Compren mi libro porque salgo en la tele
Mario Clío
Monterrey.- Dos dramáticas noticias que recibí en los últimos días hablan claramente de nuestro nivel real de cultura en el país. La primera fue haberme enterado en los diarios que el 78 por ciento de los mexicanos no hemos leído un solo libro durante los últimos doce meses, por lo que la entrada de información privilegiada a nuestras mentes se encuentra muy limitada, y reducida quizás a medios masivos electrónicos o nuestro entorno social.
No leer es como tener una casa sin ventanas. Como un cerebro sin oxigenación. Pero la segunda terrible noticia fue leer en el programa de conferencias de la Feria Internacional del Libro que cualquier locutor o comentarista de televisión decida entrar a las letras con la valentía que le da su propia ignorancia: Un doctor anunciante de una clínica dental que “no duele” resultó que hoy es poeta; una ama de casa que durante fines de semana habla frente a las cámaras sobre relaciones humanas, hoy saca un libro dando consejos que refritea de los que ya dio en TV. Un comentarista de futbol que aunque tenga toda la experiencia del mundo se cree capacitado para escribir. Otro que presume que el léxico es su fuerte, y saca libros anuales con su imagen de maestro de gramática, imagen prefabricada.
Es una deshonra que usen el medio del libro para publicar lo que sería bastante meritorio leer en revistas especializadas. No sé quién les dijo que escribir un libro es fácil (uno bueno), y que podrían trascender de esa forma. Yo creo que Chespirito trascendió por ser Chespirito, no por escribir su libro. Si quieren entrar al mundo del arte, les sugiero que intenten incursionar en la escultura, pintura, danza, ópera u otras virtudes, para que descubran que quedarán en un claro ridículo, pero es mejor eso que intentar engañar a los miopes lectores de México, que por falta de olfato literario, no saben distinguir entre un buen libro y un esquetch escrito de Chavana. Es una manera muy barata de vender papel y desprestigiar al mundo literario real.
Les envío una disculpa a los autores que son plumas de verdad y una trompetilla a las marcas de TV que se creen estadistas.
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