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Querida Rocío (Osorio; ver texto sobre El Poder del Consumidor):
Los ciudadanos mexicanos no sólo somos consumidores y seres humanos de segunda para la Bimbo, sino también para la VW, y no nos hemos enterado de para cuántas otras empresas trasnacionales más.
De la VW nos dimos cuenta hace como dos décadas, cuando José y yo andábamos tratando de vender un auto VW Corsar en Austin, Texas, ciudad en donde estudiábamos. El Corsar tenía unos dos o tres años de uso pero como nos había crecido la familia queríamos cambiarlo por una van. En ese tiempo aún no habían salido los SUV. El caso es que los Corsars eran equivalentes a los Audis y esperábamos obtener un buen precio. Cuando estábamos haciendo el trato con una agencia de la VW, en cuanto se enteraron que era un auto mexicano nos dijeron que no podían comprárnoslo porque estaba descalificado para los estándares de seguridad de los Corsars que eran fabricados para los USA.
Resulta que los autos de la VW hechos para los Estados Unidos, a diferencia de los que se venden en el mercado mexicano, y de seguro para todo el Tercer Mundo, tienen unas barras de acero que refuerzan las puertas y el techo en caso de una volcadura, y no recuerdo qué otros detalles extras para la protección de los usuarios. Exigencias de control de calidad de los que carecen los autos de la VW hechos para los mexicanos y demás ciudadanos tercermundistas.
Cuando nos enteramos que habíamos andado manejando un auto con puertas y techo que se pueden hundir fácilmente en una colisión, convertidos en suicidas involuntarios, nos sentimos muy indignados, porque una vez más nos dimos cuenta que las vidas de los mexicanos no valen nada para las trasnacionales y los gobiernos en turno que las protegen.
Por eso la rabia exacerbada con que atacan a nuestro Presidente Legítimo y a su proyecto de nación que va a traer justicia social para todos los mexicanos.
Un abrazo fraternal,
Cris Villarreal
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