Presidente desesperado
Miguel Treviño Rábago
eynosa.- El Presidente está furioso. Los informes que le están proporcionando sus asesores electorales pronostican un desastre total en las próximas elecciones. Su Partido (de) Derecha Nacional aparece en el fondo de las encuestas. Los pre-candidatos que aspiran a sucederlo no tienen la fuerza ni el arrastre político como para derrotar al Partido Institucional, cuyo candidato lleno de soberbia, ya canta victoria, no sólo aplastando a sus compañeros, sino proyectándose ya como virtual ganador de la Silla Presidencial en unas elecciones que todavía no se llevan a cabo.
El error más grave del hombre que hoy ostenta el Poder en el país, es no haber preparado a nadie para la sucesión. Engolosinado con el Poder cayó en el error de centralizar todas las decisiones políticas y partidistas. No permitió que ninguno de sus hombres y mujeres en su gobierno, se fueran perfilando y entrenando para el momento de entregar la banda presidencial. Ahora el tiempo es su peor enemigo. No hay manera de "inflar" a un candidato a modo. Pensó que esa decisión sería contundente para sus simpatizantes y ahora tiene una rebelión al interior de su equipo. Su "delfín" no tiene estatura política. Su personalidad es gris y apagada. No entusiasma, no arrastra, no proyecta nada. Su imagen es la de un tipo promedio, sin luces ni carisma.
Los informes lo ponen de pésimo humor. Tiene la mejor información a la mano, y las tendencias apuntan a que el Partido Institucional se puede levantar con el triunfo y regresar a Palacio Nacional. Eso es gravísimo porque su Partido Derecha Nacional tardó muchos años en llegar al Poder y ahora él es el responsable de la derrota inminente que se avecina. Y es que sus mejores asesores le comentan que el descontento popular es creciente; la guerra contra la delincuencia ha cobrado 50 mil muertos, hay registros de 10 mil desaparecidos; 200 mil ciudadanos han salido del país por la violencia desatada sin un plan estratégico. La economía de las clases populares está deprimida y vive su peor momento. Los Poderes fácticos como las televisoras, las fuerzas armadas, la oligarquía multimillonaria, las jerarquías eclesiásticas, las mafias sindicalistas, etcétera, lo tienen acorralado. Ya no sienten respeto por él.
Los del Partido Institucional han proclamado que si regresan al Poder, lo retendrán otros 70 años porque ya aprendieron lo que es no tener la Presidencia. Varios ex-presidentes de este Partido ya han salido a celebrar "su triunfo", a pesar de que todos ellos tienen cuentas pendientes con la justicia. Pero confiados en que ningún ex-presidente es jamás enjuiciado por sus pillerías y crímenes, ahora se han envalentonado y proclaman en todos las tribunas que les brindan, que ellos y su Partido son los únicos capaces de gobernar el país. Ellos dicen "sí saben cómo hacerlo".
Las cuentas electorales que le muestran sus asesores, no son nada prometedoras. En el "paquete" de los que votarán en contra de la Derecha Nacional, suman las familias de los 50 mil muertos y los 10 mil o más desaparecidos. Agregan los que salieron del país; miles de "ninis" que votarán en contra porque nunca encontraron una oportunidad de estudiar ni de emplearse. Le explican al Presidente el descontento entre miles de pensionados y jubilados por haberlos condenado a vivir con cantidades miserables de dinero; le hacen ver que miles de trabajadores ganan salarios de hambre de 50 pesos diarios y que apenas sobreviven con sus familias. Le explican los abusos de las televisoras que hacen y deshacen sin tolerar competencia. Y lo peor, le aseguran que la líder nacional del magisterio que lleva 23 años controlando ese gremio sin rendirle cuentas a nadie de miles de millones de pesos, ya ofrece millones de votos al Partido Institucional a cambio de su permanencia al frente del "Sindicato".
Súbitamente el Presidente estalla y casi a gritos les dice que ya sabe todo eso. ¡Quiero soluciones!, demanda. Todos guardan silencio. Se ven unos a otros como preguntándose quién le presentará la solución más obvia para impedir el regreso al Poder del Partido Institucional. Saben que el Mandatario tiene arranques de ira que terminan en acciones apresuradas y erróneas. Uno de ellos, que se sabe es el "jefe" de asesores, toma la iniciativa y le plantea que si el Presidente está pensando -como ya lo ha planteado mediáticamente- en entregar el Poder a los militares, históricamente es inaceptable. El pueblo de México ya superó la etapa de los "cuartelazos" y peor aún, los Estados Unidos verían con mucho recelo esa opción. Por lo tanto -le dice- es inviable porque las fuerzas armadas no están preparadas para gobernar el país.
El Presidente se recompone, y pide estadísticas de votos. Le presentan los gráficos con las cifras. Observa los números de los tres gran partidos nacionales. Y hace la reflexión fundamental de la reunión: "No quiero ser el Presidente que entregue el Poder al Partido más corrupto y dictatorial que ha tenido el país"... y hace las preguntas clave: si no gana la Derecha Nacional otra vez, ¿cuál es la opción para cerrarle el camino al Partido Institucional? Si nuestros candidatos no prometen ni aseguran el triunfo, ¿cuál es el candidato que puede vencer al tipejo petulante y soberbio con el que presumen los Institucionales? ¿A dónde cargamos discretamente el voto útil para no ceder el Poder a los mismos que ya derrotamos en dos elecciones presidenciales?
