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11 de mayo de 2010
15diario.com  


 

Nada que festejar este 10 de mayo

Martha Sáenz

Por primera vez como madre me siento indignada, dolida, y muy asustada en este día que se nos festeja a nivel nacional, por primera vez no quiero que se llegue ese día, por primera vez tengo un reclamo fuerte que hacer.

 

Los últimos meses se ha acrecentado tanto la violencia e inseguridad en el país que vivimos, sobre todo en la ciudad de la que por muchos años nos sentíamos orgullosos, ejemplo a seguir por otros estados, sí, Monterrey, en donde los cuidados más extremos los teníamos que hacer para protegernos del calor, el desorden al manejar, los consecuentes accidentes, y de proteger a los jóvenes de que no anduvieran noche en la calle para evitar problemas.

 

Ese Monterrey ya desapareció, ahora vivimos como en la película de El Padrino, donde todos pelean algo, con algo y por algo y los ciudadanos permanecemos de espectadores, victimas aterrorizados.

 

Viendo este grave problema desde otra perspectiva, me preguntaba si los involucrados (militares, policías, narcos, ciudadanos, gobernantes, etc.), han pensado como se sienten las madres de ellos, de las victimas, e incluso de los agresores también. En algún momento necesitarían entrar en la mente, los sentimientos y los corazones de las madres que se cuestionan, no con poco dolor, ¿qué fue lo que hicieron mal?, ¿por qué sus hijos están en riesgo?, ¿por qué sus hijos son las víctimas? o, ¿qué fue lo que hicieron ellas para tener hijos asesinos?

 

No importa qué lado le busquen, en esta fecha no habrá una sola madre tranquila, orgullosa de haber parido un hijo, sino al contrario, la mayoría nos encontramos culpables, temerosas y asustadas de lo que ellos puedan hacer, o ser ya sea como víctimas o victimarios.

 

Necesitan entender que en los planes de cada una de las madres al nacer su hijo no se encontraba el que se hiciera famoso de esa forma, el que provocara tanto dolor a su propia familia, el que se olvidara que detrás de él existe una mujer desecha, triste y derrumbada, cuestionándose si los podrá detener.

 

Si a una sola persona en este país le interesa que tan solo una madre se la pase bien, necesita detener la violencia, devolver la seguridad, y restaurar la confianza de que los mexicanos estarán seguros para regresar a su hogar y celebrar ese día en casa. Mientras tanto, las madres, no tenemos nada que celebrar.

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