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1136 31 Agosto 2012

 

Fin de ciclo electoral
Luis Miguel Rionda

Guanajuato.- Cuando salgan publicadas estas líneas es muy posible que se haya emitido el fallo del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación referente a los recursos legales presentados por la Coalición Progresista en contra del resultado de la elección presidencial.

Los medios y los opinadores han adelantado que lo más probable es que el sentido del fallo sea negativo a las pretensiones de la coalición, con lo que se abre la puerta para la declaratoria de validez de la elección cuestionada, y con ello la inmediata investidura del candidato ganador como presidente electo de los Estados Unidos Mexicanos.

En el Instituto Federal Electoral se han culminado formalmente las actividades relativas al proceso electoral 2011-2012 en el nivel local y distrital. No así en el ámbito central, que mantiene frente a sí una larga lista de obligaciones pendientes, como la de continuar con el proceso de fiscalización de los recursos desplegados por los partidos en sus campañas recientes.

Es probable que por ahí todavía nos esperen sorpresas, y que varios partidos sean castigados pecuniariamente por haber excedido los topes autorizados para sus actos de promoción electoral. Sólo eso, porque el desborde en el gasto no es causal de anulación de la elección, nos guste o no.

Todos fuimos testigos del abuso de la propaganda y la acentuación de la detestable práctica del reparto de dádivas disfrazadas de parafernalia publicitaria. Todos los partidos regalaron objetos de mayor o menor valor, confirmando que la relación que buscan construir con los electores es de un clientelismo paternalista, abyección política que sólo contribuye a la desinformación, la desmovilización y la pasividad ciudadana. “¿Qué me van a dar?”, pregunta un remedo de ciudadano al acudir acarreado a los mítines, o incluso a votar.

Recuerdo cómo en la fiesta de San Juan, en Guanajuato capital, a una semana de las elecciones, todos los partidos montaron sus carpas desde donde regalaron de todo: comida, bebida, música, playeras, sombreros, utensilios para la cocina, cubetas, vasos, cilindros, paraguas… Las familias hacían fila para recibir cualquier chuchería. Pronto vimos señoras cargadas de objetos de todos los partidos: ¡qué importa! Lo que vale es renovar la ropa del día y los trastos de la casa. Triste realidad que sólo evidencia nuestra pobreza material y moral, lastres de un país que desprecia el civismo y la educación, pero abraza la dádiva y la complicidad.

Los comicios federales se desarrollaron bajo un escenario contradictorio: por una parte, los mexicanos pudimos contar con un Instituto Federal Electoral maduro y embarnecido, cuyo profesionalismo ha sido puesto a prueba por la abusiva cantidad de nuevas funciones que las últimas reformas electorales le han enjaretado. Yo ofrezco mi testimonio, como consejero local electoral, de que las cosas se hicieron bajo el estricto marco de las leyes y el código electoral. Pero los actores principales de la competencia -los partidos políticos y sus candidatos- se encargaron de tensar al extremo la atmósfera social e institucional. Siguen siendo malos jugadores, ajenos al fair play deportivo. Si pueden, trampean o tuercen las reglas en su favor, para luego cargarle las culpas al árbitro, a quien le han provisto de mortecinas capacidades punitivas, y que sólo puede ejercer a posteriori del proceso, o en tiempos que anulan la efectividad y oportunidad de la sanción.

Nuevamente se ha querido descalificar al IFE y al TRIFE, y se ha vuelto a montar una desgastante y mentirosa campaña que denuncia fraudes inexistentes o favoritismos hacia partidos o candidatos. Es fastidioso ver cómo se reeditan argumentos falaces que sólo creen los dogmáticos, esos que no necesitan pruebas sino dichos. No hay la intención de debatir con argumentos, sino con descalificaciones e insultos. “¿Opinas diferente? Entonces eres un vendido despreciable”. En las redes sociales se han desatado varias campañas de linchamiento moral contra personajes de los medios o de la política, y es popular ejercer el insulto vulgar desde la seguridad cobarde del anonimato. Yo dejé de participar en esos pleitos de callejón, cuando comencé a ser yo mismo víctima de la diatriba. De eso no se trata la política, ni tampoco el debate sobre la misma, pues sin el respeto racional a las personas y a las instituciones será imposible abandonar nuestro subdesarrollo mental, y así convertirnos en ciudadanos auténticos.

El proceso electoral ha culminado: unos “ganaron”, otros “perdieron” según les fue en la competencia. Pero yo llego feliz a este final, luego de once meses de colaborar con el IFE y muchas sesiones y horas de trabajo dedicadas al objetivo común de ejercer la democracia. Me felicito y felicito a mis compañeros(as) consejeros(as) locales y distritales, así como al personal permanente y eventual de la institución, que embarraron el alma para cumplirle a México y a Guanajuato. Cientos de miles de mexicanos quedamos con la satisfacción íntima de que cumplimos lo mejor que pudimos, sin importarnos “ganadores” o “perdedores”. Un abrazo para todas y todos.

Antropólogo social. Profesor investigador de la Universidad de Guanajuato, Campus León. luis@rionda.net – www.luis.rionda.net - rionda.blogspot.com – Twitter: @riondal

 

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