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14 de abril de 2010
15diario.com  


 

ANÁLISIS A FONDO

Cómo se defienden los ciudadanos

Francisco Gómez Maza

 

  • ¿Sirven para algo las manifestaciones callejeras?
  • No cuentan con los medios de (in) comunicación

 

mazaimgEn el “Bushato”, millones de personas mexicanas y de origen hispano llenaron hasta el tope las más importante avenidas de las más importantes ciudades de los Estados Unidos de Norteamérica, para exigir una reforma migratoria integral, que acabara de una vez por todas con la discriminación y xenofobia de que son víctimas los migrantes. Qué pasó. Que la tal reforma migratoria integral –“la enchilada completa”, como le llamó Jorge G. Castañeda en su momento– aún duerme el sueño de los justos, porque el gobierno –ejecutivo y legislativo– no tienen ningún interés en resolver los graves problemas a que se enfrenta la sociedad estadounidense ante el fenómeno de la  migración ilegal, y las empresas de cualquier tamaño necesitan la mano de obra de los hispanos, porque los ciudadanos estadounidenses no quieren mancharse las manos con los empleos que sí dan de comer a los millones de hispanos que cruzan la frontera del río Grande en busca de mejor calidad de vida, porque en México simplemente mueren de hambre ellos, su esposa y sus hijos. Las manifestaciones masivas, aquellas en que ondeaban en los mares de multitudes, las banderas mexicanas, y la Carabina de Ambrosio. (Quizá porque ondeaban las banderas tricolores.)

 

Las manifestaciones en México tampoco sirve para maldita sea la cosa. Ejemplos hay muchos. Las que organizó el PRD en el 2006 por los resultados de las elecciones presidenciales, arduas y duras, ahí se quedaron; las de Oaxaca, por la tozudez del gobernador Ulises Ruiz, igual. Sólo sirvieron para llenar cárceles de militantes y activistas y para desaparecer a muchos de este mundo. Miles de personas acaban de realizar una protesta en Monterrey, la capital del industrioso estado meridional de Nuevo León contra la violencia ligada al narcotráfico. El pretexto de la manifestación fue el asesinato, el 19 de marzo, de dos estudiantes del exclusivo y clasista Instituto Tecnológico de Monterrey, en un enfrentamiento entre presuntos sicarios del narcotráfico y elementos del Ejército. Las autoridades se defienden diciendo que los jóvenes murieron por disparos de los sicarios, pero familiares de las víctimas demandan que también se investigue la actuación de los militares. Nadie hace algo. Todos se han olvidado del sangriento hecho, como se olvidaron de la matanza de jóvenes en Ciudad Juárez, Chihuahua; Torreón, Coahuila, y Durango, Durango. Los manifestantes, convocados por el rector del Tecnológico, Rafael Rangel Sostmann, exigieron que el Ejército no viole derechos humanos y es posible que no los viole más en Ciudad Juárez, de donde comenzó, por órdenes de la superioridad, una retirada paulatina de las calles, dejando en manos de la Policía Federal (La mayor parte de tan corporación integrada por soldados prestados por la Secretaría de la Defensa), la dirección de los operativos anti crimen.

 

El rector del Tecnológico defendió el combate al crimen organizado que realizan unos 50,000 militares en distintos puntos del país, pero subrayó que también deben ser castigados los abusos a los derechos humanos que cometan los uniformados. "Queremos que los ciudadanos, como los miembros del Ejército y de la Marina, operen con un marco legal confiable para el bien de todos", dijo el rector. El periodista que firma con el nombre de Pancho Villa, en SDP Noticias, comentó: “Se me llenan los ojos de lágrimas, lo reconozco. Me duele su dolor, que es el dolor de México. La angustia de estos muchachos es abrumadora, no ven claro su futuro, pero al mismo tiempo me ilusiono de estar en el Tec. Podría ser la UNAM, el Poli o la Ibero, o cualquier otra universidad en México. Escucho los discursos y las propuestas emanadas de ellos. Están despertando, se están destetando, se están involucrando. Qué bueno, ya que es ahora o nunca. Estoy seguro que será esta gran generación de estudiantes mexicanos, que sienten el miedo y ven tanta injusticia, que serán ellos el detonador que impulse el verdadero cambio en México, y que este cambio involucre y mejore la vida de todos los mexicanos tal y como un día hace 37 años un egresado del Tecnológico de Monterrey, salió soñando en cambiar a México.”

 

Los cárteles narcotraficantes cometieron 5,637 asesinatos en México en lo que va de año (un promedio de 20 por día), superando los 5,630 (15 por día) de todo 2008, de acuerdo con revelaciones periodísticas. A estas alturas del año pasado se habían registrado 3,581 homicidios, cifra que también era superior a la de todo 2007 (2,673), 2006 (2,221) y 2005 (1.537). Y en todo el sexenio, las cifras de ejecutados, sólo las registradas por los periódicos, suman unas 20 mil, conservadoramente. Y sigue la mata dando. Como decíamos ayer, el secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, pidió ingenuamente a los barones de la delincuencia organizada que dieran la cara. Y la dieron con el ataque, afortunadamente no fatal, contra el consulado estadounidense en Nuevo Laredo. Y será en cuento de Las Mil y una Noches, el cuento del nunca acabar, en tanto las autoridades no entiendan y comprendan que la batalla no es por donde la están dando, que sólo ha atizado las llamaradas de la violencia y ha ocasionado ríos de sangre y muerte de cientos, miles de jóvenes, muchos de ellos inocentes como los jóvenes del Tecnológico de Monterrey, los de Ciudad Juárez, los de Torreón y los de Durango, y los de muchos lugares que los periódicos no registran.

 

Las manifestaciones, pues, sólo son otro sucedáneo que tienen los ciudadanos para manifestar su impotencia. No tienen oportunidad en los espacios y tiempos periodísticos. No tienen voz ni voto ante las autoridades federales y estatales. Los locutores de la mayoría de las estaciones de radio y televisión, salvo honrosísimas excepciones, como el noticiario de Jacobo Zabludovsky, que tiene la mayor audiencia en la radio, sólo se dedican a leer periódicos ante sus micrófonos. Las televisoras sólo publican la nota sangrienta o los boletines gubernamentales, lo que también hacen los periódicos escritos. Qué vamos a hacer. Con quién quejarnos. Mientras los sicarios de la delincuencia organizada están armados hasta los dientes por armerías estadounidenses, y los militares y policías ahí la llevan con armas pasadas de moda, porque el gobierno de Obama no toma en serio la famosa Iniciativa Mérida, los ciudadanos estamos desarmados, al borde de un ataque de locura.

 

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