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ANÁLISIS A FONDO
Migración en manos del narco
Francisco Gómez Maza

La  política migratoria está en manos del crimen
EU sólo piensa en reprimir el flujo; no en regularlo

mThe New York Times, en su editorial del lunes, comentado y analizado en este espacio, afirma categóricamente que, a falta de políticas migratorias adecuadas, Estados Unidos ha dejado en manos de la delincuencia organizada el manejo de la demanda de migrantes. Y esta realidad es un reto cabrón para el presidente Barack Obama, quien se ha desentendido de la reforma a las leyes de la migración de extranjeros a territorio estadounidense.

Millones de personas se han venido movilizando desde la era de George W. Bush exigiendo una reforma migratoria integral; el gobierno mexicano ha cabildeado fuertemente, en sus momentos, entre los representantes en la Congreso de Capitol Hill, y ahora resulta que las políticas migratorias están en manos del crimen organizado, que hace y deshace; extorsiona, secuestra y asesina a trabajadores latinoamericanos.

La matanza de los 72 migrantes, ocurrida en el rancho tamaulipeco de San Fernando, y descubierta por infantes de la Marina mexicana el 24 de agosto sólo es la punta de esa dia – bólico táctica de presuntas bandas de sicarios, como los “Zetas”, pero que también pueden ser tácticas (por qué no) del Club Bilderberg para inhibir de tajo el flujo de migrantes hacia territorio del Imperio.

Lo curioso es que todo el mundo da por hecho que son los “Zetas”, pero los miembros del Bilderberg son también parte de otra delincuencia organizada, aún más perversa porque actúa más allá del bien y del mal, más allá de principios éticos y está dispuesta a ocasionar cuantos “daños colaterales” sean “necesarios” para lograr sus propósitos de instaurar un gobierno mundial, en el que los privilegiado sean las grandes empresas globalizadas, a costa de lo que sea. Y esto no es fantasía. Es una realidad de la que nadie se atreve a hablar.

Pero sea lo que fuese, todo el mundo bien nacido ha condenado la masacre (ha habido otras masacres tan graves como la de San Fernando. Para no ir más atrás en el tiempo, autoridades mexicanas descubrieron, en la primera semana de junio pasado una mina del sur de México en la que estaban ocultados los restos de 77 personas.

El 23 de julio, autoridades ministeriales dieron cuenta de otro hallazgo, éste de alrededor de 50 cadáveres, en nueve fosas clandestinas en el estado mexicano de Nuevo León (norte). Las fosas fueron localizadas en un radio de unas tres hectáreas en el municipio de Juárez, en la zona conurbana de la capital estatal, Monterrey. Estos hallazgos no llamaron tanto la atención de la prensa mundial, como sí el hallazgo en el rancho de San Fernando, pues no se trataba de cadáveres de migrantes centro y sudamericanos, sino de simples mortales mexicanos, y los medios de publicidad y propaganda se han acostumbrado ya a que muchos mexicanos caen como moscas a manos de supuestos miembros de bandas de sicarios del llamado crimen organizado, que se ha sido confundido con una divinidad sin cuya venia no se mueve una hoja del árbol de la muerte.

La Federación Internacional de los Derechos Humanos (Fidh), la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos (Cmdpdh) y la Liga Mexicana por la Defensa de los Derechos Humanos (Limeddh) se han manifestado preocupadas por la situación de los migrantes en México, tras el descubrimiento de 72 cadáveres en el Noroeste del país. Pero igual, todo el mundo bien nacido ha hecho otro tanto, pues la matanza de Tamaulipas – como la de Guerrero y la de Nuevo León – ponen de manifiesto la vulnerabilidad de los migrantes en México, que son regularmente víctimas de secuestros, sobornos, extorsión, y otras violaciones graves de sus derechos.

Uno de los problemas fundamentales de México (y de Latinoamérica), es el flujo migratorio, consecuencia de un desigual desarrollo económico que, pese a las restricciones cada vez más severas del gobierno estadounidense, no ha sido posible regular. Las zonas rurales de México han sido abandonadas por los campesinos que han emigrado a Estados Unidos. Estas regiones se encuentran deterioradas, infértiles, su riqueza productiva ya no es explotada por sus habitantes, ni son sujetos de incentivos económicos de parte de las agencias mexicanas promotoras de la producción para su reactivación. La razón es simplemente que no hay quien las cultive. El campo resulta ser uno de los activos de la economía; es decir, los productos del campo brindan gran parte del desarrollo económico, y muchos de los cereales, o granos que ya no se producen, tienen que ser importados, pagando precios muy elevados por su consumo. La mano de obra representa otro factor que se está perdiendo.

En México, la llamada Población Económicamente Activa está disminuyendo en zonas alejadas de los centros industriales. Es decir, aquellas que tienen menos población que el D.F. Las cuales pierden a la población que podría trabajar no sólo en el campo, sino en las industrias, lo cual va deteriorando la economía tales entidades. Hay además, otros problemas de mayor gravedad, como la caza de inmigrantes por grupos de civiles, que evadiendo la vigilancia de la patrulla fronteriza, atacan con armas de fuego el paso de éstos, sobre todo en el estado estadounidense de Arizona. Una situación que recientemente se reconoció y que tiene relación con la continuación de la violencia sobre los derechos humanos de estas personas, de acuerdo con un informe elaborado por el equipo editorial de la agrupación denominada “Explorando México”.

La migración es uno de los problemas más importantes de México, por lo que se requieren escenarios que nos permitan una atención inmediata a los problemas de fondo, como los económicos-estructurales, y de aquellos que tienen que ver con la violación de los derechos humanos de los migrantes que quedan en manos de grupos delincuenciales que establecen redes sumamente organizadas y altamente rentables.

Desde la óptica del desarrollo del país, la migración trasciende hacia la consecuente pérdida de la productividad en el campo y en la industria, por lo que se requieren programas que mejoren la calidad de vida en zonas rurales y urbanas.

El fenómeno de la migración, no corresponde a un tiempo inmediato, por el contrario es el resultado de todo un proceso histórico, ligado directamente con las condiciones de desigualdad económica y social, frente a las que Estados Unidos resulta ser una alternativa riesgosa pero viable para la población joven y adulta que no ha encontrado alternativas suficientes de empleo y desarrollo.

Pero, a falta de interés de las autoridades estadounidense (y, la verdad sea dicha, de las mexicanas, también), ahora la política de las migraciones ha quedado en manos de criminales, ya sean de derecho… o de facto.

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