─Señor, si me permite ─dijo uno de los asesores, sólo hay una opción y subrayo que es sólo una propuesta. Tenemos avanzadas pláticas con el candidato del Partido Izquierda Democrática y es cuestión de que usted apruebe.... ¡Mejor así!, gritó el Presidente. Prefiero entregar la banda al que fuera mi contrincante en las pasadas elecciones, antes que permitir el regreso de los traidores Institucionales. Dividamos la votación en tres grandes bloques y discretamente canalicemos votos a favor de la Izquierda. Pero habrá condiciones -dijo el Presidente- y quiero hablar personalmente con el candidato que más me ha criticado, que sé bien que tiene palabra, pero también ambición por llegar al Poder y aceptará nuestras peticiones, sean las que sean. Vamos a pagarle un favor y hagámoslo ganar aunque sea con escaso margen, como yo lo logré.
Los asesores respiraron satisfechos. Al fin lo habían hecho entrar en una moderada razón. Y en eso estaban cuando el Presidente les indicó: Quiero un "arreglo" con el candidato de la Izquierda Democrática. Díganle que le entregaré el Poder pero que modere su lenguaje; hablen con las Televisoras para que empiecen a darle espacios; yo hablaré con los empresarios que me deben muchos favores; a la mayor brevedad posible que las fuerzas armadas sugieran sus relevos y empiecen a dar apoyo logístico a los de la Izquierda; es importante que nuestros "aliados" en las izquierdas ya depongan su actitud belicosa y formen un frente común; necesitamos todos los votos posibles para cerrarle el paso al figurín ese del Institucional. Prefiero -dijo el Presidente- que me acusen de todo, menos de haberles regresado el Poder a los mismos que no merecen gobernar otra vez. Como en el box, será una pelea arreglada, pero no a favor del Institucional.
Nuestros pronósticos, Señor Presidente -dijo el jefe de asesores- es que es más viable la candidatura de la Izquierda Democrática a pesar de todas las confrontaciones que tienen. Calculamos que votarán contra el Partido Institucional todos los mexicanos que vivieron parte de los 70 años que estuvieron abusando del Poder; votarán en contra todos aquellos que repudian el cacicazgo de la Señora líder del magisterio que ha convertido al "Sindicato" en su propiedad y que ha explotado a millones de trabajadores de la educación; hemos analizado que si la Derecha Nacional propone un candidato "débil" los electores optarán por la izquierda, pero no por el regreso a la "dictadura" institucional. La clase política de los llamados "dinosaurios" y "bebesaurios" ya tiene asqueada a la ciudadanía y si desde la Presidencia le abrimos algunas puertas y le inyectamos sumas considerables a la izquierda, la votación del Institucional se verá mermada y destrozada. Agregándole que al interior del Partido Institucional hay graves inconformidades por lo que sienten sus militantes es un descarado "dedazo" de un ex-presidente que se promueve como el "salvador" de México y "estadista" mundial, pero cuyo puro nombre produce rechazo instantáneo entre los votantes.
¿Quién es el mensajero y nuestro hombre cerca del candidato de la Izquierda?, interrogó el Presidente, a lo que un asesor contesta inmediatamente: el Jefe de Gobierno de la ciudad capital. El Presidente sonríe complacido. Confía en el hombre-enlace y dice en voz alta: señores, hay mucho trabajo. Si el candidato de la Izquierda se modera y nos promete una "reconciliación" puede estar seguro que le entregaré la banda presidencial. Todos y cada uno de ustedes están obligados a poner todo su esfuerzo para derrotar al Partido Institucional. Están equivocados si piensan que la Derecha Nacional y millones de ciudadanos van a permitir su regreso al Poder. Vamos por el voto útil como lo hizo mi antecesor, recuérdenlo. No vamos a ganar, pero no vamos a perder ante la pandilla política más corrupta que ha tenido el país.
Señor, una cosa más ─dijo otro asistente a la reunión─ tenemos la certeza que millones de electores no desean por ningún motivo el regreso al Poder del Institucional, pero el candidato de la Izquierda Democrática debe garantizarnos que no habrá represalias ni "expropiaciones" como sucedió en Venezuela. Sabemos que se comprometerá porque con los votos que tiene asegurados hasta este momento, él sabe que no gana. La Derecha Nacional -señor Presidente- con todos respeto, debe presentar un candidato "derrotable" que propicie la desbandada de votos de la derecha que no van a ser a favor del Institucional, estamos seguros. Sólo hemos pedido al amigo mensajero que se mantenga cerca para ir inclinando la balanza. Los Institucionales no van a poder contra 4 partidos, todas las organizaciones ciudadanas y millones de ciudadanos que de ninguna manera los quieren ver otra vez en Palacio Nacional.
Al día siguiente la Televisora Nacional más poderosa del país, abrió sus puertas al candidato de la Izquierda Democrática y sellaron un pacto con un apretón de manos. El triunfo de la élite derechista, sería entregarle el Poder al mismo hombre que se lo habían arrebatado seis años antes. Los Institucionales se quedarían con las ganas de colocarse la banda presidencial que pisotearon por 70 años. La Izquierda Democrática abriría una nueva página en la política nacional, con grandes miedos y recelos, pero con grandes esperanzas de encarrilar el país hacia mejores horizontes de progreso con honestidad.
Nota: Este es un cuento político. Cualquier parecido con el realidad es mera casualidad. Sin embargo, algo nos dice que los arreglos políticos se están dando. Y de ello hay muchas señales en el panorama nacional. Como dijo el filósofo de Apodaca, a quién conozco muy bien: el que quiera ver, que abra bien los ojos.
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