USOS PRÁCTICOS
DEL RALLADOR
Norma Yamille Cuéllar

Mis amigos y esta servidora hemos perseguido luchas extremas en lugares como la Arena Santa Lucía, el gimnasio Factores Mutuos, la Arena Femenil Monterrey, la Arena Solidaridad... hasta la ciudad de Matamoros.

Mi primera vez fue en la Santa Lucía, donde las cuerdas del ring eran reemplazadas por alambre de púas y las lámparas de halógeno eran usadas como armas... la música de Pantera, Animal, Metallica y Disturbed a todo volumen. Entre lucha y lucha había grupos de metal tocando en vivo.

Y aquí está la parte “interactiva”: el público puede llevar armas a su gladiador favorito como CPU’s de computadoras, bates de beisbol cubiertos de alambres de púas, gasolina, limón, tachuelas, escaleras, grapadoras y/o ralladores de cocina (imagínense para qué lo usan).

Mientras aprendo términos como cruceta, doble palanca, mosca española y plancha, y sigo yendo a las luchas, me encuentro a todo tipo de conocidos: escritores, editores de periodicotes, moneros y diseñadores de moda.

Las compañías que generalmente organizan estos eventos son OLX, Next, DTU, Kaoz Xtreme, y los flyers y las camisetas usualmente tienen leyendas rezando Machaca de Extremos, Desastre Total Ultraviolento, God Bless This Mess, Galería de Suicidas, Torneo de la Muerte.

Todos queremos una playera de nuestros guerreros favoritos, de quienes hablamos en las carnes asadas como si formaran parte de nuestra “familia”: Golden Boy, Voltaje Negro, Sick Boy, Insane, Coyote, Baby Fox, Pee Wee…

Este deporte no es para cualquiera. Como bien dice su nombre, es ex-tre-mo: no puedes quedarte en tu silla mucho tiempo porque los protagonistas salen del ring y se dan con todo muy cerca de los asistentes, y no puedes arriesgarte a que te alcance una patada o un fragmento de vidrio.

A veces no sabes hacia dónde mirar, se desata el caos debajo del ring y hay dúos o tríos de luchadores peleando en cada esquina del lugar... imagínense esta escena con acordes de Symphony Of Destruction, de Megadeth... ¡pura adrenalina!

A veces un luchador sube hasta una canasta de basquetbol, para lanzarse al ring... la cuestión es si lo logra, entre tanto flash de las cámaras.

Y nunca faltan las fotos inesperadas (“¡la mancha de sangre en la pared tiene forma de corazón!”).

En ocasiones se organizan luchas a beneficio de algún luchador, y como es pura demostración, es 100 por ciento show. La gente puede decir todo tipo de groserías a los luchadores, y ellos las responden, incluso caen adrede encima de algún señor gritón; te puedes tomar fotos con los guerreros y no faltan las carcajadas.

El año pasado una amarillista televisora local fue a Factores Mutuos; un reportero me preguntó algo y me fui corriendo. El camarógrafo tomó imágenes de esta servidora y de mis amigas, ellas sí hablaron ante las cámaras.

Estábamos contentos de que a la lucha extrema se le diera proyección, y al día siguiente salimos todos ¡en nota roja! El reportero, en su manoseado segmento, dijo que las luchas eran ilegales y clandestinas, que los luchadores golpeaban a los asistentes; las llamadas del público al estudio no se hicieron esperar. Casi nos condenaron a la hoguera a todos. Creo que la gente se imaginaba ojos rodando en el piso, huesos fracturados y muertos. Puro mito. Las luchas no son clandestinas, se han organizado hasta en antros como el IBEX y en lugares como El Domo, se promocionan por todos los medios y los luchadores jamás se meten con el público. Además, ¿cómo se le ocurre al reportero llamar a Factores Mutuos “una bodega abandonada”, si en ese lugar abundan los conciertos anunciados a través del Facebook?

Como fan de la lucha extrema, me aburro en la lucha normal. Extraño la emoción, los decibeles, y mirar combates llevados hasta el límite. Por eso es brutal.

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