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LA TIENDA
(¿Qué hacer con los problemas?)
Aureo Salas

culturalogoMi vida es muy simple, me llamo Renard y soy vendedor, tengo un local en la Av. Universidad antes de llegar a una tienda de autoservicio. ¿Que qué tiene de especial todo esto? Pues la verdad el asunto no tiene mucha ciencia, te vendo lo que buscas, lo que deseas o lo que nunca has tenido, sea lo que sea, yo lo tengo. Y tengo muchos clientes porque algunas personas no aprenden que a veces es mejor no tener ciertas cosas… mi tienda se llama: Desde una aguja hasta un elefante.

Hoy le toca el turno a Agustín Valtierra, un doctor del Seguro Social que entró a mi tienda buscando un estetoscopio antiguo, no entiendo por qué las personas entran a mi tienda pensando en antigüedades, no sé dónde se sugiere eso, pero bueno, el hombre venía desanimado, cargando el solo con muchos problemas y eso me animó el día.

—Parece un hombre con muchos problemas —le dije.
—Ni me lo recuerde —me dijo Agustín haciendo una mueca boba.
—¿Qué te parece si me compras algo como esto? —le sugerí mostrándole una pala.
—¿Y cómo para qué me va a servir eso? Bueno... sé que es una pala y con ella se escarba en la tierra... 
—No es una pala normal... cualquier agujero que hagas y tapes con ella se irá a otro lado y nadie lo encontrará nunca ni sabrá de ello. ¿Eso es lo que quieres, no? ¡Desaparecer los problemas y enterrarlos!

Agustín no lo pensó mucho y se llevó la pala sin acordarse de lo que andaba buscando, su cara pasó de la preocupación a la alegría cuando sacó la pala de aquí. Le dio uso casi en forma automática cuando llegó a su casa. Enterró sus tarjetas de crédito y del registro del banco desaparecieron todas sus cuentas atrasadas, sus adeudos y la hipoteca. Enterró la papelería de su auto y recibió una llamada de la agencia mencionándole que la cuanta estaba saldada y el auto era suyo. Enterró unas boletas de empeño y los artículos empeñados aparecieron en su casa.

Pero de forma extraña, los problemas parecían perseguir a Agustín. Una demanda por negligencia médica estaba a punto de hacerle perder su casa. Enterró la papelería y la demanda desapareció. Luego su hijo, embotado por la droga, atropelló a un anciano y fue a la cárcel. Entonces, al buscar los documentos personales de su hijo en la papelería que tenía guardada su esposa, encontró unas candentes cartas de amor dirigidas a ella y con fecha reciente ¡Su mujer tenía un amante!
¿Qué pasa? ¿Nunca se acaban los problemas?

Era como si los problemas le cayeran, sin piedad, uno a uno, y todo el poder de la pala no parecía suficiente para acabar con tanta calamidad. La dificultad consistía en que aquel artefacto hacía desaparecer sólo cuestiones relacionadas con la fatalidad y entonces el doctor pensó que para compensar eso de alguna forma, también debería desaparecer alguna cosa buena Quizá en vez de enterrar algo, debía desenterrarlo. ¡Pero eso era otro problema!

Podría conseguir el expediente de su hijo y enterrarlo, así saldría de la cárcel, ¿pero qué ganaría? Eso no lo hacía menos responsable, ni menos criminal, ni lo sacaría de las drogas ¿Cómo entierras algo así? Su mujer era otra cuestión, podría buscar y enterrar al amante, pero ella se buscaría otro porque el amante no era el problema... ni su esposa y sus hijos... ni el banco, ni el trabajo, ni el mundo era el problema...
Así que Salió al patio para excavar un agujero grande y enterrar el único problema que no había visto desde que tuvo conciencia...

Y eso es todo, pobre Agustín, finalmente fue declarado como desparecido. Esa pala se pudo haber usado de otra forma ¿no creen? Pero ni modo, las personas ven problemas por su desenfocada visión y no encuentran la oportunidad precisa para resolverlos. Lo que yo vendo no es malo ni bueno, el comprador le da el uso que le conviene y eso es todo. Los veo luego para seguir platicando, ya me estoy acostumbrando a contar lo que hacen mis clientes... es que a veces estar todo el día detrás de un mostrador es muy aburrido.

 

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