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LA VENTANA DE CAIN
FRAGMENTOS DE UN COCTEL DE LETRAS
Roberto Guillén
Mi primer libro lo publiqué en octubre del 2004, con el titulo Coctel de Letras. Recuerdo que Ignacio Zapata y Arnulfo Vigil lo presentaron en el Chac Mool. Pero la primera vez que lo presenté fue en Guadalajara en el plantón que erigieron los activistas para pelear por la libertad de los presos del 28 de mayo del 2004.Otra nota característica de este libro es que lo imprimió Lupito, el viejo que suele imprimir a todos los periodiqueros “independientes”. En mi caso nunca terminé de pagarle; creo que todavía le debo como cuatro mil pesos. Inclusive en su taller aún se apilan cientos de libros que algún día pasaré a recoger. Bueno más allá de mis penurias, lo que quiero comentar es que una vez Lupito me dijo que tenía un cliente de San Luis Potosí, quien al ver mi libro se lo llevó y empezó a publicar los artículos del mismo, hasta que se terminó el libro. Y los lectores pedían más artículos de mi autoría, pues me andaba buscando para pagarme una lana. Lamentablemente nunca nos encontramos. A continuación presento unos fragmentos de mi Coctel de Letras.
El absurdo nos exhibe como fantasmas huérfanos en perpetua colisión.
Sólo el poeta tiene la locura de ponerse al tu por tu con la fatalidad, a pesar de que la derrota será absoluta; pero tiene prisa por vivir. Es la braza que abraza la vida y también sus venenos.
Teibolera tras teibolera se diluye la noche, el cubetazo, los Delicados, el rechinar del casssshhhhh. Y se sufre una ilusión-violencia por tasajear al mismo deseo, que no es otra cosa que la fantasmagoría-tranvía que nos conduce al mismo sitio por donde iniciamos: La Hoquedad Martillante.
Lo erótico es un accidente rarísimo en la vitrina de las teiboleras.
Scarlett era el nombre por el cual, más de un fanático confesó haber tartamudeado, mientras se restregaba la picha, entre sábanas titiritantes de soledad.
Y la muy cabrona, como se creía una mariposa verde limón, flotaba de macho en macho, en aquella cajota estúpida llamada El Tarro
Morder la manzana es el sueño húmedo que irrumpe contra la ley de Dios. Por la noche y por la tarde y a cada instante nos devora el placer no consumado. Y cuando a borbotones bebemos el Ombligo del Deseo, caemos en la pesadumbre que refuerza las cadenas de otro deseo más vigoroso, dispuesto a carcomernos.
El deseo tortura. Consumado o no consumado, el deseo tortura.
Pero ir a la carne es sabroso. La delicia de pecar anula toda sanción de ultratumba.
El deseo es una locomotora ciega. Aplasta hasta ahogar al mismo placer. Por eso Oscar Wilde prefiere decir: curar el cuerpo con el espíritu y curar el espíritu con el cuerpo.
Apenas surge una expresión fresca y genuina, y con el vértigo en que “vivimos”, es accesada como otra superchería en el catálogo de la banalización en que se arrastra el siglo XXI. Se trata de mercantilizar y frivolizar toda expresión humana. Un feroz reciclaje en aras del capital. La titánica y apabullante mercadotecnia es una sedienta de baratijas con suerte. Si acaso muestra interés en el arte y la cultura, es porque ya calculó sus jugosos dividendos.
El ruido monocorde es el estertor que cotidianamente ronronea los tímpanos de la ciudad. Así conviene para los negros intereses del animal dominante.
Procura el ruido como somnífero. Y la desmemoria como la gran inversión para prolongar el control sobre los otros. La pérdida de la memoria es la materia prima para construir toda sociedad orwelliana. No hay espacio para el Beso de Eva.
Un fiscal ubicuo es la culebra calenturienta que se retuerce por drenar la Identidad y el Ser.
Los poderosos de la comunicación explotan el morbo que nos arrastra: queremos verlo todo. Lo dijo Erich Fromm: “La época contemporánea se convertirá en una sociedad de lactantes”. Tenemos prisa por ensayar el performance del vacío.
Somos la Sorda Glotona Sociedad Cibernética.
No merecemos andar sin calzones.
Eva ya no vendrá.
Y el presagio devino en voz de un delicioso nihilista: El destino de la humanidad, está amenazado con el destino de Rimbaud,Cioran.
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