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14 de abril de 2010
15diario.com  


 

La poesía urbana de Andrés Montes De Oca

Ernesto Castillo

 

Señala Eligio Coronado que el primer libro de poesía de Andrés Montes de Oca fue Metrópolis en 1985, texto con el cual se integra a la “comunidad poética” de Monterrey, comunidad en la cual ya se distinguían escritores como Guillermo Meléndez, Patricia Laborde, María Belmonte, Minerva Margarita Villarreal, Armando Joel Dávila, Arnulfo Vigil, entre otros.

 

A Montes de Oca le tocó  un periodo de efervescencia literaria en la ciudad: años atrás se había creado un sistema de becas para los escritores, los periódicos de la localidad dedicaban espacios reales a la cultura impresa, entre los más importantes estaban “El Volantín” de El Diario de Monterrey, “Aquí Vamos” de El Porvenir, “Ensayo” de El Norte; del mismo modo las instituciones educativas también contribuyeron a ese contexto: nace Deslinde en la Facultad de Filosofía y Letras de la UANL, Palabras para llevar de la UDEM, por mencionar algunos ejemplos, sin faltar los diferentes talleres literarios en distintos lugares del área metropolitana; el apoyo municipal y estatal a concursos literarios y ediciones de libros, así como las manifestaciones literarias independientes, entre ellas La Hormiga Herrante,  Litoral, Hogaza, entre otros proyectos literarios relevantes. 

 

Metrópolis es el primer libro de Montes de Oca, con una temática en donde la ciudad era y es una razón para escribir; Metrópolis es el inicio de un diálogo con su ciudad; un encuentro y reencuentro con personajes, paisajes,  aspectos íntimos y referencias geográficas.

 

Posteriormente su obra Luz neón blues (1991), confirma lo anterior: su poesía refleja la apropiación de lo urbano, cual ciudadano deambula por diversos lugares y da cuenta de ellos con recursos literarios que comenzó a consolidar desde sus primeros textos. Uno de los escritos del anterior poemario es “Blues del semáforo”, y el primer fragmento dice:

 

Solitaria y triste vida

del semáforo.

Siempre de pie en la esquina,

pintando el tiempo de color

interminable su luz roja

cuando la prisa nos domina.

 

Otra obra interesante del autor es El blues del gato (publicada por el Consejo para la Cultura de Nuevo León, 2001), obra con la cual se convierte en una referencia para entender la poesía urbana de la localidad y reafirma su posición en esa “comunidad poética”.

 

Comunidad que escucha y escribe sobre Charly Parker, leen a Jaime Sabines, Ocatvio Paz, ven el  nuevo cine francés o el  realismo italiano, acuden a los diferentes símbolos culturales de carácter popular, se involucran y coordinan talleres literarios, polemizan; gustan de “recrear lo cotidiano”, en sus versos no hay una métrica específica, sino versolibrismo, es decir, en un poema encontramos versos de cuatro sílabas, de diez o de quince y, al igual que otros autores, Montes de Oca acude al “ritmo del pensamiento” para refrendar su postura estética, apunta en “ Nocturno urbano”:

 

Nadie vendrá está noche

los semáforos ya se han apagado

                                      duermen los motores

                                      de los autos

      vacías están las calles

                            sin sombras oscilantes

la música de las cantinas

                            se ha vestido de luto

mira

        sólo la luna

se mueve entre los edificios

 

Diez años después de su primer libro crea el “Grupo Cultural Gatos de Azotea”, el cual nace en febrero de 1994, además de otras actividades culturales, una de ellas es promocionar la literatura y de manera específica la poesía y narrativa.

 

De ese grupo nace la publicación Buzón, misma que refleja el trabajo literario del grupo encabezado por Montes de Oca; obra en cual participan autores con cierta trayectoria y otros que comienzan a destacar en el ámbito de la poesía y de la narrativa: Andrés Huerta, María Rosalva Acosta Zúñiga, Katia Irina Ibarra, Ana M. Ríos Farjat, Elvia Salinas Hinojosa, René Rojas Santana, Luis Alberto Valdez y Salvador Aburto, por mencionar algunos.

 

Señalamos que una de las características literarias de la producción poética de Montes de Oca, es recrear lo cotidiano mediante un lenguaje poético, estética que distingue a la mayoría de los escritores de la década de los ochenta.

Las temáticas en la producción poética del autor en cuestión son variables, por ejemplo, uno de sus textos en el Blues del gato es “Abigail” y el primer fragmento dice:

 

Ahora que vas al cielo

                                entrevista a Marilyn

Pregúntale sobre el mar

                               las escamas que éste

                              depositó

                              en su piel

                                           de la ola

que meció su dulce trasero

 

En los autores que acuden al lenguaje cotidiano para recrear la realidad siempre hay un rasgo estilístico que permite apreciar lo poético, escribe el autor de Metrópolis:

 

Hace dos

            segundos

solté

                        tu mano

ya me siento

                          solo

 

En otro texto escribe:

 

Sólo soy

                                   poeta

cuando me enciendo

en

                  tu

                         cuerpo

 

Otra de las temáticas que distingue a los escritores a principios de la década de los ochenta, es lo afectivo; ellas y ellos manifiestan sus preferencias amorosas y las describen; pero de manera específica nace nuestra nueva poesía femenina amorosa con los nombres de Leticia Herrera, Minerva Margarita Villarreal, Patricia Laborde, María Belmonte, principalmente; mismas que utilizan un lenguaje distinto y sus recursos literarios apelan a otras estéticas.

 

Para ilustrar lo anterior podemos citar un ejemplo escrito por María Belmonte en 1984, apunta:

 

Dicen que en octubre

las miradas se dedican a la luna

Y que los sexos se inquietan

como remolinos de párpados floridos

Es momento de estar

 

Antes de continuar es conveniente retomar algunas ideas expuestas y plantearnos por qué la poesía de Andrés Montes de Oca es importante y en qué razones nos sustentamos para recordarle literariamente

 

En principio, contribuyó con sus textos para consolidar una literatura local con la cual nos identificamos, y ello es así pues en sus versos y en las imágenes literarias que nos ofrece hablan de una ciudad que compartimos. A diferencia de otros autores que se van de la ciudad para lograr nuevos propósitos, él se quedó para dialogar con la misma, para entrevistarse con las calles, para ver crecer su entorno y con sus versos generar imágenes literarias relevantes.

 

Otro argumento es que el autor en cuestión, y mediante sus textos, respondió a poéticas contemporáneas, fue un autor de su tiempo pues asimiló e incorporó las estéticas contemporáneas a su quehacer literario.

 

Otra razón, es el apoyo constante que dio a la literatura local para contribuir y fortalecer esa “comunidad poética” de la que hemos hablado; apoyó a incipientes jóvenes en las observaciones a sus textos, generó diversas publicaciones para proyectar a los mismos, entre otras actividades.

 

Por último, Andrés Montes de Oca también incursionó en la narrativa, género que apreciamos en su libro The piano cat (2005), se involucró con símbolos culturales de carácter popular para manifestar su impresión de los mismos: el hijo del Santo, Janis Joplin, Charly Parker, James Dean; recreaciones en las cuales acude a la crónica y a determinados elementos del cuento para resaltar las características culturales de la época y su propósito de promover a esos íconos de las industrias culturales.

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