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5 Septiembre 2011
15diario
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Secuelas del Casino Royale

Irma Alma Ochoa

Monterrey.- En todo el país nos cimbró la noticia del asesinato masivo cometido en el Casino Royale, en Monterrey. Cincuenta y dos personas, cuarenta y dos mujeres y diez hombres perdieron la vida, asfixiadas y/o calcinadas.

Quienes tenemos raíces en esta ciudad conocimos a varias de las víctimas. De una u otra manera nos cruzamos en el camino, nuestra vida estuvo enlazada: el compañero de la escuela secundaria, el padre de familia que conocimos en las reuniones del colegio donde los hijos estudiaron, la amiga de juego de mamá –que también acudía a divertirse a ese lugar-, las empleadas que entregaban las tarjetas, las que llevaban las limonadas a la mesa.

La querida Elena, viuda de mi hermano, estuvo allí esa tarde, por suerte, en cuanto los delincuentes exigieron el desalojo del salón diciendo que iban a quemarlo reaccionó rápido y logró salir; lamentablemente otras personas buscaron refugio en oficinas y en los baños y el humo les impidió encontrar la salida.

Aún sin conocer a las víctimas, el sufrimiento por las pérdidas humanas nos afecta, el dolor se acentúa cuando alguna vez esas personas nos miraron a los ojos, nos nombraron, nos sonrieron, rozaron nuestra piel en un saludo, con un apretón de manos o en un cordial abrazo de felicitación por la terminación de estudios de los hijos, para desear un buen año o para condolerse por la muerte de un ser querido.

Estremece la barbarie cometida en tan sólo dos minutos y pocos segundos, tiempo que bastó para que los asesinos arrebataran la vida, acabaran con los sueños y la alegría de: amas de casa, estudiantes, maestras, jubilados, profesionistas, oficinistas; madres, abuelas, hijas, hijos, padres, novios, esposos. Su inesperada y trágica muerte dejó a familiares, amistades y a la comunidad entera con un profundo dolor, mucha tristeza e impotencia ante la crueldad.

Bien dijo Neruda, estar vivo exige un esfuerzo mayor que el simple hecho de respirar. El dolor por la ausencia duele y mucho. Me entristece que México se nos desmorone porque unos cuantos criminales pistola en mano así lo han decidido. Me desalienta que a pesar de la buena voluntad de mucha gente valiosa y comprometida con el País, no salgamos del pozo en que los criminales nos han sumido por deseos de poder y dinero; por no usar los recursos –inteligencia y estrategia ̶ adecuados para resolver los problemas que le atañen a la ciudadanía y otros más por flaqueza, irresponsabilidad o estulticia.

México es responsabilidad de todos y todas. Nuevo León y en especial Monterrey, ocupan un ignominioso lugar en el tabulador de delitos a nivel nacional, por eso resulta irritante escuchar las declaraciones de los gobernantes ̶ que si compitieran en Wimbledon serían campeones ̶ , a raquetazos avientan la pelota de una cancha a otra. Tuvo que suceder una tragedia magna para que investigaran y aprehendieran a los presuntos responsables a pocas horas de la comisión del delito. Veremos si al ser sentenciados permanecen en la cárcel y cumplen la condena.

Es inaudito que un ladrón de autos juzgado y sancionado con privación de la libertad haya salido de prisión pagando una fianza y siga cometiendo fechorías. Es inadmisible que los documentos que avalan las operaciones del casino no estén en orden. Sin resultados busqué el domicilio del Royale en la página oficial www.juegosysorteos.gob.mx, y no aparece entre los establecimientos autorizados. ¿Por qué será?

La rueda de prensa convocada por uno de los representantes de los permisionarios para deslindar a sus patrones de responsabilidades y acogerse al “secreto profesional” a fin de no revelar que su jefe ya había puesto tierra de por medio, evidencia la insensibilidad de los dueños del casino hacia sus usuarios.

En 1992 Atracciones y Emociones Vallarta, S.A. de C.V., recibió el permiso 4117, que le autoriza a operar 1 Hipódromo/Galgódromo y 4 Centros de Apuestas Remotas. Pero las autorizaciones se multiplicaron –como los panes ̶ gracias al “estricto cumplimiento a la Sentencia Ejecutoriada de fecha 11 de diciembre de 2008, (…) que ordenó la autorización de la ampliación del permiso de 41 Centros de Apuestas Remotas con Sala de Sorteo de Números”.

Dicha empresa opera 26 centros en el país, seis de ellos en Nuevo León, uno en San Pedro Garza García, otro en Cadereyta Jiménez y cuatro más en Monterrey, ubicados en: Av. Ignacio Morones Prieto 2323 poniente, Col. Lomas de San Francisco; Av. Guerrero No. 2500 interior A-12 Colonia Victoria; Av. Revolución No. 2015, colonia Ladrillera, y Enrique C. Livas No. 201 en la Colonia Cumbres.

Ninguno de los domicilios corresponde al del Casino Royale donde ocurrió el siniestro. Incumpliendo con el artículo 29 del Reglamento de la Ley Federal de Juegos y Sorteos que obliga a los permisionarios a: obtener autorización de la Secretaría para efectuar cambios de ubicación de los establecimientos donde se celebren las actividades autorizadas en el permiso otorgado, así como informar a la Secretaría del cambio de domicilio social del permisionario.

El artículo 38 de dicho reglamento dispone: que los establecimientos deberán estar ubicados exactamente en los lugares que la Secretaría de Gobernación autorice para su funcionamiento. De allí que resulta increíble que el casino estuviese operando en un domicilio no autorizado y más difícil de creer que los inspectores no se hubiesen dado cuenta de la anomalía.

Por otra parte el artículo 9 de esa Ley dice: “ningún lugar en que se practiquen juegos con apuestas o se efectúen sorteos, podrá establecerse cerca de escuelas o centros de trabajo y el Royale operaba a pocos metros de distancia de un colegio. Así se aplica la ley en México.

Es difícil vivir en duelo constante. Sólo nos queda hacer valer las leyes para que no haya impunidad y corrupción. Exigir a las y los funcionarios públicos que respondan con eficacia y eficiencia a la tarea encomendada, que así como rápidamente aprehendieron a los presuntos responsables del incendio y masacre del Royale, aprehendan a otros cuyos delitos siguen impunes.

A quien corresponda: exijo me devuelva la tranquilidad y la paz que me fue robada en esta lucha sin tregua. ¡Ya basta!, No más sangre. No más dolor.

 

 


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  © Luis Lauro Garza Hinojosa