TECLA SUELTA
LA VERDADERA
SOPA DE LETRAS
Asael Sepúlveda

La nota política de la semana será la aparición del libro Derecho de réplica, de Carlos Ahumada, en el cual afirma que los videos en donde apareció dando dinero a René Bejarano y otros, fueron difundidos por decisión de Carlos Salinas de Gortari, bajo la coordinación de Diego Fernández de Cevallos. ¿El propósito de difundirlos? Negociar con Vicente Fox la liberación de Raúl Salinas de Gortari.
Pero, ¿qué hacen en la misma trama unos empresarios, un ex presidente priísta, líderes perredistas, un presidente panista y el guardián de la moral del panismo? Pues menearle a la gran olla sucia de la política y dar elementos para elaborar una verdadera sopa de letras, no la panista, que es de juguete y sesgada, sino una más realista, más atroz y más costosa para todos los mexicanos.
Si hemos de creer a Ahumada (y faltan las reacciones de los involucrados), el manejo que han hecho los diversos partidos políticos nada tiene que ver con la moral, con los idearios políticos ni con una visión de Estado. Son intereses económicos y políticos del más bajo nivel. Falta un pequeño ingrediente para darle más sabor al caldo. Preguntados al respecto, abogados y funcionarios dirán que no hay denuncia de hechos o que los posibles delitos ya caducaron.
¿Cómo es posible que la transición a la democracia mexicana, lo que pudo haber sido el fin de la dictadura unipartidista, haya servido para que políticos de diverso pelaje siguieran haciendo sus atoles? Tal vez  nos haga falta empezar de nuevo y recordar que el que se roba una gallina se roba el gallinero. O dicho lo mismo con palabras de moda, nos hace falta aplicar a la política el principio de “ventanas rotas”, mejor conocido como “cero tolerancia” y no permitir ni el menor desliz a nuestros políticos.
La tarea es monumental. Baste recordar que en Nuevo León, una Jefa de Departamento puede malversar millones de pesos sin que nadie se ocupe de sancionarla. Que las cuentas públicas de más de un alcalde, en vez de ser revisadas con imparcialidad, se convierten en moneda de cambio de los partidos políticos.
Pero podemos empezar desde la base. Este miércoles se anunció el cambio del Secretario de Tránsito de Monterrey, quien fue sustituido por el Secretario de Policía. La misma tarde del miércoles, en la desviación por obras de Garza Sada, en Monterrey, en cada esquina había un par de agentes de tránsito. Y en la mayoría de las esquinas, tenían un auto o dos detenidos. Todos con placas foráneas. Yo me preguntaba si nuestros amables agentes de tránsito estarían orientando a los turistas, que tanta falta nos hacen en estos tiempos de crisis.
Un rato después, por la carretera de cuota al aeropuerto, vi dos autos detenidos por una patrulla. La tal patrulla estaba, como acostumbra, en una cuneta, a la caza de automovilistas apurados por llegar al aeropuerto. Esto, en vez de estar a la vista, para infundir respeto entre los potenciales violadores de los reglamentos de tránsito. El sagaz patrullero se coloca de tal modo que espera a que se transgreda el reglamento, para salir a imponer la sanción. Y también me pregunté: ¿semejante conducta no habrá llamado la atención del Jefe de Tránsito, del Alcalde, de algún regidor, diputado local o federal, de algún funcionario de Contraloría, capacitados todos ellos para llamar la atención por tal conducta? ¿O será que el Jefe de Tránsito, el Alcalde y hasta algún regidor llevan moche en el operativo?
Alguien dirá: ¿y qué tiene que ver la historia de los agentes de tránsito con el tema inicial, el de Salinas y Ahumada, Fernández de Cevallos y Bejarano? Pues mucho. Un agente de tránsito o un Alcalde se roban la gallina. Como no decimos nada y hasta los premiamos, llega un día en que se roban el gallinero entero y hasta al dueño de la granja. Y entonces, tampoco decimos nada.
Tal vez es hora de empezar. Así sea con pasos pequeños. A fin de cuentas, una marcha de diez mil kilómetros empieza con un paso.

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