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902 10 Octubre 2011

Ocupar la calle Wall
Edilberto Cervantes

Monterrey.- La iniciativa de unos cuantos jóvenes de protestar ante el poder financiero, representado en Nueva York en la calle Wall Street, se ha extendido por varias ciudades de los Estados Unidos. Las protestas son pacíficas y se convocan con la consigna de “ocupar la calle Wall”. Se han instalado campamentos en Nueva York y hace un par de días en Washington, muy cerca de la Casa Blanca.

Algunos participantes han señalado que están siguiendo el ejemplo de los jóvenes que en el norte de África, en Marruecos y en Egipto, se levantaron pacíficamente para derrocar a dictadores que tenían ya décadas en el poder. 

Aunque tal vez las protestas de los americanos se asemejen más a las protestas de los indignados españoles. Ya que aquí no están pidiendo la salida de un político o de un gobierno. Se trata de una protesta en contra del poder financiero.

En todo caso podría decirse que se trata de una lucha en contra de una dictadura, pero de la dictadura financiera global.

En lugar de impulsar la economía enfocada a la producción de bienes y satisfactores, el poder del sistema financiero se ha orientado hacia el desarrollo de una economía basada en la especulación.

Son los grandes bancos y las grandes fortunas las que en lugar de invertir productivamente se han dirigido a especular en los mercados de valores o colocando dinero entre los gobiernos de todos los niveles.

Es precisamente el poder financiero el hilo que une las crisis económicas en diversas partes del mundo. A medida que la crisis económica internacional va quebrando las economías nacionales en esa medida los gobiernos están entrando en crisis de pagos. Y los sacrificados son al final de cuentas los ciudadanos de cada país.

Los bancos tienen la fuerza política para lograr apoyos y rescates con el dinero público, como pasó aquí en México hace ya quince años y acaba de pasar en los Estados Unidos en el 2008. En Estados Unidos el dinero público se utilizó, en el 2008, para poner a salvo a bancos y financieras, pero los individuos y familias endeudadas no han recibido el más mínimo apoyo.

El sistema financiero ya escapó al control de los estados nacionales y de los gobiernos. De hecho, parte de la crisis de 2008 se explica por una elevada desregulación consentida por el gobierno de Bush y a la falta de ética con la que actuaron las empresas calificadoras y otros agentes financieros.

Se reconoce que es un poder que ya está por encima de los gobiernos y de los organismos de colaboración multinacional. No se deja controlar y no hay quien se atreva a someterlo.

Las protestas han sido apreciadas desde diversos ángulos, desde quienes señalan que los “indignados americanos” hablan en nombre de la amplia mayoría de los estadunidenses frustrados por los banqueros y los corredores que se aprovecharon a costas de aquellos que trabajan duro, hasta quienes ven en las protestas un rechazo a la continuidad de las prácticas corporativistas en Wall Street, a pesar de lo sucedido en el 2008, a los recortes en el presupuesto federal estadounidense en áreas como la educación, a la brutalidad policial, el calentamiento climático, etcétera.

Entre el “pliego de peticiones” se mencionan: proteger la red de seguridad social y el programa de atención médica del Medicare, el uso de los recursos públicos en la solución de necesidades humanas y protecciones ambientales con base en impuestos a los ricos y a las corporaciones, eliminar los apoyos tributarios a las empresas petroleras y la transición a una economía limpia.

“El movimiento de octubre de 2011 exige al gobierno representar al pueblo y no sólo al 1.0 por ciento de la población: la élite”

Y la receta del FMI y del Banco Mundial ya se conoce bien en México; privatizar todo los bienes y servicios públicos, recortar presupuesto público, recortar empleados públicos, subir los precios y tarifas de los energéticos, el agua y demás servicios, además de castigar los sistemas de pensiones y ampliar la edad de jubilación. Esa es la receta que están aplicando en Grecia y hacia la que parecen encaminarse Italia y España.

Con las familias en bancarrota, con hipotecas insalvables y un desempleo creciente, el malestar social en los Estados Unidos empieza a expresarse en las calles. Lo relevante del caso es que las protestas no se dirigen hacia el gobierno norteamericano sino al distrito de las finanzas, las protestas son contra el poder financiero.

Algunos observadores señalan que las luchas por derrocar dictadores o sacar gobiernos o partidos del poder, son tarea algo más fácil que la de cambiar el sistema financiero global.

Luchar contra el sistema se considera como una lucha sin enemigo visible enfrente y por tanto más difícil y desgastante. De allí que al movimiento de los indignados norteamericanos no se le auguren éxitos como las luchas tumba dictadores de África del Norte.   

Al igual que en los países africanos la comunicación electrónica a través de Internet, con los mensajes de Twitter, es la vía por excelencia de diseminación de convocatorias y consignas. Así lo describió un periodista norteamericano: “la inteligencia del movimiento social se alimenta simultáneamente de las largas tradiciones de lucha en los Estados Unidos y de la emergencia de lo digital como dispositivo de empoderamiento ciudadano. Lo digital colaborando de manera estrecha con la política caliente de los cuerpos en la calle”.

La crisis, el desempleo y la pobreza  se esparcen por los países que hasta hace poco se consideraban ricos y desarrollados.

Aún no concluyen las protestas estudiantiles en Chile, las demandas de los indignados españoles están en el ambiente, el sufrimiento de los griegos en pleno curso y las protestas en los Estados Unidos que se irán sumando a medida que la crisis se expanda. 

En las protestas de los indignados americanos ya han participado algunos sindicatos, los pilotos de las aerolíneas americanas, un grupo de veteranos marines. También han sido atraídos movimientos anarquistas, ecologistas, socialistas, ONGs, defensores de los derechos humanos, profesores universitarios y estudiantes. 

No se sabe cuánto puede durar este movimiento, pero cambiar o reglamentar al sistema financiero global, a esta dictadura financiera, podría requerir una movilización a esa escala, a la escala global.

Entre las consignas festivas expresadas en las asambleas y en las dos marchas, se encuentra la de “Occupied Wall Street, allday, allweek”, que se repite con un sonsonete cercano a un buen hip hop.

 

 

 


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