SIGUE EL SOMBRERO DANDO
Ricardo Díaz Vázquez
Con respecto a las colaboraciones pasadas en las cuales hacía referencia al sombrero y los fetiches en nuestro medio, he recibido opiniones variadas con relación a los artículos, además de provocar una reflexión más profunda sobre la palabra sombrero.
El término, en su forma etimológica, denota el dar sombra o área de sombra, la definición del diccionario cita: m. Prenda de vestir que sirve para cubrir la cabeza y consta de copa y ala, llama mi atención que aunque en muchos medios está desterrada la práctica de uso del mismo, se utiliza en expresiones para dentar un concepto: “Quitarse el sombrero”, en alusión a respeto por cierta persona o las acciones hechas por la misma. Otra usada con frecuencia: “Saludar con sombrero ajeno”, refiriendo cuando alguien se adjudicó méritos o logros que no le correspondían. Otra frase en alusión a recaudar dinero para un fin específico de alguien cercano, ya sea familiar o amigo, es: “Pasar el sombrero”. Menos socorrida, pero que da una idea es cuando utilizamos la figura del “Sombrero de mago”.
Una persona mayor, recuerdo de mis tiempos de infancia, en ocasiones decía: “Lo importante no es el sombrero, sino cómo se porta”. Los norteamericanos, en aspectos de trabajo citan: “Cambiar de sombrero” cuando van a utilizar un enfoque diferente sobre determinado problema. Había otra persona mayor que, para acentuar una acción con respeto, comentaba “Con sombrero en mano”.
El sombrero es mucho más que una prenda de vestir, es todo un concepto, una singularidad, una idea, una forma de ver las cosas, un mundo aparte, algo que tiene vida propia. Sólo hice referencia al usado por los caballeros, el que usan las damas es otro universo el cual aún no me siento docto para comenzar.
diazvazquez@gmail.com
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