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936 25 Noviembre 2011

ANÁLISIS A FONDO
Entre López Obrador y Peña Nieto
Francisco Gómez Maza

En este mundo traidor, nada es verdad ni es mentira
Todo es según el color del cristal con que se mira

C
iudad de México.-
El que Enrique Peña Nieto lleve la delantera en las encuestas y sea un “candidato fuera de serie”, como lo califica Emilio Gamboa Patrón, líder de la Confederación Nacional de Organizaciones Populares del PRI, no quiere decir que sea mejor que Manlio Fabio Beltrones, su correligionario, o el político del amor, Andrés Manuel López Obrador.

Nada es verdad ni es mentira. Todo es según el color del cristal con que se mira, como dice Ramón de Campoamor.

Peña Nieto es producto de la televisión comercial. Los Azcárraga, detentadores del monopolio televisivo, medio divorciados del presidente Felipe Calderón, y con la espada de Carlos Slim sobre la cabeza, creen, y están en lo cierto, que con Peña Nieto como presidente se posicionarían como los amos y señores del sector de las comunicaciones digitales. Por ello han desplegado una sin par campaña a favor del mexiquense, campaña que podría ya haber violado todo el articulado del Cofipe (Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales), que no ve ni escucha el Instituto Federal Electoral.

Pero no por ello puede decirse que Peña Nieto sea malo para presidente. Tampoco puede afirmarse que sea bueno. Veremos.

López Obrador es producto, por un lado, del apoyo de los millones de seguidores que arrastra desde hace ya más de seis años, por lo menos. Es producto de uno de los más “discretos” fraudes electorales perpetrados en la historia política de este país. Es producto del odio que ha generado entre las clases dominantes, tanto de allende el río Bravo, la frontera del odio universal, y de la malquerencia priísta y panista y del empresariado tepocata. Y es producto de su terquedad y porfía, tanto que cambió su luc de la confrontación al amor “cristiano”.

Pero tampoco puede decirse que sea malo para presidente. Tampoco puede decirse que sea bueno. ¿Veremos?

El “mérito” de ambos, del mexiquense y del tabasqueño, es que lograrán la liberación de las cadenas que impusieron a las mayorías de los mexicanos pobres, de la clase media y de los empresarios medianos, pequeños y abarroteros, los “demócratas” del PAN (Partido de Acción Nacional). Nunca, los mexicanos habían sido tan desgraciados como en estos dos sexenios de color celeste y de sabor panista. Ni siquiera en los poco más de 70 años del priato. Y esto es mucho decir.

Se afirma en los corrillos, en las cafeterías, en los desayunaderos, en los taxis, que las elecciones de julio de 2012 las “ganará” Peña Nieto. Que la candidatura de López Obrador es puramente testimonial. Que López Obrador está quemado. Eso dicen. Pero de nuevo: En este mundo traidor, nada es verdad ni es mentira…

Sea lo que fuere, el sucesor de Calderón tendrá que legitimarse en las urnas, si es que las urnas no son botes de basura, como lo han sido hasta ahora, en los que los mexicanos depositen sus aspiraciones, y éstas vayan a dar a los tiraderos apestosos, como ha ocurrido hasta ahora.

Pero salga quien saliere, el próximo presidente lo primero que tendrá que hacer es parar la masacre de mexicanos. Dejar de combatir con violencia y balas a las bandas del “narcotráfico” y la “delincuencia organizada” Calderón lleva cinco años con el fusil en las manos; han muerto más de 50 mil – el está convencido de que sólo son “daños colaterales” - y no se ve ninguna luz al final del túnel. El “enemigo” muestra su poderío con mayor intensidad con los 23 cadáveres de Guadalajara, y eso que la Perla de Occidente es coto panista.

El próximo presidente tendrá que poner las condiciones para satisfacer la demanda de empleo de millones de mexicanos. Y sobre todo mejorar las condiciones laborales de la población empleada, cuyos salarios apenas le alcanzan para medio satisfacer sus necesidades básicas.

Dos retos. Con sólo que el sucesor del calderoniato lograra parar la violencia, la muerte, el dolor, el llanto, y resolver el problema del desempleo y del empleo mal remunerado, estaría del otro lado.

Tendría una larga lista de pendientes vergonzantes. Tendría que afrontar al tiempo asuntos gravísimos como la corrupción y la impunidad.

¿Es pedirle peras al olmo?

¿Podría lograrlo? ¿Le interesaría realmente lograrlo? Y si le interesara, ¿se lo permitiría el Imperio?

analisisafondo@cablevision.net.mx

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