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1204 5 Diciembre 2012

 

¿Ángel o troglodita?
Nora Elsa Valdez

Monterrey.- Estamos experimentando en estos días muchos cambios y también mucha incertidumbre. Se habla de cambios dimensionales, de que es momento de definirse y elegir entre el bien y el mal, o de perdonar y pedir perdón. Y también se habla del fin del mundo. Para que estas especulaciones no nos asusten, necesitamos encontrar la verdad.

La Historia nos cuenta que desde hace milenios hemos vivido en medio de una sociedad salvaje, donde ha predominado la ley del más fuerte.  Y que Jesús, el hombre que dividió la historia en antes y después de Cristo, vino a enseñarnos que se podía salir del odio y la violencia, si aprendíamos a vivir en el amor. Pero que era tanta la maldad, que en vez de escucharlo, lo mataron.

Sería que pensaban: “¿Un sistema del amor?, ¿Qué es eso?, ¿Con qué se come?, ¡Éste está loco! ¡Lo único que existe es la Ley del Talión, ojo por ojo y diente por diente!”. ¿Sería que Jesús le habló a una turba de trogloditas salvajes e ignorantes, que lo mató porque no lo entendía?

¿O acaso no es esta la verdadera historia? Si lo seguían las multitudes, entonces esas multitudes lo escuchaban y lo entendían, y se interesaban en sus enseñanzas. ¿Sería acaso que en aquel tiempo, como en el de ahora, existía una minoría de malvados a quienes no les convenía que Jesús despertara a los dormidos?

¿Los dormidos son los que han vivido en la ignorancia, creyendo las mentiras que unos cuantos les han contado, a su conveniencia, a través de los siglos? ¿Y luego, cuando alguien descubre la verdad detrás de esas mentiras, y quiere decírsela a todos, lo matan? ¿No le suena familiar y conocida esta historia, que al parecer hoy es la misma que la de hace dos mil años?

Al parecer de esto se trata el Gran Cambio: de que toda la humanidad conozca la verdad detrás de las mentiras milenarias que han mantenido a las mayorías en la esclavitud, la ignorancia y el sufrimiento, por el abuso de una minoría. Parece que por fin, la humanidad ha evolucionado ya lo suficiente para pasar al siguiente nivel del juego.

Es como si la humanidad adolescente, que durante milenios ha permanecido en la experimentación de la victimización, la muerte y la violencia, ya ha madurado, pues se cansó de jugar a los policías y ladrones; se cansó de su película de vaqueros, y por fin va a pasar a un nivel más elevado, más civilizado, donde ya no existan los trogloditas.

Porque hemos actuado como trogloditas al permitir el predominio, en nuestras vidas y nuestra sociedad, de nuestros egos sobre nuestro corazón. El ego de cada uno de nosotros siempre quiere ser el primero y el mejor, y para ganar se enfrentará y peleará con todos los egos que se le pongan enfrente. El ego es el causante de la guerra, de la violencia, de la destrucción.

No habíamos descubierto que hay otra manera de vivir, en la paz y la armonía, que es vivir centrado en nuestro corazón, no en nuestro ego. El ego quiere tener a todo bajo su control, sean cosas o personas; apropiarse de todo y de todos. Y para lograr este objetivo es capaz hasta de matar. No quiere perder ni la propiedad ni el control de “sus cosas”. Pero esto es una locura, porque todos los demás egos también quieren lo mismo. Es el cuento de nunca acabar, que provoca los conflictos y las guerras.

En cambio el corazón no quiere apropiarse de nada, sino dar. Su prioridad no son las cosas materiales, externas, físicas, de la tercera dimensión, que podemos ver y tocar, sino que son los logros y satisfacciones espirituales elevados, de la quinta dimensión, que no se ven ni se tocan, pero que hacen sentir a nuestro corazón una gran alegría y realización.

Al corazón no le interesa quitarles cosas a los demás, sino que disfruta dando. Y da todo lo que tiene, pues su alegría procede de la experiencia de dar amor, hacer el bien y llevar alegría a los que lo rodean. La alegría y felicidad del corazón no vienen de algo externo, como acumular dinero o cosas materiales, o de hacer esclavas a otras personas, sino que surgen de su interior, al hacer el bien a los que lo rodean.

El secreto del corazón, mediante el cual obtiene amor, alegría y felicidad es una fórmula muy sencilla: sabe que si quiere obtener amor, primero tiene que darlo. Por eso da amor a manos llenas. Conoce muy bien el secreto de que todo se regresa multiplicado.

Si queremos amor, tenemos que darlo nosotros primero a los que nos rodean. Para acumular tesoros en el corazón, nosotros tenemos que darlos primero a los demás. Luego esos tesoros regresan multiplicados. Los tesoros del corazón son la alegría, las sonrisas, el amor del prójimo, el cuidado de la vida en todos sus niveles, y todas las cosas elevadas que alegran el alma. Estos son los tesoros de la quinta dimensión.

El ego nos convierte en trogloditas, pero el corazón nos convierte en ángeles para los que nos rodean. El ego vive en la tercera dimensión del dolor y el sufrimiento, pero el corazón vive en la quinta, que es la dimensión del amor y la alegría.

En estos días del Gran Cambio se ha abierto la oportunidad de pasar de la tercera a la quinta dimensión. Sólo es cuestión de elegir la de nuestra preferencia, pues hoy las dos están a nuestro alcance por nuestro libre albedrío. Podemos seguir jugando a los trogloditas por los siglos de los siglos. O podemos pasar al siguiente nivel del juego, que es el de los ángeles, “donde ya no habrá más enfermedad ni muerte, y el león dormirá junto al cordero”.

Pero tenemos que hacer esta elección ya, pues esta ventana de oportunidad, que sólo se presenta cada 25 mil años, se cerrará pronto. Después de nuestra elección, el trigo y la paja habrán quedado separados para siempre.

 

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