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ANÁLISIS A FONDO
JARDÍN QUE SE CUIDA,
FLORECE

Francisco Gómez Maza

  • Es Espíritu, precisamente, lo que nos hace falta
  • Afortunadamente, hay “tránsfugas” del modelo

mazaEn primer lugar, me alegra y me satisface la respuesta del señor Guillermo Lozano. Siempre he creído que escribo la columna por placer, por disciplina y por terapia. No he esperado que alguien la lea, y si la lee el amigo Lozano y la queridísima Irma Alma Ochoa, me doy por absolutamente satisfecho. Si anduviera, estimadísimo Guillermo, por el reino del Espíritu, como podría decir Tatic Raúl Vera, caminaría por terreno firme. Ojalá fuera así. Creo que de lo que carezco es de ese idealismo hegeliano, que a la clase política jamás le ha interesado, inmersa en un materialismo nada dialéctico, porque el dialéctico nos lleva de la mano, inevitablemente, al reino del Espíritu, aunque pudiera parecerle una contradicción. Es precisamente eso, Espíritu, lo que nos falta en nuestras relaciones políticas, económicas y sociales. Ojalá pudiera estar ya en un retiro para repensar mis juicios y actitudes y extraer del archivo riquísimo de la historia aquellas experiencias estúpidas con el fin de no volver a ellas, y sacar las inteligentes, las “buenas”, para hacerlas mejor, porque lo bueno es enemigo de lo mejor, querido Guillermo.
Tiene usted razón, amigo, mi pesimismo es tal  como la realidad misma. La clase política ha hecho de las instituciones atrios en donde se practica ese comercio brutal, insolente, salvaje, impune, que fue reclamado a latigazos por el Maestro Jesús en el atrio del Templo de Jerusalén. Y por lo que veo, y he visto, en mi ya prolongado oficio de reportero, un oficio tan gratificante como el del albañil, no me deja lugar al “optimismo”. Aunque estoy cierto que el pesimista no soy yo. Pero soy optimista ante las realidades verdaderas, no farisaicas. Creo en los pobres. Y éstos se están organizando. Bien afirma doña Alma Irma: “Muchos son los ejemplos: bajo puntaje en  matemáticas; no sabemos leer y mucho menos escribir. Niñas y niños graduados de primaria que no leen un párrafo seguido y que, al escribir, lo hacen con pésima ortografía y deficiente caligrafía. No aprendimos a resolver problemas aritméticos. México tiene una planta científica deprimida, casi nula, no porque no haya cerebros, sino porque el gobierno no les facilita la vida para que se dediquen a la investigación”. Y hay un ejemplo dramático, en estos días, querido don Guillermo: las autoridades del IMSS están desmantelando el área de investigación científica de esa institución, cuando debería ser la primera en estar experimentando para encontrar la vacuna contra la Influenza Humana. Los presupuestos para ello los tienen congelados, inclusive los fondos que los propios investigadores han conseguido, por sus propios medios, de fundaciones nacionales e internacionales.
“Una población que no lee; que no tiene el hábito de darle, al menos, un vistazo al periódico; analizar lo que dice; concatenarlo con el resto de las noticias y hacer suyos los problemas que aquejan al conglomerado... es una población a la que no se le mostró el camino; no se les dijo que la educación es poder y que el poder leer, hacer una suma y una resta, y una división y una multiplicación sin uso de la calculadora, es poder”, afirma con razón Doña Irma Alma. Y digo yo: una población que no tiene información, vota por miedo, porque el adversario “es un peligro para México” y le aseguro que don Andrés Manuel López Obrador, como político, no como persona, no es santo de mi devoción. Los políticos, en general, y está probado, y comprobado, no van por el pueblo, querido don Guillermo. Van movidos por el deseo, por la codicia (y excluyo a aquellos individuos que, no siendo parte de la clase política, como dije en otra entrega, hacen su trabajo con responsabilidad, que es la cualidad de los seres conscientes). La codicia, la cara opuesta del miedo, es lo que ha acabado de dar al traste con la estructura. Ésta, ya de por si castrante, es la que tiene a los individuos, y por tanto a las sociedades, sojuzgadas, precisamente por lo que apunta Doña Irma Alma: “Y tampoco se les (nos) mostró el camino de la democracia (algunas y algunos somos tránsfugas o intentamos serlo). Son pocas las maestras y los maestros que dicen: lean, estudien, analicen, vean que esto que les muestran no es lo mejor... reflexionen, busquen alternativas, tomen las herramientas que la vida les ofrece, aprendan a usarlas y tendrán poder... Poder de contar 1 voto. Por eso, México... no puede ni siquiera contar cuántos decesos ha habido por la Influenza Humana... un día nos dicen 26; al siguiente bajaron a 19 (¿?); luego suben a 42...”
Ojalá, querido don Guillermo, los integrantes de la clase política pasaran “a una etapa personal de contemplación introspectiva y cosmogónica propia – permítame disentir: no creo digna de alguien que ya pide su muy respetable jubilación -. Si vivieran, la mayoría de los miembros de la tal clase, en estado consciente, harían su trabajo con responsabilidad, y no sólo como reacción. Y menos sólo para satisfacer la codicia. (Los seres humanos respondemos. Los animales irracionales, las plantas, los virus y los bacilos, reaccionan). Y así, como usted atinadamente lo afirma, “la lucha ha sido larga y las derrotas de la fuerzas democráticas y progresistas ha sido evidenciada una y otra vez por la historia en México. De las fuerzas armadas revolucionarias ni qué decir. Los narcos están armados, tiene brazos políticos pero, ¿serán socialistas revolucionarios?” Creo que sus opiniones y las mías son plumas de una misma ala, querido don Guillermo. Ah, y, le ofrezco una disculpa – vivo bien consciente, aunque a veces me desmemorio -: no es en mí sólo “una crisis psicológica pasajera”. Mi análisis está basado en “mi” experiencia. No puedo hablar de la suya. Y le agradezco infinitamente que me diga que mi meditación podría servir – no pretendo eso -  “para que nos descubra  nuevos caminos hacia el cambio deseado y que no sólo sean cambios personales espirituales”. Gracias, asimismo, por desearme “un feliz viaje” a mi interior”.  De las experiencias populares, a su edad, don Guillermo, las conoce como la palma de su mano. Sirva un ejemplo: El Foro Económico Mundial de Davos, aportó un comino para que el capitalismo se salve de la debacle. El Foro Social Mundial, celebrado en Brasil, en el que participaron 20 mil representantes de organizaciones populares, hizo aportes realmente eficaces para crear otro mundo, realmente humano, solidario, sobre las cenizas del mundo de la codicia y el miedo. Gracias infinitas por tomarse la molestia de leerme. Estoy para servirle.

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