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BUCARELI
UN SOLDADO EN CADA HIJO
Jacobo Zabludovsky

Ejército intocable.
Durante los tiempos en que se ejerció estricta censura en los medios periodísticos, el Presidente de la República, la Virgen de Guadalupe y el Ejército nacional no sufrían críticas de ninguna especie.
Hablemos hoy del Ejército ante la acusación lanzada el miércoles en Washington por Human Rights Watch (HRW), organización que resume cada año las tendencias de los derechos humanos en más de 90 países del mundo, sobre la base de un extenso trabajo de investigación cuyos resultados son tan respetados que presionan a los gobiernos acusados a corregir su conducta.
“Las Fuerzas Armadas mexicanas han cometido graves violaciones de derechos humanos, como ejecuciones, torturas, agresiones sexuales y detenciones arbitrarias”, dice el informe, porque México permite que “... se investiguen a sí mismas a través de un sistema de justicia militar que garantiza la impunidad de los delitos del Ejército. Los soldados mexicanos continúan cometiendo abusos aberrantes. Jueces militares investigan y juzgan estos casos... que la mayoría de las veces no son juzgados con acierto... ni son investigaciones confiables... falta transparencia generalizada”. Y dice más: el temor al Ejército “impide que las víctimas civiles y los testigos brinden información a las autoridades militares”.
El informe, fortalecido con ejemplos de incidentes, fechas, lugares, nombres y detalles, fue respondido, como ha sido costumbre, por el gobierno federal, habida cuenta de que el Presidente es el jefe de las Fuerzas Armadas. Y también como es costumbre la respuesta abunda en rechazar los cargos. En México “se castiga a los soldados que delinquen; el fuero militar no es espacio de impunidad ni de privilegios; las instituciones de seguridad pública federal se rigen por los principios de legalidad, objetividad, eficiencia, profesionalismo, honradez y respeto a los derechos humanos”. Todo eso y más dice el boletín girado esa noche por la Secretaría de Gobernación (Segob), que encabeza Fernando Gómez Mont.
También el rector de la Universidad del Ejército y Fuerza Aérea y director general de Educación Militar informó que a los cadetes se les inculca el respeto a los derechos humanos. Voces en pro y en contra de la conducta de los soldados se convirtieron en fuego cruzado. Todas las batallas producen algo útil y ésta puede llevarnos a revisar la estructura actual de las Fuerzas Armadas mexicanas.
La Ley Orgánica del Ejército y la Fuerza Aérea es obsoleta. Establece que un militar en servicio activo sea secretario de la Defensa y que se manejen el Ejército y la Fuerza Aérea por un lado y la Marina y Armada por otro. Aunque cada país elabora sus leyes de acuerdo con las lecciones de su historia, es oportuno, ante la crítica nacional e internacional, volver la vista a lo que hacen otras naciones para sacar alguna enseñanza provechosa.
En nuestro continente, desde Estados Unidos hasta Chile, pasando por Honduras, Perú, Venezuela, Uruguay y Argentina, entre otros, las Fuerzas Armadas están integradas en un Estado Mayor Conjunto que agrupa al Ejército, Fuerza Aérea y Marina en un sólo frente, encabezado por un civil o un militar retirado. La mayoría de los gobiernos del mundo han adoptado este sistema. Se trata de evitar así, entre otros defectos, las ligas o favoritismos que puede imponer un militar en activo, acusación constante en nuestro medio. México es de las pocas naciones que aún mantienen sus Fuerzas Armadas en mandos separados y bajo un secretario que es militar en activo.
En España el ministro de la Defensa no sólo es civil sino además ministra, Carmen Chacón, y su avanzada preñez convierte en foto histórica su revista a las tropas cuando le rinden honores. Chile también ha tenido ministras y actualmente lo es un civil, Francisco Vidal. Argentina, lo mismo. Francia, Alemania, Israel, Brasil, Colombia, Estados Unidos son ejemplos de esa costumbre que se extiende entre los países democráticos.
Los miembros de las Fuerzas Armadas mexicanas defienden su autonomía y los derechos adquiridos como producto de una revolución popular. Pero también son leales a sus principios y a las leyes de México. Es en épocas de paz y dentro del marco jurídico vigente cuando los cambios pueden hacerse con prudencia. Cambios necesarios en un mundo que reclama transparencia del poder, justicia sin distinciones, respeto a las minorías, ajuste de los intereses de grupos a los de las mayorías.
Las acusaciones recientes deben tomarse en serio y el contraataque de los defensores no ha bastado. Un examen respetuoso y sereno de la ubicación de soldados, marinos y aviadores en el México de hoy, sería sano para todos.
Especialmente para las Fuerzas Armadas.

El Universal

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