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A BORDO DE RUTA PERIFÉRICA
J. R. M. Ávila
I
Venga, suba usted a Ruta Periférica y entérese de cómo Joaquín Hurtado cayó en el vicio, aunque el oráculo le advirtió que quienes mucho leen acaban locos o se hacen putos. Conozca la increíble y triste historia del cándido Joaquinillo y su abuela Altagracia que lo mandó a buscar al tío Emilio en medio de una tormenta, para que a los ocho años se hiciera hombre de una vez por todas. Presencie la llegada del abuelo Eugenio, con sombrero panamá y una redecilla cargada de oportunas frutas y verduras.
Asómbrese con el recuento de misterios casi a ciegas que hacían la abuela Lorenza: botones, hilazas, piedrecillas, golosinas; y del abuelo Eufemio: mujeres, cometas, visiones. Atestigüe que el tío Emilio dispone de los días del autor como si fueran propios. Atienda a la tía Celia, viborosa, claridosa, inventora de las palabras “Tajuca”, para Joaquín; y “Tajuquilla”, para el hijo de Joaquín. Viaje por Valle Hermoso con un niño forastero que hoy se anda muriendo.
Siéntase a salvo con la tía Carmen cubriendo los espejos de la casa para que los muertos no regresen a través de ellos. Escuche al huracán Beullah arrancando de raíz árboles mal llamados rompevientos. Quédese en la perplejidad ante la reconciliación del Mao y su hijo, y la imposible misión salvadora de mamá Petra ante el huracán.
Asista al nacimiento del pavor por los espantos agazapados tras las sombras del mundo. Presencie las aventuras y desventuras del Patán, que no respetó los acuerdos tácitos del barrio ni honró la ley sagrada de no joder a los mismos, y entérese del enigma de su desaparición. Espíe a la pródiga Adela que donó su cuerpo para iniciaciones sexuales clandestinas. Viaje en tren de pasajeros desde Estación Lagrange hasta la ciudad de Río Bravo; o a Europa, en un avión que parece pene, y oiga la voz de la placa tectónica que nos requiere a nivel de tierra porque le pertenecemos.
II
¿Siente usted que el recorrido ha sido largo? No se preocupe, aquí aborda un grupo vallenato que amenizará el trayecto, viene de Santa Catacha y se ha encomendado a San Celso Piña. Desde aquí se puede admirar el Cerro de la Silla, pero cuide sus ojos del sol rabioso que a Alfonso Reyes le pasó de noche. Ahora que, si no quiere ver cerros chimuelos, mejor desvíe la mirada, como lo hace Discriminador, el ángel que en el área metropolitana de Monterrey no nos desampara ni de noche ni de día.
¿Vive usted en la soledad?, nosotros le damos acompañamiento real o virtual a la medida de sus posibilidades. Existe una industria del sexo (¿acaso no es Monterrey la capital industrial de México?) formada por salas de masajes, cuartos oscuros, clubes sadomasoquistas, sex shops, table dances; y sus comunidades asiduas: heterosexual, metrosexual, homosexual, bisexual, lésbica, transgénero (¿qué diablos cuida entonces el Ángel Discriminador?).
Pero esto no es todo. Su boleto da para más. Observe a su derecha y descubrirá el paraíso de la piratería. Si no tiene posibilidades de viajar a Estados Unidos, traemos de los Estados Unidos en exclusiva para usted los más sofisticados dispositivos electrónicos a un precio que le parecerá increíble, hallará películas nuevas con una que otra tos o sombra atravesadas, además de mercancías falsas, superiores a las originales. En fin, si a usted le gusta soñar, aquí le vendemos los sueños más apreciados del mundo. Consumidores regios, uníos.
Ser narco es chido pero sólo Joaquín Hurtado se atreve a decirlo, aunque una errata convierta lo narco en naco y, según el discurso oficial, los malos vengan de afuera. ¿Acaso no lo dijo ya un predicador panista: “El narco nos hace los mandados”? Aquí nadie vende ni compra droga, aquí nadie es adicto, aquí nadie le entra a eso. Drogadictos, traficantes, muertos, entambados, encajuelados, encobijados, decapitados, vienen todos de otras partes. Los regios somos otra cosa.
III
Y ya que andamos por las orillas, vean hacia la derecha. Aquí tenemos a un funcionario que quiere aparentar lo que no es y pide que su equipo arme un plan que simule sacar de la pobreza a la gente, pero que sólo sea una maquillada para que, cuando visite la comunidad, encuentre la pobreza en orden e inmejorable. Más adelante, una familia sufre porque la madre, cantante rockera, no tiene actuación por culpa de los Doors; y porque el padre, un vividor de oficio, no se preocupa sino de administrar lo que su mujer consigue.
¿Y este hospital tan bonito y tan lujoso? Quisiera le preguntaran al autor de qué se queja si el edificio se ve tan acogedor. Me gustaría que le preguntaran por qué lo difama como hospicio de los acabados, encierro de los desahuciados, refugio de las almas yonqueadas, suma de la humana cobardía. Joaquín, que ha vivido en sus entrañas, podrá hablarles mejor del asunto (¿o debería decir peor?).
El trayecto de Ruta Periférica termina en breve. Si después de hacerlo, quiere usted visitar alguno de los lugares que hemos recorrido, será bajo su propio riesgo. Cuídese del sol que no es propiamente un perrito faldero sino un verdadero perro enrabiado. Y si la noche le sorprende, tenga aún más cuidado, porque la muerte está afuera y la luna es un tiburón.
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