Suscribete
941 2º Diciembre 2011

Como que no se quieren
Hugo L. del Río
 
M
onterrey.-
Comienzo a sospechar que Abel y Rodrigo no se quieren mucho. Esta antipatía, encono u odio jarocho, a la antigüita, se refleja en las escaramuzas –al momento, sólo verbales, por fortuna— que libran sus respectivos epígonos. A los nuevoleoneses no nos daña el evento: al contrario, hasta resulta divertido ver y oír a Jaime Rodríguez Calderón decir en público que Álvaro Ibarra, líder local del PRI, es un estúpido.

En la mejor tradición de las comadres de vecindad que se deschongan en los lavaderos, los aliados de Alvarito le contestan en el mismo tono  al impaciente edil de García. Señor de los Tres Clavos: con esa boquita comen. Lo malo es cuando la diosa justicia –la veo como la pintó Orozco en el edificio de la Suprema Corte: cosas de nuestro surrealismo: beoda, creo que una de sus divinas manos extendidas en busca de la transa y con una teta de fuera— se involucra en las grillas.

Tenemos el aleccionador episodio del munícipe y el procurador Adrián de la Garza dedicados en cuerpo y alma a desmentir el uno al otro por aquello de los cartuchos de dinamita en el feudo de Jaime. Locura, chico, locura. Me comentan que hay dos versiones: una, que era un cohetón de los que se truenan en las peregrinaciones; otra, que sí es un tubo cargado con explosivo. Pero precisemos: un cartucho de dinamita, si no se enciende la mecha, es tan inofensivo como la flatulencia de una cucaracha. Se puede usar de adorno en el dormitorio de los niños. Ahora que si se pone candela a la cacerina, entonces aquello estalla. La dinamita no le va a decir a la mecha: espérate, que Jaime todavía no pasa por aquí. Hace puum y ya. Lo más probable es que se estén robando esos materiales de alguna pedrera. Ayer encontraron 49 piezas explosivas en las afueras de una casa particular, a cuatro calles de la vivienda del alcalde. Los especialistas puntualizaron que son artefactos que se usan con los llamados fragmentadores para roca en las minas o canteras. Más aún: si explotan al aire libre no pasa nada. Juan o Pedro quedarán sordos en el peor de los casos y eso será todo. El daño lo hacen cuando los colocan entre peñascos o dentro de algún orificio. Ahí sí: a correr.

Creo que el bronco se enfermó de lo que los gringos llaman “la fiebre del Potomac” y al parecer el joven Adrián simplemente obedece las órdenes que le gira su jefe. Jaime, lo recuerdan muy bien en Galeana, es un invento de Abel. Y Adrián cobra en la nómina. Ni modo que hablen con la verdad. Son grillitos: tienen que mentir y actuar como los comediantes que son. Qué esperamos en Nuevo León. Si Ripley viviera aquí se nos muere de hambre. Lo que es increíble en los países serios aquí lo vivimos como simple rutina. Eso de que presos peligrosos se escapan del penal de Apodaca en septiembre y el director se entera apenas a fines de noviembre es nuestra práctica diaria.

Qué monótono debe ser vivir en una nación donde los semáforos funcionan, los de Limpia recogen la basura, los jueces no se venden, los policías no están al servicio del narco y los funcionarios rinden cuentas de lo que hacen, lo que dicen y lo que gastan. Eso no es para nosotros.

¿Desea dar su opinión?

Su nombre :
Su correo electrónico :
Sus comentarios :

 

Chamuco

Centro Cultural Universitario

quincena90

15diario.com