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981 27 Enero 2012

Aguas con el agua
Luis Miguel Rionda

L
eón, Guanajuato.-
Nadie lo quiere reconocer, pero en el estado de Guanajuato atravesamos desde hace mucho por una crisis del agua. Una crisis realmente seria, que los gobernantes subestiman sistemáticamente y aplican la política de sobrevivir lo mejor posible durante el periodo que les dura el encargo, y dejar la bronca para el que sigue. Y éste repite la misma táctica.

He dado seguimiento al tema de la disponibilidad del agua en nuestra entidad desde que se desató la polémica sobre la firma del acuerdo Lerma Chapala que impulsó el gobierno federal salinista a principios de 1989. El acuerdo limita severamente nuestra capacidad de retener aguas superficiales en nuestro territorio. Desde entonces se ha evidenciado un comportamiento pendular en las reacciones sociales sobre la disponibilidad del recurso para los diferentes usos del mismo: el agrícola, el urbano y el industrial. Cuando el año es llovedor, como sucedió en 2010, la sociedad y sus gobiernos subestiman o abandonan el tema; en cambio cuando llueve poco, la atención comunitaria y oficial retorna sobre las urgencias que rodean al asunto y renace la preocupación, como sucede en estos momentos.

El Sistema Meteorológico Nacional anuncia un nuevo año de sequía para este 2012. Ya había calificado al 2011 como un año “excepcionalmente seco”

(http://smn.cna.gob.mx/climatologia/sequia/SequiaH.png).

La lámina pluvial acumulada en el estado de Guanajuato durante el año pasado apenas llegó a los 378.6 mm3, cuando la histórica entre 1940 y 2010 ascendió a los 607.9 mm3 -un 37.7% menos- que ya de por sí es poca. El promedio nacional de precipitación fue de 697.1 mm3 en 2010, un 10.5% menos que su promedio histórico.

En ciudades como León, Guanajuato y Celaya se comienza a padecer la escasez en el abasto del agua para uso urbano. La capital de la entidad arrancó tardíamente un programa de “administración del agua”, que la ciudadanía conoce mejor como los “tandeos”: durante 36 horas se cuenta con el servicio y durante otras 36 no se recibe el líquido. Aunque en realidad los usuarios hemos percibido que en realidad se cuenta con 24 horas con agua y 48 sin ella, pues lo que tarda el líquido en volver a llenar las tuberías y subir por los más de dos mil callejones de la ciudad, se lleva varias horas, con el riesgo de los reventones eventuales de las tuberías viejas, que no soportan los cambios de presión.

La situación es grave por donde quiera que la veamos. Ricardo Sandoval Minero, el experto más calificado en esta materia en nuestra entidad, escribió en una ponencia que presentó hace doce años:
“Ochenta por ciento de la precipitación en Guanajuato se concentra en cuatro meses del año y ocurre principalmente en las sierras, que hoy muestran una deforestación importante; las aguas escurren sin infiltrarse en las montañas, lo que aminora la recarga de los acuíferos, y originan avenidas extraordinarias que han causado innumerables inundaciones en la zona del Bajío, ya que los suelos agrícolas contienen arcillas que los hacen poco permeables; por lo mismo, Guanajuato tiene el quinto lugar nacional por daños debidos a inundaciones, con 172 eventos entre 1950 y 1994. Paradójicamente, en el mismo periodo estuvimos en el sexto lugar nacional por daños a la agricultura derivados de sequías, las cuales también han mermado la ganadería y los recursos forestales del estado, principalmente en las zonas norte y noreste.”

“Como consecuencia de lo anterior, además de la ocurrencia de prolongadas sequías, en los últimos cuatro cálculos disponibles se manifiesta una disminución en el escurrimiento generado en el estado; un estudio realizado en 1993 obtuvo que, entre 1977 y dicho año, el escurrimiento anual promedio en Guanajuato puede haber disminuido en 16%, debido a modificaciones en los parámetros físicos que determinan dichos valores (como son la cobertura vegetal, la precipitación y el clima en general).”

El Plan Estatal Hidráulico 2006-2030 señala los múltiples “focos rojos” que en materia de agua abundan en Guanajuato. En particular la dificultad y el costo de tecnificar el campo agrícola, que hoy sigue consumiendo el 84% de los volúmenes de agua disponibles, colocándonos en una situación permanente de déficit que debe cubrirse mediante la sobreexplotación de las fuentes subterráneas, con los enormes riesgos que ello implica. Los avances en ese tema parecen ser muy pequeños, pues los problemas siguen siendo los mismos: sequías e inundaciones recurrentes. El agua es problema tanto en su escasez como en su abundancia.

El gobernador Oliva prometió aplicar medidas que resuelvan de manera definitiva la escasez de agua potable en la capital del estado. Lo malo es que lo hace al final de su administración, y la Comisión Estatal del Agua y el Sistema Municipal de Agua Potable anuncian que comenzarán a realizar “los estudios” para lograr ese objetivo. Me pregunto por qué, si ya sabíamos desde hace muchos años de esta situación, se comienza apenas con la valoración técnica de alternativas. Entretanto se nos viene la visita del Papa y las decenas de miles de visitantes que se anuncia vendrán a Guanajuato, León y Silao. Y todos ellos consumen agua…

Antropólogo social. Profesor investigador de la Universidad de Guanajuato, Campus León
luis@rionda.netwww.luis.rionda.net - rionda.blogspot.com

 

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