ANÁLISIS A FONDO
Quiero ser presidente
Francisco Gómez Maza
Manlio Fabio, en busca de congruencia
Ernesto Cordero, la falta de cordura
Ciudad de México.- Inaugurado el proceso electoral para las elecciones presidenciales de julio de 2012 por el Instituto Federal Electoral (IFE), dos manifestaciones de aspirantes a la candidatura por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el gobernante Partido de Acción Nacional (PAN) destacaron ayer, una por su congruencia y otra por su ausencia total de prudencia.
La primera, la del senador Manlio Fabio Beltrones Rivera, del PRI. El sonorense insistió en el método que debe aplicar su partido para participar en las elecciones presidenciales. Suena muy congruente la propuesta del senador.
Los priístas no deben de conducirse por lo que dicen las encuestas, que fallan. Ya está totalmente comprobado. Una cosa es que Enrique Peña Nieto arrase en las consultas que las consultoras realizan entre diversas muestras de votantes. Otra, que durante la jornada electoral vayan a votar por él.
Beltrones Rivera no tiene nada que hacer frente a Peña Nieto, si nos atenemos a las encuestas.
Sin embargo, las candidaturas fuertes pueden levantarse en muy breve tiempo con una táctica mercadotécnica y publicitaria y de manejo de imagen. Una figura pública puede también destruirse de la noche a la mañana.
Por ello, suena muy congruente la propuesta que ha venido marcando el proyecto de Beltrones Rivera: primero el programa y después el hombre. Por qué quiere el PRI volver a la presidencia de la república. Qué le propone al electorado. Cómo lo va a lograr. El intento de volver al poder en base a las viejas y tradicionales prácticas electorales priistas no es garantía por donde se le vea.
Peña Nieto no propone nada. Sólo su imagen de copete y su manejo de la mediática televisiva. En cualquier video en donde se promocione, usted puede notar que las que le hacen fiesta, en su inmensa mayoría, son mujeres. La presencia del ex gobernador del estado de México las vuelve locas.
Peña Nieto no tiene programa. Su discurso es exactamente el mismo de los salinistas. Cuando habla lo hace como Carlos Salinas de Gortari. Y quién quiere al hombre de Agualeguas, de triste memoria, pues fue quien le tendió la cama al PAN; fue el globalizador de la economía mexicana, el mayor privatizador de la historia, en que le jugo sucio a Andrés Manuel López Obrador en las elecciones del 2006.
Los priistas tienen que aprender de su historia. Vicente Fox los echó “a patadas” de Los Pinos, por supuesto que con el apoyo de panistas incrustados en las filas del tricolor, como Salinas de Gortari y el ex presidente Ernesto Zedillo Ponce de León. A Salinas ya le urgía que el PRI le entregara la estafeta al PAN.
Después de dos sexenios de fallidas presidencias panistas -una economía maltrecha, una insultante concentración de la riqueza y una aterradora globalización de la pobreza, una guerra idiota contra las bandas de la delincuencia organizada con alrededor de 40 mil muertos, entre otras desdichas-, los priistas tienen que volver a Los Pinos redimidos.
Tendrán que olvidarse de las viejas prácticas de sus inmediatos predecesores. Al diablo las viejas prácticas, los vicios, la demagogia, la corrupción y la impunidad, tan bien aprendidos por los albicelestes.
El discurso de Peña Nieto no hace ninguna diferencia entre los priístas de su generación y los políticos salinistas, acostumbrados a ganar arrebatando. Y a llegar al poder para enriquecerse. De otra suerte, si el candidato priista gana las elecciones de 2012 no hará ninguna diferencia, ni con el pasado priista ni menos con los dos gobiernos panistas que rápido aprendieron las mañas priistas del pasado.
Cobran así relevancia las advertencias de Beltrones Rivera, un político serio, responsable, capaz, informado y a quien no se le puede acusar de corrupto, mientras no se demuestre lo contrario. Obvio que el sonorense está llevando agua a su molino. Quiere ser el candidato del PRI. Y está en todo su derecho, pero se tendrá que enfrentar a un redivivo Andrés Manuel López Obrador, quien ya está siendo de la gracia del empresariado, e incluso de regiomontanos “Amigos de Fox”.
Los priistas tienen que acordar su programa de gobierno, e inclusive ponerlo a consulta de la ciudadanía. Un programa realmente revolucionario, totalmente divorciado del vergonzante pasado priista.
La segunda declaración digamos que destacada es el exabrupto del señor Ernesto Cordero, quien le hizo con ella un flaquísimo favor a su amigo y patrón, el presidente Felipe Calderón. Qué declaración. Palabras más, palabras menos, “México necesita un presidente de a de veras”. Calderón debe de estar furioso con su “delfín”. Este tema no necesita ni merece análisis a fondo.
A desfondo: Beltrones Rivera y Peña Nieto no se dieron el beso poético que acostumbra dar el poeta Javier Sicilia, pero se dieron el “abrazo del Plutarco” (por Plutarco Elías Calles, nombre del principal auditorio de la sede del PRI en ciudad de México). Y todos los asistentes interpretaron el “entre” como un símbolo de unidad. Unidad es lo que necesitan los priistas, pero no en torno a Peña Nieto, ni en torno a quien sea. Unidad en torno a qué es lo que realmente quieren al buscar su retorno a Los Pinos. ¿Quieren el poder para volver a las mañas, las transas, del pasado? ¿O…?
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