Prozac, es un ejemplo de la hipocresía americana, pues el Marinol no es más que un sintético basado en las propiedades naturales de la marihuana.

 

¿Que deberíamos hacer?

Pocos gobiernos intentan encontrar una alternativa a la criminalización de la cannabis. En los Estados Unidos, sólo California y Arizona han logrado un avance sustantivo en la dirección para el uso medicinal del cáñamo. El país más célebre en Europa es Holanda, donde se aplica la “prohibición” de una manera más sensata: la cannabis no está legalizada, pero su uso, producción y venta están socialmente tolerados. En los demás países los gobiernos tendrán que pensar en un cambio legislativo. La prohibición no impide el consumo de cannabis, pero deteriora su calidad, aumenta riesgos y expone a los usuarios a ambientes delictivos criminales.

 

Si realmente queremos ayudar a dejar atrás la presente guerra que enfrentan el crimen organizado con el gobierno, es momento de promover el libre acceso a toda la información existente, de cómo se podría dirigir la conciencia ciudadana en la superación de asuntos tan escabrosos, que no lo debería de ser, como es el caso del consumo de marihuana con fines medicinales y recreativos. Mucha de esa información ya circula en el ámbito de las nuevas tecnologías informativas.

 

Pero como dice la nota introductoria del libro de Antonio Escotado, titulado: Aprendiendo de las drogas (Usos y abusos, prejuicios y desafíos):

 

“De la piel para dentro empieza mi exclusiva jurisdicción. Elijo yo aquello que puede o no cruzar esa frontera. Soy un estado soberano, y las lindes de mi piel me resultan mucho más sagradas que los confines políticos de cualquier país”. Anónimo contemporáneo.

 

Recomendaciones bibliográficas.

Escotado, Antonio (1999). Historia de las drogas. Alianza editorial. España.

 

Hofman Albert, Richard Evans Schultes (1990). Las Plantas de los dioses. Ed. FCE. México.

 

Grinspoon Lester, Bakalar James (1997). Marihuana: La medicina prohibida. Ed. Paidós. México.

 

McKenna Terence (1995). El manjar de los dioses. Ed. Paidós. España.

 

Szasz Thomas (1998). Nuestro derecho a las drogas. Ed. Anagrama. España.

 

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