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5 Septiembre 2011
15diario
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LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO
El nuevo ciclo escolar en la educación básica

Edilberto Cervantes Galván

Monterrey.- Al encabezar hace unos días la ceremonia de inicio de cursos de la educación básica, el presidente Calderón estaba cerrando de hecho la gestión de su gobierno en materia de educación.

Todo cambio o innovación, mejora o promoción que se pretenda llevar a cabo en la educación básica tiene que plantearse, analizarse, planearse e instrumentalizarse antes de que se inicie el ciclo escolar, sobre todo cuando se trata del 5º año de gobierno.

En agosto del próximo año ya habrá un presidente electo (eso esperamos) y ninguna posibilidad política de introducir mayores cambios en la educación.

Tal vez sea un tanto prematuro evaluar lo hecho por Calderón en materia de educación. Sin embargo las evidencias en cuanto a resultados son contundentes: las evaluaciones internacionales y las evaluaciones del propio gobierno federal han mostrado que en los años recientes no ha habido ningún avance significativo en materia de aprendizaje y desarrollo de habilidades.

Los estudiantes mexicanos muestran un desempeño muy pobre en las evaluaciones de la OECD con el proyecto PISA. México se ubica de hecho en los últimos lugares.

En las pruebas Enlace que aplica el Gobierno Federal los resultados son igualmente desalentadores. La mayor parte de los estudiantes se ubican en niveles de insatisfacción.

Hay quienes argumentan que “todo el trabajo” que se lleva a cabo en la escuela no es medido con ninguna de estas pruebas o que la experiencia formativa en el salón de clases es un proceso que no evalúan estos instrumentos de evaluación. De hecho el SNTE siempre se ha resistido a que se vinculen el salario o prestaciones a los resultados de evaluaciones. No obstante, desde el gobierno de Zedillo se ha tomado debida nota de los resultados de PISA y los gobiernos de Fox y Calderón se la han jugado con la prueba Enlace. De allí que ahora los resultados de estas pruebas tienen que ser aceptados por el gobierno como válidos para medir lo hecho en materia de política educativa.

Si a ello se agrega la elevada deserción que se presenta en la secundaria y sobre todo en la Preparatoria, el sistema educativo mexicano aparece como un generador de frustraciones en forma masiva.

Desde hace unos veinte años la capacidad para recibir nuevo ingreso en las universidades públicas se quedó muy por debajo de la demanda. De hecho la proporción de jóvenes inscritos en la educación superior está por debajo del 30 por ciento de los jóvenes en edad de cursar ese nivel educativo.

Este es el panorama del sistema educativo mexicano en los que va del siglo XXI.

En esas condiciones el país no está preparando a los niños y jóvenes ni siquiera para cubrir los estándares nacionales, mucho menos les está brindando la oportunidad de adquirir las competencias y habilidades que se requieren en un mundo globalizado y para participar en la sociedad y la economía del conocimiento, en la que van a tener que incursionar en los próximos años.

En medio de esta difícil y preocupante realidad la SEP acaba de dar a conocer un Acuerdo de Articulación. En este Acuerdo se presenta, dice la SEP, un nuevo plan de estudios con el cual se integran en uno solo los tres niveles tradicionales: pre-escolar, primaria y secundaria.

Este Acuerdo ya fue materia de estudio de los maestros, pues formó parte del curso en el que participaron todos los maestros al inicio del actual ciclo escolar 2011-2012.

Al ser una medida de política educativa diseñada al cuarto para las doce, el Acuerdo de Articulación no se sometió a un proceso de difusión, análisis y discusión amplia. Incluso la presentación física del Acuerdo es materia de crítica ya que se extiende por más de 600 páginas (y todavía está incompleto).

A juicio de los expertos decir que lo que presenta el Acuerdo es algo nuevo sería equivocado. Eduardo Andere afirma, en la revista Educación 2001, que no se trata de un nuevo currículum, que no hay una nueva filosofía; consiste más bien en una aglutinación con cambios en algunos aspectos, sobre todo en lo que se refiere a la medición de la educación pre-escolar, algo en la educación secundaria y bastante más detalle en los aprendizajes esperados y en los estándares.

El doctor Andere concluye que el Acuerdo de Articulación es un documento anti didáctico y por tanto anti-pedagógico.

 

 


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  © Luis Lauro Garza Hinojosa