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1124 15 Agosto 2012

 

Vestíbulos del alba
Eligio Coronado

Monterrey.- La imagen del poema es su disposición tipográfica, esto es, la forma que adopta sobre la página. El autor la elige para impactar al lector. Esta forma es parte de su estructura y puede estar constreñida a un solo verso (poema monóptico) o puede ser alargada hasta que se le agote la frescura.

Hay múltiples formas para escoger. Están las clásicas que ya demostraron su eficacia (como el soneto, la décima y la silva, entre otras) o las formas del verso libre donde se pueden combinar versos cortos con largos, o iniciar el verso a mitad del renglón o estirar una palabra hacia abajo convirtiendo a las letras en eslabones, o estirar todo el texto como si se le desgarrara.

Con la forma se puede jugar a crear figuras de objetos o animales (como en los caligramas) o se puede omitir la puntuación o los espacios entre las palabras, o dejar huecos que funcionen como pausas, sin olvidar los excesos de la poesía concreta más cercana al diseño gráfico que a la poesía.

No está de más señalar que los pies de página también funcionan para agregar nuevos versos que, a veces, sirven para introducir otras vertientes del mismo poema.

Esto es lo que ha hecho Arturo Ipiéns (San Luis Potosí, S.L.P., 1962) en sus Vestíbulos del alba*. En la segunda parte del libro, página 45, encontramos un bloque donde se aglutinan sin espacios las palabras con todo y puntuación e incluso se omiten algunas vocales sustituyéndose por un apóstrofe, o bien se eliminan las mayúsculas y se emplean cursivas periódicamente para romper la monotonía del tejido verbal:

“laluzreanudapobreydesanudalaspresenciasinmóviles.habitacióndegozo:o:incertidumbr’ytiento. mispadreslavansábanas,baldosasconelfulgoraúndebesosenlasmanos”.

Más adelante (misma página) comienza a abrir los espacios para concluir con una deconstrucción total (p. 51) de las propias palabras y su sentido poético:

 “e l v    é  r  t  i      g  o  l  i  b  e  r      a  n  u  e  s       t   r   a   c   a   s       a   d   e   s       u   s   ú       l   t   i   m   a  s   p   i       e   d   r   a   s       y   d   e         j   a       e   n   e   l   b   a   l   d   í   o   l   a   s   l   u   c   e       s”.    

Es evidente que la lectura deberá coincidir con la intención del autor, o sea, si aglutina vocablos es para que los leamos de prisa y casi sin respirar (p. 45), y luego, al finalizar el bloque (p. 51), la lectura deberá ser muy pausada, como si arrastráramos las letras.

Esta incursión experimental de tipo visual, que consiste en mudar la vestimenta habitual del poema, se propone abrir un diálogo con el lector. Éste, por su parte, deberá acostumbrarse a la nueva estética que le propone el autor. Sólo así, el diálogo tendrá lugar.

Arturo Ipiéns. Vestíbulos del alba. Vestíbulos da alba. Paulo Ferraz, trad. Monterrey, N.L.: Mantis Editores / Selo Sebastião Grifo / UANL, 2011. 115 pp. (Colec. Terredades.) Edición bilingüe, portugués-español.

 

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